Hace ya unos años desde que Rare y Microsoft daban a conocer el nuevo y ambicioso proyecto en el que se encontraban uniendo fuerzas, Sea of Thieves, un videojuego ambientado en la época dorada de la piratería y que nos pondría en la piel de uno de estos lobos de mar para vivir, precisamente, la vida de un pirata. Tras muchos meses de espera con una buena cantidad de hype por el medio, finalmente Sea of Thieves ha visto la luz y todos hemos podido hacernos a la mar.
Durante los primeros días que Sea of Thieves ha pasado en el mercado la obra de Rare ha triunfado de forma contundente tanto a nivel de jugadores, superando el millón de usuarios individuales en tan solo 48 horas, como en plataformas de vídeo, en donde ha superado por momentos a juegos como Fortnite o League of Legends. Pero, ¿realmente merece la pena la obra? Nosotros ya hemos podido dedicarle unas cuantas horas y, si queréis conocer qué es lo que nos espera en la obra de Rare, os invitamos a que nos acompañéis en nuestro análisis de Sea of Thieves.
Sea of Thieves es una obra que desde el primer momento nos deja claro que se trata de un título muy diferente de prácticamente todo lo que hayamos jugado. Ya de principio nos damos de bruces con que el HUD se encuentra reducido al mínimo y no hay una historia que nos guíe; no hay minimapa, no hay indicaciones de qué hacer o hacia dónde ir y, en general, se prescinde de todas las artimañas que son, a día de hoy, algo muy estándar en los videojuegos a la hora de guiar y dar información al usuario. En este sentido, Rare ha hecho un increíble trabajo a nivel de diseño, dándole una vuelta de tuerca a todo lo que consideramos normal en la industria y proponiendo una alternativa real.
El núcleo de la experiencia jugable se encuentra en los navíos que podemos manejar, y todo se construye a partir de ellos, comenzando por las mecánicas. Sea of Thieves propone algunas mecánicas inusuales que, por un lado, se adaptan a lo que el título propone, meternos en la vida de un auténtico pirata; y que por otro lado son la ingeniosa respuesta de Rare a la práctica retirada del HUD. A pesar de que podemos jugar solos y manejar un pequeño velero por nuestra cuenta, tanto las naves pequeñas como las grandes están claramente creadas para ser llevadas por una tripulación. Debido a que no hay un minimapa ni nada por el estilo, tendremos que tener en cuenta la posición del barco mirando un mapa de verdad, orientarnos usando una brújula y aprovechar la dirección del viento de forma que podamos sacar el máximo provecho del clima que nos toque vivir. Y cuando llegamos a tierra, más de lo mismo; nos tocará usar la brújula, explorar y apoyarnos en nuestros camaradas para dar con los diferentes objetivos.
Todas estas mecánicas son lo que conforman el peculiar apartado jugable de Sea of Thieves y lo que constituye principalmente su esencia. El juego consigue, a través de este ejercicio de diseño, contar con una personalidad muy marcada y ofrecer una experiencia diferentes del resto de videojuegos del momento. La capacidad del juego para sorprender de primeras al jugador y ofrecer una experiencia sandbox cooperativa es, sin duda alguna, la baza más fuerte de este Sea of Thieves.
Y es que precisamente en el apartado multijugador reside uno de los grandes aciertos del juego. El núcleo jugable está en la navegación y, aunque hay diferentes misiones, estas nunca nos limitan y podemos tenerlas activas mientras viajamos por otros lugares, exploramos otras islas y vivimos aventuras de forma paralela. Tal vez mientras buscamos un tesoro nos topemos con otro aguerrido lobo de mar y debamos modificar nuestro rumbo para evitar ser abordados (o para abordarle nosotros). Y esta especie de jugabilidad emergente es uno de los puntos más fuertes. Podemos realizar dos veces la misma misión y, sin embargo, las aventuras que vivimos a lo largo de ella no tienen por qué tener nada que ver. Todo ello le da un toque mucho más especial a Sea of Thieves, hace que nunca sepas qué viene después y aumenta la sensación de estar realmente viviendo aventuras.
El núcleo jugable de Sea of Thieves es, como os comentábamos más arriba, la navegación; pero esto entraña un gran peligro. Navegar no es sencillo y la obra de Rare no es un simulador, por lo que la navegación se ha simplificado y a bordo del barco apenas hay un par de tareas que llevar a cabo. Es cierto que durante las primeras horas de juego estaremos maravillados con la sensación de surcar los mares, atravesar tormentas y atracar en costas paradisíacas. Pero cuando tenemos que pegarnos el viaje de 10 minutos de vigésima vez, la cosa empieza a dejar de tener gracia y lo único que esperamos es que un barco enemigo se cruce en el camino para darle un poco de vida al asunto.
Y esta sensación de pesadez, de que Sea of Thieves se torna algo tedioso, no se restringe únicamente a la navegación, sino que toda la obra adolece de este problema. Los distintos encargos son la manera de hacer dinero en el juego y, aunque las primeras veces que los hacemos son divertidos, la monotonía se apodera de ellos rápidamente, puesto que son un calco del anterior. Hay tres tipos de misiones, las que nos llevan a recoger animales, con las que desenterrar tesoros y con los que hacer frente a hordas de esqueletos. Cada una de las misiones se genera de forma aleatoria, pero, de forma general, todas son iguales: vete a este lugar, pelea, cava o atrapa un animal y vuelve para conseguir tu recompensa. Así de forma constante.
Con esto sobre la mesa, la monotonía se apodera de la jugabilidad y lo único que puede salvar la situación es un sistema de progresión. Por desgracia, la progresión se queda muy lejos de salvar nada y se hunde junto a las misiones. Nuestro personaje no tiene un nivel como tal, sino que cuenta con un sistema dividido en tres niveles correspondientes a las diferentes facciones del juego (son las que nos otorgan los tres tipos de misiones). A medida que completamos encargos vamos subiendo de nivel con estas facciones y accediendo a mejores recompensas por completar nuevos encargos. Hasta aquí todo bien. El problema viene cuando nos damos cuenta de que todas las recompensas son oro (la moneda del juego). Bueno, algo habrá para comprar, ¿no? Pues lo cierto es que aquí es donde nos llevamos una triste sorpresa, ya que la tienda del juego solo incluye variaciones cosméticas que, además, no son nada abundantes.
Todo el incentivo para superar la monotonía impuesta por las misiones en Sea of Thieves es, simplemente, tener un gorro más bonito que el de al lado. Ah, pero espera, la variedad de cosméticos es tan escasa que probablemente ambos tengáis el mismo. Con las armas y el barco ocurre lo mismo; las mejoras se reducen a objetos cosméticos que no aportan absolutamente nada a la experiencia, excepto el tiempo perdido intentando recaudar la absurdamente alta suma de dinero que se pide por algunos objetos.
En suma, todo el contenido de Sea of Thieves está desbloqueado desde el principio y es tan escaso que en apenas cuestión de 3 horas podremos haber visto fácilmente el 90% de lo que el juego tiene para ofrecernos a día de hoy, sumando además un sistema de combate sin demasiada profundidad ni trabajado. Es cierto que quedan algunas sorpresas como el Kraken pero todo el apartado jugable acaba reducido a hacer el canelo por el mar con un grupo de colegas, olvidándonos de lo que el juego nos propone porque, simplemente, no es divertido.
Desde el punto de vista más técnico, Sea of Thieves es una obra que llega al mercado de forma muy competente. la versión que hemos disfrutado es la de Windows 10 y, desde el primer momento, la obra ha estado a la altura a nivel técnico. Los bugs que nos hemos encontrado son escasos, el rendimiento no es nada malo y la calidad visual es muy buena. Pero es en el apartado artístico en donde Sea of Thieves saca a relucir todo su arsenal.
A nivel visual la obra de Rare resulta toda una delicia. El simple hecho de contemplar el mar desde nuestro velero es ya todo un disfrute. Las palmeras, las olas, la arena, la madera del barco, todo consigue resultar tremendamente espectacular y hacernos sentir que realmente estamos en el Caribe; estamos en este paraíso para hacer fortuna como lo hicieran los bucaneros hace siglos. Cabe destacar también el enorme trabajo realizado respecto a la paleta de colores, que cambia en función del momento del día y el clima, haciendo que suframos las tormentas en nuestras carnes y disfrutemos las mañanas soleadas y tranquilas.
Respecto al apartado sonoro nos encontramos con otro trabajo impresionante. La banda sonora es buena y adecuada a la temática, pero lo mejor lo encontramos en los efectos de sonido. Cada ola que rompe contra el casco del barco, cada tabla del navío crujiendo, todo ello se puede percibir como en un fondo constante y, sinceramente, el resultado final es simplemente espectacular. A nivel artístico nos encontramos con uno de los mejores videojuegos recientes.
Rare ha puesto sobre la mesa una obra con propuestas tremendamente originales, arriesgadas y que, sorprendentemente, funcionan a la perfección. Sin embargo, Sea of Thieves naufraga por otros motivos como la escasa variedad de objetivos, que se tornan tediosos pasadas apenas unas pocas horas, y el sistema de progresión que ofrece incentivos prácticamente nulos para continuar nuestras aventuras por el mar.
Es cierto que la experiencia multijugador es realmente divertida, ya sea en cooperativo o cruzándonos con otros jugadores contra los que luchar. Pero esto no resulta suficiente para sostener una obra que, a fin de cuentas y pese a la innegable calidad de su base, termina no resultando ni siquiera divertida. Se echa en falta mucho más contenido, más objetivos, más cosas que hacer, secretos que descubrir, lugares que explorar. Y duele ver el juego en estas condiciones porque el trabajo más complicado, que es construir una base original y buena, está hecho.
En resumen, Sea of Thieves es un mar mucho menos profundo de lo que nos gustaría. No lleva tiempo dominar sus mecánicas, la dificultad se puede solventar con una buena tripulación y todo lo que podemos hacer se reduce a tres tipos de misiones, dejando la experiencia naufragada en una isla desierta. Más allá de esto, Sea of Thieves es una auténtica obra de arte a nivel visual y sonoro, contando con un apartado artístico sobresaliente que es, sin duda alguna, lo mejor de la obra.
Rare ya ha manifestado su deseo de continuar trabajando con la comunidad para añadir más y mejor contenido en Sea of Thieves, por lo que no nos cabe duda alguna de que la obra llegará a buen puerto. Sin embargo, a día de hoy, Sea of Thieves es un producto que no resulta fácil recomendar a todo el mundo ya que, debido a los fallos que tiene, es capaz de transformar la diversión inicial en monotonía y aburrimiento al cabo de unas pocas horas.