Han transcurrido 5 años pero el apocalipsis persiste. El universo de Dmitry Glukhovsky ya ha demostrado en varias ocasiones tener lo necesario como para dar a luz una saga de historias absorbentes. Lo hizo sumergiéndose en la oscuridad de un mundo arrasado por las ambiciones del hombre, y con un drama gris que penetraba hasta a sus personajes. Los ucranianos de 4A Games supieron ver el potencial de las novelas, creando una franquicia que a día de hoy no ha dejado de evolucionar acercándose a lo siempre debía haber ido el primer videojuego del estudio. Metro Exodus es la consecución de ese camino, un título que ha ido atrayendo las miradas de medio mundo con cada aparición, y que de cara a su lanzamiento final ha decidido hacer una pequeña parada en Madrid.
La capital española acoge este fin de semana la última edición de la Madrid Games Week, y allí Xbox ofrece de forma inédita la posibilidad de retomar la historia de Artyom justo dos años después de lo eventos vistos en Metro: Last Light. Ha sido un largo recorrido comercial por parte de Deep Silver desde que mostró el juego por primera vez en el E3 del año pasado, y tras una estelar aparición en la Gamescom de hace unos pocos meses, ya había ganas de probar el potencial real de esta bestia técnica. Y es que dejando de lado el hipnótico universo de la saga, la nueva entrega ha destacado desde un primer momento por su aparente renovado apartado visual. ¿Está realmente a la altura?
Como ya viene siendo costumbre en las demos presentes en este tipo de ferias, lo que nosotros pudimos probar en Xbox One no era más que una sección del título prefabricada para mostrar las posibilidades que brinda a nivel jugable. No contamos con un contexto de la historia y en este caso ni siquiera veíamos el menú principal. Sabemos por supuesto gracias a la cobertura y las entrevistas realizadas hasta el momento que nos estamos metiendo de nuevo en la piel de Artyom, quien tras tener un hijo con su esposa Anna, ahora sale a la superficie del devastado mundo para encontrar un nuevo hogar más seguro. Nuestro protagonista ha cambiado, pero lo que sigue igual es la brutalidad de un mundo lleno de milicias, monstruos, y oscuridad.
En poco menos de un minuto Metro Exodus nos deja claro que seguimos recorriendo el camino de un superviviente. Si bien es cierto que después de ver distintos gameplays parecía que el estudio abandonaba esa vertiente de gestión de recursos y de vida, para optar por un esquema shooter más orientado a la acción, lo que en realidad nos encontramos aquí es un entorno recreado con mucho más mimo, pero con la misma crueldad de siempre. La demo nos lanza directamente al borde de un lago rodeado de un bosque en su decadencia otoñal. Los tonos anaranjados y la luz crepuscular del sol lo cubren todo. Y esto, lejos de ser un simple detalle, condiciona por completo la exploración del escenario. El trabajo de 4A Games con la iluminación es simplemente exquisito, desmarcándose con soltura de la oscuridad recurrente de las últimas entregas.
A nivel artístico la saga sí ha progresado hacia un mayor derroche en todos los sentidos, pero la esencia jugable, y las mecánicas que dieron forma al primer juego siguen ahí. Comenzamos con tres armas; una escopeta recortada, un fusil automático clásico con mira de punto infrarrojo, y a los pocos pasos encontramos una ballesta. Esta última sabemos por distintos vídeos que será fundamental en el arsenal a lo largo de la partida. Todas ellas por supuesto nos llegan casi sin munición, obligándonos ya desde el principio a rebuscar en cada esquina para recoger materiales, y a optar por el sigilo siempre que escuchemos un ruido extraño. La austeridad en cuanto a recursos contrasta con lo abrumador del paisaje, del silencio, y del sonido del viento moviendo las hojas de los árboles. Cosa que se disfruta más si cabe gracias al movimiento tan fluido del personaje por un escenario que engaña a primera vista.
Aunque los desarrolladores ya lo venían avisando, no deja de sorprender. Metro Exodus sale al exterior, pero no opta por el mundo abierto. Nos encontramos ante un título semilineal que, como tantos otros, nos va marcando el camino con pistas bien escondidas en el escenario. Las rutas que seguimos son además lo suficientemente amplias como para poder perdernos en ellas explorando recovecos, entrando en casas, y repasando una y otra vez nuestros pasos para asegurarnos de haber arramplado con todos los objetos dispuestos por los suelos. Esta decisión narrativa aunque puede resultar algo controvertida, entendemos que facilita la gestión que puede hacer el estudio de los recursos, desembocando en un apartado gráfico más potente. Además no debemos olvidar que en esta saga la historia nos viene dada, no la construimos nosotros –dejando de lado las opciones de diálogo-.
Hasta aquí nada sorprendente; seguimos siendo un pobre rapiñador siempre en el último eslabón de la cadena. Hasta que llega el combate. Metro nunca ha sido una saga con un gran gunplay, y sus virtudes se destacaban en otros apartados. Pero si hay algo en lo que realmente han puesto esfuerzo y dedicación los chicos de 4A Games eso ha sido en la sensación de disparo, y la inteligencia artificial. En lo que respecta a lo primero, se ha encontrado un equilibrio entre el apuntado descontrolado de otros shooter, y una suavidad intencional para facilitar algo las cosas a la hora de detectar enemigos. La clave aquí no es tanto la puntería, como sí la gestión que se hace de las coberturas y el movimiento por la zona del tiroteo. Entendiendo que estamos en un universo arrasado por la guerra, los escombros no escasearán. Sin embargo, con eso no basta para salir victoriosos. Aquí cada bala cuenta, y cada paso es crucial.
Durante la demo nos topamos con un campamento enemigo en el que unos sujetos ya nos advierten al acercarnos para que nos demos la vuelta. El juego por supuesto rápidamente te ofrece una ruta alternativa por el río contiguo para poder acceder a la zona, y es entonces cuando comienza el verdadero sufrimiento. Si bien la barra de vida es generosa -nos permite aguantar una buena decena de tiros-, la munición es más bien pobre. Con lo que llevamos encima solo podríamos acabar con un par de enemigos, y tras eso, es cuando viene la magia. Movernos para recoger las armas y los objetos de los abatidos no es una opción en Metro Exodus, es una completa obligación. La cosa se complica todavía más cuando detectamos que estos enemigos se cubren de forma inteligente, retroceden, e intentan rodearte mientras reproducen improperios.
No hemos visto el tan mencionado tren The Aurora, ni explorado las posibilidades de interacción con otros NPCs, ni tentado el peligro de la radiación -la máscara sigue presente- pero es evidente que el componente estratégico de la franquicia sigue más vivo que nunca. Tras una entrega que ya sorprendió por la fuerza de su historia, solo cabe esperar que 4A Games vuelva a desatarse con un episodio, que sin bien no está confirmado, huele a desenlace final para nuestro protagonista. Si a esto le sumamos un abrumador apartado gráfico, no hay que ser un lince para saber que estamos ante uno de los títulos más sólidos y potentes de todo el próximo 2019. Metro Exodus saldrá a la venta el próximo 22 de febrero en Xbox One, PlayStation 4, y PC.
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