Menos escala, más foco, y un ritmo mucho más apegado a los detalles que permiten desflorar el universo literario. Con "La materia oscura" la BBCse enfrentaba a un problema ya clásico de Hollywood, pero lo hacía desde un enfoque completamente distinto. La nostalgia, siempre como catalizadora de proyectos, empuja a rebuscar, rebozar y fundir ideas viejas o usadas, casi siempre con un resultado poco honroso. En este caso Jack Thorne ("Doctor Who") no mira hacia el único referente audiovisual con el que cuenta la trilogía de Phillip Pullman, sino hacia las propias páginas que sirvieron para dibujar aquella tambaleante adaptación. Lo hace con un espíritu reflexivo que en lugar de corregir, propone cosas nuevas, que falla pero lo intenta, y que cumple con unas expectativas cocinadas a través de un historial en el medio ligeramente embarazoso.
El punto de partida vuelve a ser "Luces del norte", el primer libro con el que se dio inicio a la saga en 1995. Vuelven las presentaciones, las explicaciones tediosas, y las exposiciones interminables de reglas y metarreferencias espesas. El piloto de la serie es un paseo tortuoso por todas esas señas de identidad que la cinta de Chris Weitz no tuvo oportunidad de detenerse a desarrollar. Con el formato episódico, el equipo de la serie es capaz de exprimir con elegancia todos esos elementos tan importantes para el devenir de la historia; el Magisterio y sus paralelismos con "Harry Potter", Lyra y su visión soñadora del mundo, el funcionamiento del polvo, los daimoniones, la sociedad jerarquizada por pensamiento y geografía. La barrera de entrada es alta pero sorprendentemente gratificante gracias a la paciencia de los guionistas hacia el espectador, y a su afortunado reparto de estrellas.
El mismo norte, la misma brújula
Un hombre misterioso acompañado de lo que parece un jaguar, se adentra en la noche con un bebe en las manos. Es Lord Asriel (JamesMcAvoy), uno de los estudiosos más venerados del Jordan College de Oxford, que se dirige hacia la institución a escondidas para dejar allí a Lyra, una niña muy especial que tendrá que criarse bajo la protección del Master (Clarke Peters). Gracias a un permiso concedido sobre las instituciones académicas llamado el “Santuario Escolástico”, esta joven puede crecer alejada de las intenciones maliciosas del Magisterio. Lo hará, claro, también ajena a todo el movimiento de fuerzas que se está dando en su mundo; a la guerra silenciosa entre aquellos que quieren seguir viviendo por encima de los ignorantes, y aquellos que quieren democratizar el conocimiento apelando a los principios de la ciencia. Todo un pastiche político y conspiranoico que regresa a la vida de la niña cuando Asriel vuelve de una de sus expediciones al Polo Norte.
¿Qué es el Polvo? El descubrimiento que este estudioso venido a héroe hace, pone en jaque a toda la milenaria institución. ¿Desmontar dogmas? ¿Sacar a la gente de la inopia? Entre los más veteranos cunde el miedo a lo desconocido, a una realidad que podría terminar con su forma de ver el mundo, y especialmente, con sus privilegios. Lyra, un espíritu aventurero con ansias de vivir experiencias, no puede resistir unirse al peligroso viaje de su tío para hacer valer la verdad. El plan parece perfecto: salir de la cárcel en la que está encerrada para conocer mundo junto a su mejor amigo, y el referente al que tantos años ha idolatrado. El problema es que no es consciente de la esfera de poder y manipulación que mantiene el mencionado Magisterio. De hecho, antes incluso de confeccionar ese deseado tour, el destino la devuelve a la realidad, cruzándola con quien será su peor pesadilla. Marisa Coulter (Ruth Wilson), como un caramelo envenenado, le entregará a la infante una espada de doble filo para que proceda a cortarse. Y sí, se terminará cortando.
No hay ni un ápice de sorpresa en el planteamiento. Revolotean los mismos tropos fantásticos de siempre; niña elegida debe salvar el día, fuerzas tenebrosas quieren apoderarse del mundo, unos son muy malos y otros son muy buenos. La mentalidad con la que hay que aproximarse a "La materia oscura" es clara, y no sorprende en absoluto. El libro de Pullman bebía de todos los referentes posibles, y buscaba sin reparos la rima fácil con la Iglesia y sus tejemanejes. Ignorando, con esto último, la polémica que avocó al fracaso a la película del 2007. Thorne solo toma ese material como base, y desarrolla en torno a él una narrativa algo previsible pero notablemente entretenida. El deleite de esta serie no ah de venir nunca de una sorpresa a nivel de guion que desde un principio no estaba concebida para estar ahí. Es en las formas, en los escenarios, en sus personajes, y en definitiva, en cómo encaja todo eso en pantalla, de donde salen las virtudes destacables que cabe mencionar. Hablamos de Dafne Keen y del suntuoso presupuesto que da fuego a los efectos visuales de la producción.
Envoltorio mágico
La joven estrella británica española que se dio a conocer en "Logan", obtiene aquí un papel con mucha más autonomía y matices. Keen pasa largas secuencias siendo el centro de atención de todas las cámaras, y resuelve siempre los obstáculos con elegancia y tesón. Sus movimientos en plano son increíblemente naturales, y sus miradas logran canalizar todos esos sentimientos que afloran de Lyra. En el primer episodio soporta el peso de ser el único referente cercano ante tanta información, pero no por ello decae. Es complicado pronosticar si ese talento sostenido se verá reflejado durante el resto de la temporada, pero resulta llamativo que ni siquiera se amilane frente a un talento internacional con tanta reputación como es James McAvoy. De hecho, este último cumple un papel meramente presencial en los primeros compases de la adaptación. Como si su presencia fuera un simple soporte para el vuelo de Keen.
"Overlord", "Doctor Who", "Rogue One"; estas tres importantes producciones son las pistas para entender el segundo pilar de "La materia oscura". Aunque ni el estudio británico ni HBO han puesto números encima de la mesa, la materialización del trabajo a nivel artístico de Jon Horsham, Dan Martin y Robert Wischhusen-Hayes solo responde a uno de los presupuestos más elevados que se han visto en televisión estos últimos años. La tarea de recreación no era especialmente sencilla para un proyecto de la pequeña pantalla. Pullman recurre constantemente a los daimonones y a todo tipo de criaturas y escenarios ficticios, para tejer su historia. La presencia de dichos elementos en pantalla es fácil de mantener en cine, pero no en términos de trabajos medios. Por eso resulta sorprendente que la presencia reiterativa de estas criaturas inteligentes no rompa la inmersión labrada por el guion. Que el reparto logre trabajar rodeado de pantallas verdes sin perder naturalidad, y que la posproducción le dé a todo un acabado plenamente cinematográfico.
Conclusión
Con las cartas sobre la mesa, no es atrevido asegurar que "La materia oscura" tiene los recursos necesarios para convertirse en una de las propuestas familiares más interesantes del año. Sin buscar comparaciones erróneas con "Juego de Tronos", el universo de Pullman ofrece una vía de escape más que interesante, que no augura sorpresas ni impactos emocionales, pero que sí impregna de la fantasía más pura un medio obsesionado con la vanguardia que ofrece la oscuridad de lo adulto. De como crezca a partir de ahí, ya determinará si vuela hacia la etiqueta de saga, o se queda en un segundo intento fallido para la trilogía. Por el momento ya hay en marcha una segunda temporada, y no parece que las ambiciones se vayan a diluir. El pasaje al barco habrá que aceptarlo o rechazarlo a tiempo.
La BBC y HBO consiguen despegarse de la adaptación cinematográfica con un acercamiento al universo de Phillip Pullman mucho menos ambicioso. La reducción de escala permite a Dafne Keen brillar en una apuesta de escena pomposa, y un guion previsible pero funcional. Su arranque entretiene sin miramientos.
El universo presentado es rico e interesante
Efectos especiales a niveles cinematográficos
Dafne Keen
Guion algo previsible
Escasa innovación derivada de la trilogía literaria