Con el paso de los años, los shooters se han convertido en un género más complejo de lo que solía ser. Evolucionando del mítico estilo Counter-Strike, en donde dos equipos se enfrentaban con una limitada variedad de armas sin más, se han popularizado las rachas de bajas de la mano de Call of Duty, las habilidades con cooldown de la mano de Overwatch y Paladins, los roles de equipo con Team Fortress 2, entre otros, haciendo que haya que tener en consideración más elementos que en antaño. Sin embargo, aún hay juegos que apuestan por la diversión más plena y accesible posible, y entre estos ejemplares se encuentra Criminal Bundle, el título de Eloquence Entertainment que, aunque con notorios fallos que lo alejan de ir más allá de solaz, nos recuerda lo entretenido que eran los multijugadores bélicos en tiempos pasados.
Recordando en gran medida a la propuesta que ofrece PayDay, esta producción nos sitúa en el interminable enfrentamiento entre antisociales y entes de seguridad. Mediante un planteamiento sumamente sencillo, el cual se extrapola a su estética minimalista y más que agradable, ambos grupos son colocados en un mapa con objetivos antagónicos, cada uno contando con una serie de directrices que, planteadas dentro del propio equipo, tendrán que seguir en pos de salir victoriosos; a diferencia de lo que cabría pensar en un principio, no todo es cuestión de abatir a los rivales sino que, además de ello, es imperativo saber cómo moverse dentro de cada partida, detalle que le agrega más calidad a todos los emparejamientos.
Por otra parte, y de manera específica, las metas son simples y previsibles: los ladrones tienen que asaltar un banco y retirarse con el dinero y los policías, en contraparte, deben evitarlo. Para ello, ambos lados cuentan con tres clases de personajes que les permitirán llevar a cabo con mayor eficiencia sus respectivas labores, siendo éstas, también como cabría suponer, Asalto –enfocada en hacer daño-, Apoyo –enfocada en dar ayuda a los compañeros- y Reconocimiento –enfocada a obtener información sobre el entorno-, de modo que cada diatriba no consista única y exclusivamente de disparar sin planificar tácticas o, más particularmente, adoptar un papel en cada situación que se presente.
Es un planteamiento realmente simple que, para bien o para mal, no coloca más que lo propuesto. No hay mejoras, no hay habilidades, no hay diferentes objetivos... Criminal Bundle rememora los multijugadores de hace más de una década a través de la filosofía más minimalista posible, no sólo desde el punto de vista visual sino también mecánico. Aunque presente ciertas distinciones, como la capacidad que tienen las clases de Asalto y Reconocimiento de arrojar kits que suministran balas o la de Apoyo de hacer lo propio pero con puntos de vida, no trasciende del pleno enfrentamiento entre ambas entidades, cuestión que puede agradar más o menos según el jugador pero que, independientemente de gustos, adolece de no contar con mucho contenido.
No caben dudas en que lo que ha creado Eloquence divierte. Es accesible, funciona, resulta familiar y, con amigos, puede representar tanta diversión como cualquier producto de su índole. Y es que, a fin de cuentas, lo que más ofrece el juego es una serie de partidas en las que pasar buenos momentos de forma rápida y sin mayores pretensiones: no hay añadidos que parecen innecesarios, no hay elementos complejos que tilden lo jugable de engorroso, no hay que diseñar intrincadas planificaciones más allá de la coordinación de equipo... En síntesis, es el clásico producto que nos permite desconectar la mente un rato y sólo disfrutar de un acto que, dentro de los videojuegos, siempre ha generado un placer lúdico: disparar a todo lo que se mueva.
No obstante, también es cierto que la industria ha avanzado, y puede que una propuesta como la aquí presente no resulte en completo son con aquéllo que lo contemporáneo nos tiene acostumbrados. ¿Es un detalle negativo que se ciña a lo pretérito? No precisamente, mas es necesario recalcar que Criminal Bundle es una obra como otrora en el completo sentido de la palabra y su escasez de contenido se hace fácilmente notoria. Se difumina, eso sí, por ser un título completamente abogado al multijugador, ergo, y aunque las mecánicas sean las mismas siempre, cada enfrentamiento será un mundo en sí mismo, pero su falta de variedad, con el paso del tiempo, se hace más y más evidente, y resulta difícil lidiar con ello.
De igual modo, y partiendo de lo previamente resaltado, es inexorable comentar que la ausencia de jugadores es, muy probablemente, lo que en realidad pueda lapidar el proyecto. Como sucediese con Dynasty Feud, otra creación española a la que vale la pena echarle un vistazo, el ingreso a un mercado sobresaturado de producciones multijugador dificulta en magna dimensión el auge de una comunidad porque, más allá de la calidad que se presente, ya hay predecesores que se han adjudicado su respectiva población. Gracias a ésto, y desafortunadamente, juegos como el que aquí nos reúne terminan relegados al ostracismo ya que la falta de un modo campaña o de un motivo para disfrutar del título en soledad son fúnebres, y resulta aún más difícil lidiar con ello.
Criminal Bundle dista de ser mal juego. Al contrario, es una grata labor que nos transporta a una época donde todo era más simple y, aun así, se podía disfrutar con completa plenitud. Cuenta con una estética demarcada y distintiva, las mecánicas más básicas funcionan como deberían, su planteamiento es conciso y no busca ser presuntuoso y, con amigos, puede ser muy divertido. Mas hay que tener compañeros para poder gozar de todo lo resaltado porque, caso contrario, es una apuesta vacía.
En razón de lo últimamente comentado, y aunado a su falta de contenido en líneas globales, recomendar su adquisición se torna complicado. Más allá de encontrarse a un precio asequible, lo cierto es que carece de sentido tomar una copia si ésta supedita sus postulados a un ente, la comunidad, que no está presente. Aun así, por la calidad que, efectivamente, muestra, esperamos que pueda encontrar un espacio dentro del mercado pero, hasta entonces, nos ceñiremos únicamente a reconocer que, obviando sus falencias, es una entretenida experiencia.