El impactante desenlace de Saltburn arroja luz sobre las maquinaciones ocultas tras la obsesión de Oliver Quick por Felix Catton y la opulenta finca de Saltburn. Desde su presentación como un solitario marginado en la prestigiosa Universidad de Oxford hasta el revelador clímax, la película de Emerald Fennell desentraña lentamente los retorcidos hilos de la mente de Ollie, interpretado magistralmente por Barry Keoghan.
La trama se desenvuelve en una danza intrigante entre Ollie y Felix, donde la fascinación de Ollie por el estilo de vida despreocupado de su amigo desemboca en un plan maestro. Similar a la dinámica explorada en el clásico El talentoso Sr. Ripley, Ollie se revela como un parásito humano, cuyo objetivo es usurpar la riqueza y el estatus de los Catton. Así, se infiltra poco a poco en el día a día de la familia y va envenenando sus vidas lenta y metódicamente.
El clímax se precipita con la repentina muerte de Felix, aparentemente por una sobredosis accidental. Sin embargo, la verdad macabra se devela en los minutos finales: Ollie confiesa haber envenenado a Felix durante la fiesta de cumpleaños de este último, utilizando la cocaína suministrada por Farleigh. Este acto maestro le permite a Ollie eliminar a dos herederos de Saltburn de un solo golpe. Más adelante también se deshace fríamente de Venetia, haciendo que parezca un suicidio.Vale
Más adelante la película da un salto en el tiempo, mostrando a Ollie viviendo lujosamente con el dinero que le dio James para que abandonara Saltburn. Han pasado años y Ollie ha esperado pacientemente hasta que se entera de la muerte natural de James y decide regresar a la mansión, donde se encuentra “por casualidad” con Elspeth. Poco después vuelve a entrar en su vida y acaba por terminar también con ella, completando su macabro plan.
El desenlace deja a Ollie como el último hombre en pie, reclamando la propiedad de Saltburn, revelando que su supuesto amor por Felix fue eclipsado por una codicia despiadada. Este final sin ambigüedades confirma a Ollie como un sociópata y asesino, cuyas acciones fueron impulsadas únicamente por el deseo de poder y riqueza. Así, podemos entender que esa fachada aparente de niño confuso e inocente terminó por convertirse en un disfraz para ocultar sus crímenes.
En última instancia, Saltburn es un thriller oscuro que explora los extremos a los que puede llegar la obsesión, la mentira y la traición. Emerald Fennell logra tejer una narrativa impactante, dejando al público con la impresión duradera de que, en el juego retorcido de Ollie, la familia Catton fue desmantelada pieza a pieza para satisfacer su insaciable apetito por la opulencia y el poder. Además, este intrigante giro le da la vuelta a todas las dinámicas de la película, que comienza mostrando a Ollie como alguien vulnerable y desvalido.
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