"Kimetsu no Yaiba" ha sido un éxito como pocos en la historia del anime y el manga, y así lo demuestra el hecho de haberse asegurado el récord histórico de venta anual en cuanto al formato papel. Sin embargo, eventualmente todo cuenta con un final, y para algunos llega antes que para otros. Este ha sido el caso del relato creado por Koyoharu Gotouge, el cual en última instancia me ha dejado con unas sensaciones muy distintas a las que había logrado transmitirme el manga durante sus más de 200 episodios - el último de los cuales podéis leer en MangaPlus gratuitamente -.
Seguidamente trataré por qué considero que el final de "Kimetsu no Yaiba" ha sido un tanto decepcionante, lo cual no quiere decir que lo considere 'malo', como se diría simplemente.
Si hay algo que poco a poco empezó a gustarme cada vez más de "Kimetsu no Yaiba" eso era que Koyoharu Gotouge ponía los personajes al servicio de la historia, y no viceversa. A pesar de que en cierto punto el manga comenzó a verse criticado incluso por el mero hecho de acabar con algunos personajes en particular, Gotouge-san se mantuvo firme en una idea clara: la historia es más importante que los personajes, y es que estos últimos no dejan de ser herramientas mediante los que engrandar la narrativa.
Esto es algo que comprendí con la deliberada muerte de Rengoku, el cual a partir de entonces vivió como una voluntad de hierro que motivó a Tanjiro, Zenitsu, Inosuke y muchos otros miembros del Cuerpo de Exterminio de Demonios. Así lo vi de igual forma con las historias de Shinobu y Tamayo, dos personajes que durante años vivieron como fantasmas presos de su pasado por tal de cumplir con una misma venganza: acabar con aquel que les había arrebatado a sus seres queridos. La dedicación de dichos personajes los llevó incluso a sacrificarse con el fin de culminar su objetivo, y es que la victoria de ambas no se hallaba en la supervivencia, sino en poder desprenderse de ese peso que durante tanto tiempo las había mantenido atrapadas.
Con tanta carga narrativa en las historias personales de "Kimetsu no Yaiba", no puedo comprender dos situaciones en particular: la efímera transformación de Tanjiro y el último episodio, ambos sucesos que me parecen más relativos a satisfacer los deseos de los fans que no a honrar cómo la historia se había desarrollado. Asimismo, en este punto hay quien puede argumentar que otros shonen alargaron tanto la historia que esta se acabó convirtiendo en un desastre - o puede que un desastre en movimiento aún -, y no habría falta de razón, pero mi interés es comentar única y exclusivamente "Kimetsu no Yaiba", ya que sus desarrollos en cuanto a historia y personajes me parecen claramente por encima de la media.
Así pues, tratando el Tanjiro demoníaco solo tengo una duda: ¿por qué? ¿cuál era la necesidad de traer a la vida una fantasía que muchos fans habían deseado solo para que esta durara poco más de un episodio? El hecho de transformar a Tanjiro en un demonio podría haber dado forma a un último arco en el que Nezuko humana hubiera jugado un papel consciente mucho más relevante que durante el resto de la historia - por ejemplo -. No obstante, finalmente que Tanjiro se convirtiera en un demonio no tuvo ni una sola consecuencia: ni muertes, nuevo arco, ni nuevos demonios ni nada similar. Un momento de enorme relevancia que en última instancia queda como una anécdota sin peso alguno.
Es cierto que alargar este punto en un nuevo arco podría haber sido lo que muchos describieran como una historia innecesariamente larga. Sin embargo, presentar la posibilidad y dejarla escapar tan solo unas páginas después supone casi más doloroso ante el 'y si...' que en ningún momento era ya una simple fantasía. Además habría sido un nuevo gran paso en la historia de Tanjiro, una repleta de dolor y sufrimiento que hacen de su victoria - la cual mayormente es absoluta cuando Nezuko abandona el estado de demonio - una para el recuerdo, y una que, nuevamente, encuentra sus bases en esa fuerza de voluntad que otros tantos personajes han exhibido.
De tal forma, dejando a un lado lo que puedo acabar por entender - haciendo un esfuerzo - como un mínimo desarrollo inesperado de la historia, debo tratar el episodio 205, el cual sí que cuya existencia no logro comprender. Como bien he mencionado, considero que uno de los puntos más fuertes de la narrativa de "Kimetsu no Yaiba" es esa voluntad a la que muchos personajes se aferran; una razón de vida que va por encima de cualquier raciocinio. Por ello, me ha sido imposible disfrutar de un episodio 205 en el que incomprensiblemente aparecían descendientes, múltiples generaciones después, de líneas genealógicas que a menos que no hayan sido aún explicadas eran completamente inviables.
¿Cómo puede ser, por ejemplo, que Sabito tenga un descendiente idéntico a él cuando en ningún caso tuvo descendencia directa alguna? Recordamos que en este caso el personaje falleció cuando tenía apenas 13 años, aunque esto no es lo que me ha 'chirriado' sobre el episodio 205. ¿Por qué las 'copias' de Rengoku y Tanjiro son capaces de recorrerse media ciudad haciendo todo tipo de parkour cuando parece ser que el descendiente de Tanjiro es un vago absoluto? No hay que olvidar que Tanjiro era una persona totalmente normal antes de acceder al entrenamiento que le permitió convertirse en un cazador de demonios, por lo que generaciones después parece bastante improbable que las capacidades físicas naturales hayan incrementado masivamente sin necesidad de esfuerzo alguno.
En última instancia, lo que verdaderamente me inquieta del capítulo 205 es que por tal de complacer a ciertos lectores, Koyoharu Gotouge ha optado por caricaturizar su universo en una 'fotografía' en la que ver una vez más a todos los rostros pero estando estos vivos. No puedo evitar sentir, pues, que esto en cierta medida supone dar la espalda a los sacrificios de personajes como los mencionados Rengoku, Shinobu o Tamayo, para los cuales la historia estuvo siempre por encima de cualquier otra 'necesidad'.
Como conclusión quiero destacar que no considero el final de "Kimetsu no Yaiba" como uno malo, pues por lo menos ha evitado los vicios de otros, pero sí que me deja una sensación de vacío un tanto decepcionante. En cualquier caso, no dudaría en recomendar esta historia a cualquier interesado, pues pese al odio que ha llegado a recibir en redes sociales consigue hacer muchas cosas mejor que otras obras de su misma línea. Solo deseo que el siguiente trabajo de Koyoharu Gotouge se mantenga 100% fiel a sí mismo hasta el más último de los compases.
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