De todas las series que llevo viendo desde el inicio de la temporada de invierno, probablemente mi favorita esté siendo Sono Bisque Doll wa koi wo Suru (con permiso de Kimetsu no Yaiba). La historia de Marin y Gojo me está divirtiendo y entreteniendo a unos niveles que no esperaba, pero lo que sí que no me veía venir ni por asomo, es que en sus episodios se incluyesen algunas reflexiones de lo más interesantes.
Desde que escribo sobre anime, a menudo me he preguntado a mí mismo cuál es el valor real de que cada producción tenga un diseñador de personajes entre el staff técnico. Sí, se que el aspecto de los personajes de una serie animada es algo importantísimo, pero en los casos en los que tan sólo hay que "copiar y pegar" (con perdón) los diseños del manga o novela que adaptas, pues hay veces en las que pensaba que quizás no era un rol tan clave.
El episodio 11 de Sono Bisque Doll wa koi wo Suru logró despejarme todas las dudas que me generaba este tema de un plumazo, y todo gracias a un monólogo interior de Gojo en el que hace una reflexión sobre este mismo tema.
Señoras y señores, ahí tenemos el verdadero valor de un diseñador de personajes en anime. Siguiendo con el ejemplo de Sono Bisque Doll wa koi wo Suru, Gojo terminó un traje espectacular de la súcubo que contenía elementos inventados por él, y los cuales quedan de maravilla con el estilo del personaje. Lo que hizo fue estudiar el manga y pensar en cómo podría llevar más allá el concepto original de su autor. Tras esto solo tengo palabras de agradecimiento para este anime, pues me ha dado una lección que me ha abierto los ojos.
Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru cuenta la historia de Wakana Gojo, un joven que aspira a ser un artesano de muñecas tradicionales y que acabó traumatizado cuando un amigo se burló de él de niño por su afición. Ahora pasa sus dias en la preparatoria/el instituto siempre solo, dedicado a sus creaciones en la sala de economía doméstica, y personas como su compañera Marin Kitagawa, una chica siempre a la moda y rodeada de gente, parecen de otro mundo. Lo que no esperaba es que cuando Marin lo viera cosiendo a solas decidiera arrastrarlo a su propia afición secreta: el cosplay.
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