Después del incidente de Will Smith en la ceremonia de los Oscars, la estrella de Hollywood ha vuelto a la industria con uno de sus proyectos más populares. Smith y su coprotagonista, Martin Lawrence, actúan también como productores de Bad Boys: Ride or Die, bajo la dirección de Adil El Arbi y Bilall Fallah, que repiten después de haber actualizado la saga hace cuatro años. La cuarta película de la franquicia, en un periodo de treinta años, funciona como un lugar seguro para que su protagonista vuelva, una sensación que se traslada al resultado de la misma.
Un legado en juego
La historia comienza de forma emotiva con la boda de Mike Lowrey (Will Smith) y Christine (Melanie Liburd). Durante la celebración, un Marcus Burnett (Martin Lawrence) que disfruta de la fiesta, termina sufriendo un infarto por culpa de su alimentación. La relación de Marcus con el azúcar será una de las bromas recurrentes de la película, así como su experiencia cercana a la muerte, que determinará la actitud del personaje durante la historia. Después de este ataque cardíaco, Marcus regresa del hospital con la energía renovada y una falsa sensación de inmortalidad que le pondrá en riesgo en más de una ocasión, pero que sirve de vehículo para disfrutar de varias escenas de acción cinética.
En la otra cara de la moneda tenemos a Mike, comprometido con su esposa, con su hijo en la cárcel y con su mejor amigo en el hospital. El miedo de perder a sus seres queridos le invade, y le provoca unos ataques de pánico que el acompañarán durante todo el viaje, siendo el principal reto que superar en su arco narrativo. La muerte del Capitán Howard, su mentor, sigue presente, y acaba de ser incriminado después de su muerte por conexiones con el cartel. LosDos policías rebeldes no permitirán que el legado de Howard quede manchado, por lo que trabajaran al margen de la ley para llegar al fondo del asunto con Armando (Jacob Scipio), hijo de Lowrey.
La evolución de Mike y Marcus funciona con éxito
Nuestros protagonistas cuentan con una edad de 59 y 55 años, así que de alguna forma debe hacerse notar el paso del tiempo. Los directores Adill El Arbi y Bilall Fallah han encontrado la fórmula para solucionar este problema, de manera individualiza. Marcus Burnett, acostumbrado a ser el más cobarde de la pareja, sufre un repentino cambio de actitud a través de su experiencia con la muerte. Esto se ejemplifica muy bien con la primera secuencia de la película, cuando el agente de policía sufre náuseas por la conducción frenética de Lowry. Por otra parte, Mike es un hombre de acción que todavía se conserva en un estado de entrenamiento impecable. En su caso, la vulnerabilidad surge por una barrera mental y emocional, que no física. En ambos casos, los policías de Miami evolucionan con éxito sin dejar de lado las secuencias de acción explosivas que tanto gustan a los espectadores de la saga.
Will Smith apuesta por lo seguro en su regreso a Hollwyood
Sin embargo, este arco narrativo es el único riesgo que toma la película. Las disputas humorísticas entre los dos agentes, la banda sonora y la acción desmedida continúa en su línea. Bad Boys: Ride or Dieofrece al espectador todo lo que espera, en el buen y mal sentido de la frase. La reconciliación entre Lowry y Armando es previsible, así como el desenlace de la cinta. La película no defrauda, pero siendo la cuarta entrega de la franquicia esperaba un movimiento más arriesgado. La sensación final es que Will Smith ha apostado por lo seguro para volver a Hollywood, asegurando un éxito modesto. Dicho esto, Abdill El Arbi y Bilall Fallah se han esforzado en aumentar la calidad de las secuencias de acción con el uso de diferentes técnicas, incluyendo una secuencia con SnorriCam que asemeja los juegos de tiros en primera persona. Bad Boys: Ride or Die es una divertida secuela que cumple con las expectativas, pero que no mejora lo anterior ni ofrece nada nuevo a los espectadores.
Las disputas humorísticas entre los dos agentes, la banda sonora y la acción desmedida continúa en su línea. Ofrece al espectador todo lo que espera, en el buen y mal sentido de la frase. La película no defrauda, pero siendo la cuarta entrega de la franquicia esperaba un movimiento más arriesgado. La sensación final es que Will Smith ha apostado por lo seguro para volver a Hollywood, asegurando un éxito modesto. Bad Boys: Ride or Die es una divertida secuela que cumple con las expectativas, pero que no mejora lo anterior ni ofrece nada nuevo a los espectadores.
Escenas de acción desmedida
La química entre Will Smith y Martin Lawrence sigue intacta
Redactor de cine y series y Técnico Superior en Realización de Proyectos Audiovisuales. Aficionado a los cómics, la fantasía y la ciencia ficción. Siempre con una película en la cabeza.