Nací en Burgos. Muy cerca, a escasos 7 kilómetros, se encuentra Vivar. Allí nació una de las leyendas más importantes de la historia castellana, el Cid Campeador. Durante toda mi vida he mamado un sentimiento de profundo respeto por su figura. Como cualquiera de mis paisanos, he leído, visto y escuchado todo lo que la cultura popular ha plasmado sobre Rodrigo Díaz: el Cantar del Mío Cid, la película de Charlton Heston, la serie de "Ruy, el pequeño Cid"... También he aprendido sobre la verdad detrás de la leyenda: un prodigio de la guerra, un mercenario y un estratega que puso media Península Ibérica a sus pies.
Por ello, cuando Amazon Prime estrenó la primera temporada de "El Cid", me interesó particularmente el original enfoque que de él se hizo. Con una superproducción de primer nivel se retrocedió mucho más atrás del inicio de esa leyenda. Se nos presentó a un honorable Ruy, joven pero valiente, que debía encontrar su sitio en el Reino de León y demostrar su valía. Y, más allá de los gazapos históricos o de los problemas de guion, consiguió engancharme por esta nueva forma de profundizar en el mito. Ahora, la plataforma está a punto de estrenar su segunda temporada el próximo 15 de julio, que vuelve a dejar grandes aciertos y algunos errores.
Esta Corona es mía
Porque si hay algo que reseñar en esta segunda remesa de episodios de "El Cid" es la línea continuista que mantiene con respecto a lo visto hace unos meses. El Rey Fernando ha muerto y dividido el Reino entre sus hijos e hijas. Y, claro, ninguno está contento con la parte que le ha tocado. Esto desencadenará numerosos conflictos de intereses. Como ocurría en la primera temporada, la influencia de "Juego de Tronos" vuelve a hacerse evidente. Esto trae consigo una de las principales virtudes de la serie, su personalidad.
Habrá quien lo compre y habrá a quien esto le eche para atrás, pero con "El Cid" Amazon tiene claro lo que quiere y lo lleva a cabo sin pensárselo dos veces. La historia de los Reinos cristianos medievales en la Península tiene un potencial casi ilimitado por explotar. Conquistas, conflictos fraternales, alianzas estratégicas, batallas imposibles... Y para ello la compañía juega con el elemento ficticio. Parte de una realidad histórica, pero no tiene miedo a edulcorarla y reinventarla en pos de su narrativa.
El que en buena hora nació
Sin embargo, esta seña identitaria también acarrea uno de sus grandes defectos. En teoría la serie versa sobre las andanzas de Ruy por Castilla, León, Zaragoza, Galicia... Sin embargo, los verdaderos protagonistas de esta segunda temporada de "El Cid" son más bien Sancho, Alfonso y Urraca (con una Alicia Sanz estelar). El potencial del de Vivar está algo desaprovechado y, de hecho, la serie se atasca en más de una ocasión cuando este lleva demasiado tiempo fuera de pantalla o ejerciendo únicamente como apoyo colateral.
Es una pena, pues Jaime Lorente vuelve a dejar una actuación digna de elogio. Si en la primera parte Ruy era un muchacho lleno de inocencia y valor, ahora es un hombre quemado por el dolor de una realidad que él no puede controlar. La oscuridad se apodera de él y ese carácter queda reflejado en cada mirada llena de ira que le sale de las entrañas, en cada conversación tensa con Jimena, Amina o su abuelo, y en cada decisión que debe tomar contra sus intereses por el bien de la Corona a la que es fiel. El de Lorente no es un grandioso Cid de copia-pega salido de las fábulas populares ni las leyendas caballerescas. Se aleja de lo que imaginamos siempre del clásico buen vasallo, pero no pierde ni un ápice de respeto por la persona que se escondía detrás de la armadura. Un ejercicio de interpretación muy fresco y agradecido.
Lo mejor está por llegar
En la primera temporada, uno de los aspectos que más esperanzas dio fue el hecho de que, después de 5 episodios, la acción parecía estar a punto de comenzar. El guion no era (y sigue sin ser) el mejor, vale, pero la promesa de un futuro mucho más explosivo era clara. Y los tráilers y adelantos de esta segunda temporada de "El Cid" incidían en ello. Yo, al menos, quise creer. Al final, la promesa se ha cumplido solo en parte.
Precisamente el continuismo en el tono ha provocado que esta entrega sea casi una suerte de réplica de la anterior. Los líos palaciegos debían quedar en segundo plano para dar paso a épicas batallas. Y las hay, y son sensacionales, pero siguen siendo un agregado. "El Cid" no termina de arrancar como debiera, perdiéndose entre los pasillos de los castillos de Burgos y León con escenas que inciden una y otra vez sobre lo mismo. Hay un problema de ritmo que, eso sí, por suerte se va resolviendo a medida que avanzan los capítulos y empieza a correr la sangre. Una vez más, la serie acaba en alto con una invitación a soñar con una tercera entrega más emocionante.
Conclusión
En definitiva, la segunda temporada de "El Cid" no es fallida, ni mucho menos, aunque quizá no cumpla por completo con las expectativas generadas. Padece de los mismos problemas que los episodios previos a la vez que nuevamente se gusta con secuencias de asombrosas batallas y con interpretaciones, especialmente Lorente y Sanz, muy logradas. La ambientación vuelve a ser magnífica y realmente hay escenas que imprimen el verdadero potencial de la serie. La sensación final es de que se no se ha aprovechado del todo la oportunidad, ha faltado un golpe de gracia, aunque como conjunto el resultado vuelve a ser de lo más interesante. Y yo, que soy de las tierras del Campeador, voy a creer una vez más que lo mejor está a punto de llegar.
En definitiva, la segunda temporada de "El Cid" no es fallida, ni mucho menos, aunque quizá no cumpla por completo con las expectativas generadas. Padece de los mismos problemas que los episodios previos a la vez que nuevamente se gusta con secuencias de asombrosas batallas y con interpretaciones, especialmente Lorente y Sanz, muy logradas. La ambientación vuelve a ser magnífica y realmente hay escenas que imprimen el verdadero potencial de la serie. La sensación final es de que se no se ha aprovechado del todo la oportunidad, ha faltado un golpe de gracia, aunque como conjunto el resultado vuelve a ser de lo más interesante. Y yo, que soy de las tierras del Campeador, voy a creer una vez más que lo mejor está a punto de llegar.