Quitarle todo el valor al final de un viaje para dárselo al propio camino es poético, y sí, suele tener sentido. Pero cuando se hace una inversión de 10 años en narrativa, el retorno de dicho esfuerzo debe verse reflejado en algo más que un cliffhanger. Con esa idea en mente se embarcaban los hermanos Russo en una de las misiones más complejas que ha visto la historia del cine. "Vengadores: Endgame" debía ser una bestia polifacética capaz de satisfacer deseos tan dispares como incompatibles. ¿Cómo responder a una empresa así? Como siempre lo han hecho los directores; Saliéndose por la tangente para proponer temas que ni siquiera estaban en la conversación.
44 horas y 58 minutos después de poner la primera piedra del edificio, Marvel Studios se arroja al precipicio para atar cabos sueltos, parchear haciendo justicia en determinados puntos de su universo, y plantar semillas de cara al futuro. La única forma posible de hacer eso pasaba, claro, por dar una respuesta al desalentador final de "Vengadores: Infinity War", pero no desde la posición belicosa de dicha cinta. Los directores encuentran en el propio chasquido de Thanos una excusa bien traída para ralentizar el ritmo buscando la exposición por encima de la acción. “¿Qué hacemos cuando todos se han ido?”, rezaba una pancarta presente en el tráiler. Esa es la verdadera respuesta a la que se enfrentan los Russo.
No de un segundo asalto, ni siquiera de una venganza -paradójicamente-, sino de una solución a tanto dolor. Todos han perdido, y eso se siente desde el minuto uno de metraje. "Vengadores: Endgame" abandona el aire de épica que portaba su precuela, y se ciñe a un tono mucho más melodramático que permite enfatizar el peso de los diálogos desde el punto de vista sentimental. Algo que solo funciona gracias al contexto en el que llega la película; Un viaje acumulativo de una década que los directores toman como base para tratar al fan desde una posición aventajada. Esto no es una nueva saga. Aquí no hay ni presentaciones ni explicaciones tediosas. Es el cierre de una etapa construido en base a un conocimiento que se da por absorbido.
Ahora bien, a pesar de adoptar un tono predominantemente más narrativo, la película sigue sin renunciar a la esencia del propio UCM. Destila un aire único en todo el universo, pero sigue conectado por el mismo lenguaje común construido durante los últimos años. Las interacciones entre determinados personajes son tal y como esperan los fans de los cómics, y como podrían esperar los espectadores de las películas previas. En ese sentido la coherencia en la evolución de los héroes es meritoria, teniendo en cuenta que hablamos de un reparto casi interminable de héroes con bagajes y experiencias únicas. Ese es el nudo que logra resolver la película de forma milagrosa. Mientras en "Infinity War" nos topábamos con un montaje milagroso trufado de acción, en esta ocasión hablamos de una quimera narrativa en busca de ese equilibrio imposible.
Pero al igual que ya sucedía el año pasado, el balance se vuelve a quedar una vez más fuera de alcance. El hueco dejado por los caídos en combate es tomado por Capitán América, Viuda Negra, Hulk, y compañía, pero entre todos ellos sigue habiendo personajes con más protagonismo que otros. Los hermanos Russo no se plantean "Vengadores: Endgame" como una tarta a repartir para contentar a los fans. La historia siempre prevalece y la participación del reparto solo cumple un papel funcional. ¿Necesitamos a Rocket para conectar con el dolor de Thor? Recurrimos a él. ¿Necesitamos a Nébula para recuperar a Thanos? La tenemos en pantalla.
La trama principal está medida con pulso de cirujano, y apenas hay momento para el aburrimiento. Pero eso también lleva al ostracismo a determinados héroes que por un motivo u otro no tienen demasiada importancia para la misión. Esto lleva a un reparto del protagonismo completamente dispar, alejado en gran medida de lo que la comunidad de fans se espera encontrar. Ciertos personajes se quedan con dos escenas escasas que no llegan al minuto, mientras que otros acaparan tramos completos de metraje. De hecho, las tres largas horas de película no sirven tanto para desplegar una batería incesante de combates, sino para que los directores vayan jugando con este puzle de propósitos en busca de combinaciones sorprendentes.
¿Sale bien la apuesta? No se puede decir que el trabajo de los Russo durante los dos primeros actos sea impecable. En determinados momentos se enredan más de lo necesario dando vueltas en torno a los mismos conceptos, y en otros pecan de condescendientes ante una trama menos compleja de lo que parece. Un problema que de no ser por el interés que suscitan los propios protagonistas, podría haber terminado por estropear el conjunto. Pero claro, con un elenco así cualquier obstáculo es insignificante. La tensión-aunque maquillada- se va gestando en una exposición larga (mucho), para llegar a un desenlace que, sí, lo justifica todo.
Cada una de las decisiones tomadas encuentran su explicación en la verdadera joya de "Vengadores: Endgame"; Un clímax de tal carga sentimental que resulta complicado sobrellevar sin acabar con lágrimas en los ojos. Tristeza, alegría, emoción, miedo, esperanza. El cóctel de pulsiones que recorren el cuerpo es casi indescriptible. Aquí es donde realmente confluyen los 10 años de narrativa, y donde los fans, que vienen buscando prolongar las sensaciones de "Infinity War", reciben su tan deseado regalo. El UCM termina colando como un embudo todo lo que ha creado en un épico final capaz de cerrar algunos arcos, abrir otros, y marcar un punto de inflexión del que no se escapa absolutamente nadie. De por medio no faltan las referencias -evidentes- a las viñetas, y alguna que otra frase rimbombante capaz de erizar la piel hasta del más insensible.
Cierto es que este broche de oro goza de una intensidad mayor que el de "Infinity War", pero si funciona con más impacto no es solo por su propio desarrollo. La tediosa marcha de más de dos horas, que sirve de antesala para el cierre, se revela como un trampolín más que efectivo que logra exponenciar todo lo que aparece en pantalla. ¿Es todo lo que se esperaba del final? Sí, y mucho más. La película toma contacto de tierra de forma tímida y renqueante, pero con el paso de los minutos se va haciendo más y más fuerte hasta sobrepasar cualquier expectativa posible. Y es que a pesar de contar con un respaldo más que sólido, los Russo lo deciden apostar todo arriesgando en no pocas ocasiones, y volcando una pasión que excede lo visto en cualquier otro blockbuster de las últimas dos décadas.
El “what ever it takes” espumea en un festival de fanservice que eleva la experiencia hasta cota inimaginables. Claro que el sacrificio para llegar hasta ahí deja por el camino a algunos en un doloroso segundo plano, y a otros retratados de forma estúpida desde la comedia -mucho más presente en esta ocasión-. Pero "Vengadores: Endgame" no era ni la película de Thanos -protagonista en la precuela-, ni la de ningún otro personaje en particular. Era el cierre de una historia, que tras 10 años conquistando corazones, ahora logra grabarse a fuego en la memoria del cine y en la de todos los fans.
Gracias.
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