Millones de espectadores recordarán Vis a Vis como aquella serie que 'no parecía española' y que redefinió la industria televisiva de nuestro país con una apuesta que recordaba a Orange is the new black, pero aún más dramática y si el humor negro que caracterizaba a la americana. Maca y Zulema, aunque sin olvidar a Rizos y Saray, fueron las dos protagonistas esenciales de una ficción frenética, en la que en cada capítulo sucedía algo, y que pese a ser cancelada tras su segunda temporada, volvió en FOX con 16 episodios más que cerraron de forma satisfactoria la historia vital de estas presas.
Entonces, ¿cómo hemos llegado a Vis a Vis: El Oasis? El equipo creativo de la serie original nos mostró, en forma de epílogo, la vida de Maca y Zulema fuera de la cárcel: un atraco a una joyería que abría toda una puerta a un posible spin-off centrado en ellas. ¿El problema? Dicha serie no ha funcionado, a falta de ver el último capítulo, y la culpa la tienen unos guionistas que se han fijado más en referentes como La Casa de Papel (no es para menos, ya que Álex Pina es el nexo de unión entre ambos proyectos) que en su producción original.
Os dejamos una serie de razones por las que creemos que Vis a Vis: El Oasis no debería haber existido para que el legado de Vis a Vis permaneciese intacto en el imaginario colectivo.
En la serie original, Maca y Zulema se rodearon de personajes esenciales como Saray, Rizos, Teresa, Fabio y Sole, personas que marcaron un antes y un después en la ficción española por formar parte de un reparto coral que brillaba en todos sus aspectos. En cambio, ni Goya (que sí la vimos en Vis a Vis), ni Triana, ni 'la Flaca' ni Mónica tienen el carisma necesario como para soportar el peso dramático de la serie.
El hecho de que el suceso principal de Vis a Vis: El Oasis sea el atraco final de la banda no es impedimento para fragmentar la narración a diferentes tiempos y permitir ver cómo Zulema sale de la cárcel; tampoco para observar cómo ambos personajes mantienen un encuentro íntimo esperado desde el primer episodio; ni para vivir cómo atracan un casino, etc. Pero creemos que en este spin-off la fragmentación temporal nos ha impedido ver la verdadera evolución de la personalidad de nuestras protagonistas. Dicha progresión se pierde en los saltos entre el pasado, el presente y el futuro.
Sandoval era el verdadero villano de Vis a Vis, pero la historia de venganza de la que somos testigos en Vis a Vis: El Oasis por parte de su familia hacia la figura de Macarena, no se sostiene. En primer lugar, sorprende ver cómo se enreda una trama de forma innecesaria (Zulema decide ir a este hotel 'de poca monta' ubicado en el desierto de Tabernas para que la madre y el hermano de Sandoval eliminen a Macarena); también hay que destacar que ni la progenitora ni el hermano pequeño del médico actúan con coherencia, y la habitación de los espejos que tienen oculta en el centro de las habitaciones ni se aprovecha, ni es creíble.
El hecho de que Vis a Vis sucediese casi en su totalidad en un espacio cerrado, facilitó que la falta de presupuesto que se evidencia en la mayoría de proyectos españoles se supliese con estilo (hay decenas de escenas que recordamos con sorpresa por lo logradas que fueron en su momento). Pero en Vis a Vis: El Oasis parece que el dinero disponible para realizar este spin-off era inferior, o que los numerosos exteriores en los que se rodó aumentó el coste de la misma. Ni la fotografía, ni los decorados, ni las secuencias de acción están al nivel que recordábamos haber visto en Vis a Vis.
CONTENIDO RELACIONADO
Disney quiere aterrorizarnos durante el verano del 2025
La ambiciosa precuela ha aterrizado en la plataforma con un primer episodio muy prometedor
Esta ambiciosa precuela de las películas ha llegado a la plataforma sin hacer mucho ruido, pero tiene potencial
A medida que se acerca la Navidad el gigante del streaming prepara proyectos muy interesantes
Pese a que la recepción crítica de las temporadas recientes ha sido peor, la comedia vuelve a la carga
'Una historia de crímenes' es una docuserie a cargo de Marlasca, Patricia Abet y Miguel Lorente