Análisis Candle
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ANÁLISIS

Análisis Candle

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En cinco años de desarrollo, un videojuego puede pasar de ser una promesa, un auténtico candidato a juegazo, a ser el ejemplo perfecto de devaluación. Lo más común, y es que estamos hartos de comprobarlo, es que un título con tantos años de desarrollo se vea mermado por el descenso de su calidad gráfica o de ideas que ya no están presentes.

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Hace cinco años, Teku Studio decidió mostrar un título llamado Candle al que gran parte del público estuvo siguiendo con lupa. Fijado en la pole de salida para 2013, Teku Studio se valió de un retraso más que notable para diferentes mejoras dentro del título, aumentar su plantilla e incluso firmar con los siempre afamados Daedalic como Publisher oficial. Las dudas estaban en el aire, no era para menos, pero al fin han sido resueltas y ya adelantamos que han ofrecido uno de los títulos que más se puede tener en cuenta para este año.

Una tribu que merece la pena conocer

Resulta casi una obviedad decir que lo primero que llama la atención de Candle es su capacidad para entusiasmar a través de sus escenarios, de sus personajes, de su meticuloso diseño. Dibujado a mano, Teku Studio han ofrecido una calidad gráfica que desvelaremos con más detalle en su apartado correspondiente. Una vez que nuestros ojos se han acostumbrado —si es que lo hacen alguna vez— a su arte, llega el momento de ponerse manos a la obra con su gameplay, cáliz de esta ceremonia al buen hacer.

Por momentos, y aunque a primera vista se pueda dar la equivocación que resida en el género de los point & click, Candle reside más bien en una aventura al estilo Another World o Heart of Darkness. Si tenemos en cuenta estos videojuegos, y conociéndolos correctamente, sabremos que el título en cuestión basa su principal baza en la observación meticulosa del escenario y en la resolución de puzles a través de estos. Dejándonos movernos con nuestro personaje Teku por cualquier escenario, el título nos invitará a premisas tan conocidas como la fusión de objetos, la resolución de rompecabezas basados en símbolos e incluso ciertos momentos donde el sigilo será clave para no ser descubierto por nuestros enemigos. Porque sí, en Candle no es todo resolución de puzles e invitaciones a la paz a través de estos; en Candle hay una gran cantidad de enemigos que nos harán muchas veces la vida imposible. Si fusionamos ese conflicto con la utilización de trampas a lo largo de todo el escenario, obtendremos un videojuego donde el concepto ensayo-error está a la orden del día.

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Dicho concepto resulta más bien una invitación obligada a perecer, a caer derrotados para que sepamos como hallar una estrategia y superar esa trampa que no vimos señalizada en un principio. A favor de esas trampas juega un factor clave como es el de la interpretación en los diferentes símbolos que podemos ver tallados en las piedras, pero en los que jamás nos fijamos una vez estamos jugando.

Da la sensación cuando estamos jugando de que Teku Studios intenta ofrecer una interpretación donde el arte, la acción y los errores se junten para formar un todo. Candle desde fuera puede parecer un cóctel de ideas que no desemboca en absolutamente nada debido a lo mucho que abarca, pero una vez te sumerges en su mundo, observas como cada toque de otro género sienta al título perfectamente. Por otra
parte, todos estos géneros que se incluyen en el videojuego, están perfectamente conectados con la historia que nos ofrece el título. Jamás da la sensación de que un elemento está metido con calzador, en
ningún momento caemos en la desgracia de encontrarnos con enemigos que están ahí por falta de ideas, o un rompecabezas que simplemente está situado sin entrelazarlo con nada en especial. Aquí todo tiene sentido, todo está unido, y para suerte de los usuarios lo está con una certeza y una genialidad digna de aplauso. Esto que parece tan fácil de lograr, resulta verdaderamente complicado cuando no puedes unir un puzle realizado en el escenario A y que además tenga algún tipo de relación con el escenario B y con el conjunto de enemigos del escenario C.

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Esta concepción, esta idea, simplemente tiene el problema de que deberemos encontrar el orden dentro del desastre que supone tener tantas tareas pendientes. No es extraño que en un primer momento notemos como se nos acumulan los rompecabezas, como no terminamos de solucionar nada a la vez que vamos descubriendo más y más escenarios, pero no hay necesidad de recurrir al agobio, siempre encontraremos soluciones a la larga. Tampoco será extraño que nos obsesionemos, que el juego nos obligue a conocer todos los detalles que hay marcados en cada mapa en busca de una resolución pronta para nuestro problema. El cambio constante de escenarios y la negación de encontrar una solución al frente que tenemos abierto, nos obligará en más de una ocasión a parar nuestra aventura por un momento y tras esa pausa proseguir para tal vez encontrar la solución en nuestros primeros diez minutos de sesión.

Si hablamos de Candle fuera de su gameplay, nos encontramos con uno de esos videojuegos donde su mundo es único, con sus reglas, con su idioma, con sus habitantes. Dentro de Candle manejaremos a Teku, un aprendiz del manejo de la llama el cual tendrá que encontrar a su chamán, capturado por una tribu enemiga. Dentro de este concepto de peleas entre tribus, Candle da protagonismo a la presentación de sus personajes: habitantes atraviados con máscaras que hablan en un idioma extraño entre ellos y el cual interpretáremos a través de dibujos que se nos mostrarán cuando estén hablando. Pero la magia que ha realizado Teku Studios, está en que una persona que sea verdaderamente curiosa está siempre intentando conocer los máximos detalles posibles sobre la tribu, sobre su idioma, sobre sus ideales.

A medida que vamos observando los escenarios queremos saber a quién rinden culto, cuál es su modo de vida, qué siente un personaje de la tribu de Teku. Da la sensación que, si nos enfrascamos dentro del concepto del videojuego, observamos detalles que invitan a pensar en la gran dedicación que ofrece la tribu a la naturaleza, al modo de vida estable, a la paz y la comunión con todo el planeta.

Gráficos y sonido

Tal y como adelantamos unas líneas más atrás, Candle es un videojuego que entra por los ojos nada más verlo. Con todos sus personajes, sus escenarios y sus pequeños detalles pintados a mano, uno puede observar como en ningún momento el estilo se torna repetitivo y siempre ofrece nuevos detalles que ayudan a enamorarse un poco más del videojuego. Todo este despliegue gráfico se vuelve un auténtico elogio si a ello le sumamos la música, los efectos sonoros y el doblaje que tiene.

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Siendo un videojuego de origen español, Teku Studios no podía caer en el error de contar con una voz narrativa pobre y de baja calidad, mucho menos de contar con una localización que flojeara en algún momento. Por estos detalles mismos, en la parte narrativa podemos escuchar la siempre admirada voz de Pepe Mediavilla, artífice de grandes doblajes como Gandalf en El señor de los anillos o narrador de títulos como Fallout 3, Randal’s Monday y Sacred. En su apartado musical no se queda corto y siempre añade piezas musicales que parecen venidas de territorios exóticos, de la profundidad de la selva, con ciertos ramalazos que recuerda un poco al estilo musical que podían tener títulos como Monkey Island o el añejo Prehistorik.

Conclusiones

Qué podemos decir, estamos ante uno de los juegos del año. Podríamos achacar a Candle que tenga errores con alguna resolución de puzles, que en algunos momentos peque de tramposo o que su control a veces se torne demasiado tosco, lento, pesado; pero se le pueden sacar muchos más aciertos que errores, muchísimos más.

Desde su estilo artístico que enamora, a todo el mundo que crea, pasando por lo bien enlazado que está, Candle resulta una apuesta segura si buscas un buen argumento, diversión y también algo de reto en según qué momentos del juego. Una vez más, tenemos que brindar por el gusto encomiable de hacer un videojuego.

Redactado por:

Amante de la música en todos sus formatos, un enfermo de esos que dicen en la televisión de los videojuegos y devorador de cacahuetes.