Lo digo sin miedo: disfruté como un niño pequeño con las anteriores temporadas de Élite, pero arqueé la ceja rápidamente cuando me percaté de que la mitad de mis personajes favoritos se marchaban. ¿Cómo iba a continuar la serie sin Carla o Lucrecia? ¡Qué leches! Es imposible, no habría ningún actor capaz de atraparme tanto como lo hicieron Ester Expósito o Danna Paola. Pero bueno, este viernes aparecieron los nuevos episodios en Netflix y claro, no podía dejar pasar la oportunidad de criticarlos si no me gustaban como yo esperaba.
Se me olvidaba. Netflix y Carlos Montero decidieron hacer cuatro mini capítulos, que en total suma como un episodio normal, en los que cerrar algunas tramas y abrir otras de las nuevas para despedir a los personajes de siempre como se merecen. Además, son necesarios para poder enlazar lo que pasó al terminar la tercera temporada y empezar la cuarta, por lo que os los recomendamos encarecidamente. Ahora bien, es obvio que bajo este formato no tienen la intriga habitual, y son más conceptos fanservice que harán las delicias de los seguidores de Carla, Guzmán o Caye, sobre todo ahora que, o bien han desaparecido, o su aparición en los nuevos capítulos será testimonial.
Podríamos decir que las tres primeras temporadas de Élite son casi oscuras, con muchos dramas que rodean a los alumnos de Las Encinas e intriga casi en cada escena, y yo definiría la cuarta como un cuadro fresco, luminoso, en el que también hay thriller como es obvio, pero siendo este un elemento más y no vertebrado de los nuevos capítulos. Esto implica que se acerca más a lo que supuso Física o Química para una generación que a lo que terminó siendo Élite hasta ahora.
Es decir, los personajes vuelven a cobrar protagonismo por encima del misterio que hay que desentrañar, sus relaciones y sus vínculos. Así, el amor, el poliamor, temas tan necesarios como el consentimiento o las fantasías más oscuras se tratan con total naturalidad, muy lejos del hermetismo que se veía hace más de una década en largometrajes como Mentiras o gordas, que retrataban a una sociedad adolescente casi caricaturesca que solo pensaba en el sexo, las drogas y la fiesta. Aquí los jóvenes tienen cuerpo, pero también mente; están perfectamente construidos y las nuevas incorporaciones son lo más.
Sobre esto último, he de decir que me ha sorprendido para bien que sus historias personales me hayan atrapado, porque tenía mucho miedo de que Lucrecia, Carla o Guzmán le hicieran sombra con facilidad. Hace falta más temporadas para lograr que sean tan icónicos como los mencionados, pero oye, que en esta primera incursión funcionan, y aunque para algunos de ellos esto de la actuación no es precisamente su futuro a largo plazo, tienen todos la suficiente personalidad como para brillar con luz propia.
En definitiva, si no os gustó Élite, no creo que os vaya a encantar ahora, pero oye, se nota un cambio en el tratamiento de los personajes que es bastante interesante, ya que ahora no se encuentran supeditados al misterio, sino a sus propios intereses. Y esto es lo que hizo a Física o Química triunfar durante su primera etapa, y posteriormente, durante El Reencuentro que se llevó a cabo en ATRESplayer Premium. Si queréis pasar ocho horas entretenidos comiendo palomitas junto a vuestra pareja o amigos, pues Élite sigue siendo la mejor opción en lo que a ocio se refiere dentro del catálogo de Netflix, ya que pocas series son tan divertidas como esta
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