Durante la última década es innegable que las plataformas de streaming han ido ganando popularidad hasta dominar el espacio televisivo e incluso competir fuertemente con los cines. Al principio, este auge de plataformas como Netflix o Prime Video supuso un descenso en los costes de la televisión a la carta, ya que muchos espectadores prefirieron pagar por estos servicios en vez de continuar contratando la televisión de pago. En estos tiempos, la diferencia entre las mensualidades de estos dos servicios eran abismales y se podía ahorrar bastante recurriendo al streaming, pero últimamente esta realidad ha cambiado.
Durante los últimos 2 años, muchas de las plataformas de streaming más populares han ido modificando sus planes y aumentando el precio de sus mensualidades. Además, la mayoría de las grandes plataformas, como Netflix o Prime Video han comenzado a implementar el uso de anuncios en sus opciones más baratas. Si echamos un vistazo a la evolución de sus tarifas, resulta sorprendente lo mucho que han aumentado, ya que, de media, han subido sus precios un 81% de su coste original.
En el caso de Netflix encontramos estos precios de salida en su lanzamiento en 2015:
Sin embargo, en la actualidad encontramos algo muy distinto:
Estos planes no sólo han cambiado en cuanto a su precio, sino que también han ido perdiendo algunas de las funciones de Netflix dependiendo de su precio. El principal cambio tiene que ver con la función de compartir cuenta, que ahora cuesta 5,99 euros por cada perfil adicional que se añada al plan. De esta manera encontramos que, si un usuario quiere contratar el perfil básico, para evitar la publicidad y, además, quiere compartirlo con un amigo o familiar, deberá pagar un total de 12,99 euros. En 2015 este mismo servicio habría costado tan solo 7,99 euros y podría haber compartido el perfil con varias personas con tal de ahorrar aún más.
Uno de los problemas más notorios de las plataformas de streaming tiene que ver con los contratos de distribución de series y sagas de películas. En ocasiones, estas franquicias o producciones televisivas terminan siendo adquiridas por distintas plataformas, forzando a los espectadores a pagar por varios servicios a la vez para acceder a todas sus partes. Uno de los ejemplos más claros de este problema es la franquicia animada de pokémon, que tiene una web dedicada a una guía para ver todas sus temporadas y películas.
Estas producciones de la franquicia de Pokémon están esparcidas a lo largo de 7 plataformas distintas, haciendo que sea muy complicado seguir toda la saga. Y Pokémon no es la única saga afectada por este problema, haciendo que muchos espectadores necesiten pagar varias suscripciones simultáneamente.
Si imaginamos un perfil bastante común de espectador en la actualidad, que quiere seguir las series de Netflix, alguna serie de Disney Plus y que paga Prime Video debido a que se incluye con Amazon Prime, encontramos un precio mensual bastante alto. En este caso, imaginemos que contrata el plan básico de Netflix, junto con el plan Estándar de Disney Plus y la nueva suscripción de Prime Video sin anuncios. El precio total de estas tres suscripciones asciende a 24,96 euros y esto no incluye muchas de las funciones más interesantes de las suscripciones más caras.
En caso de querer compartir el perfil de Netflix, el precio llegaría a los 30 euros mensuales y si queremos compartir las cuentas con más personas tendríamos que añadir otros 5,99€ de Netflix y pasar al plan Premium de Disney Plus por 11,99€. Así, el precio final ascendería a los 42 euros mensuales, una tarifa que cada vez se asemeja más a las que se pagaban en la época de la televisión de pago de Canal +. Si a esto le añadimos una plataforma de streaming de deportes como DAZN (Su plan Total que incluye partidos de La Liga cuesta 29,99€ al mes), algo que también solía incluir la televisión de pago, nos encontramos con unos 72 euros al mes.
Así, debido a la distribución cada vez más irregular y fraccionada del contenido, nos vemos obligados a contratar un mayor número de plataformas. Esto conlleva un aumento de lo que pagamos al mes, pero, además, las plataformas no paran de inflar sus precios con nuevas tarifas y la inclusión de anuncios en sus planes más baratos. Debido a todo ello, puede resultar muy frustrante y caro disfrutar del contenido que queremos ver en streaming, llevando a muchos a recordar la era de la televisión de pago.
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