Análisis Fallout 4 Far Harbor

La totalidad del Yermo es un peligro materializado. Deambular por sus áridas llanuras conlleva un riesgo sin precedentes donde la mínima acción sospechosa desencadena una lluvia de plomo que condena a sus habitantes. Bethesda ha tejido un entramado digno de los mejores ambientes postacpocalípticos con Fallout 4, la cuarta entrega de una franquicia que explota la devastación y nos hace partícipes de su evolución. Los lanzamientos de la compañía últimamente han ido vinculados con el garante de interesantes DLCs, y los antecedentes prometen contenidos extensos y dignos de adquisición. Aunque Wasteland Workshop lo resumimos como un aliciente creativo sin profundidad narrativa y Automatron no acabó de arraigar bien , Bethesda se atreve a invertir el orden y ha puesto sobre la mesa un paquete descargable merecedor del universo Fallout, un colofón digno de la antología narrativa del juego.

No quiero destripar nada. Far Harbor se erige como la faceta más intrincada del título, en todos sus aspectos. El universo creado por Bethesda se caracteriza por los innumerable planteamientos morales nutridos con conflictos bélicos y tensiones ideológicas que atenazan el sosiego de los erráticos. La nueva inclusión trasciende estos márgenes y explora tesituras más complejas, jugando con disyuntivas y sembrando la semilla del desconcierto.

El contenido empieza con una petición de investigación donde se precisa nuestra inestimable ayuda en un nuevo caso destinado a la empresa dectivesca dirigida por Nick Valentine. El primer contacto con los solicitantes ya advierte que se trata de una desaparición, concretamente de la hija de una humilde familia. Una vez contextualizamos el asunto y disponemos de todo lo requerido, empieza nuestro viaje.

¿Qué encontramos allí? El vistazo inicial ya intuye esa ambientación pesquera tan tipificada en el cine de terror americano. El primer elemento palpable es una densa niebla que cubre todo el horizonte visible y que desprende un hedor fantasmagórico el cual, posteriormente, cumplirá nuestras horribles expectativas. Una vez atrancamos en una isla, nos juzgan por peligrosos, nos llaman continentales, y colaboramos en la aniquilación de unos enemigos, comienza la trama. Más allá de la banal investigación que sirve como pretexto para introducirnos de lleno en los entresijos que allí se cuecen, la narrativa del DLC se torna transversal y enrevesada, y nuestra presencia será determinante para el futuro de la isla.

Entre un conflicto semipacífico a tres bandas constituidas por humanos, Synth y fervorosos del átomo --donde existen controversias internas en los grupos respecto el contacto enemigo-, nuestra labor vuelve a albergar dilemas morales. Los planteamientos que ofrece son más complejos y la vía diplomática parece más asequible que en otros momentos del juego. Sin entrar en spoilers, quien comanda al grupo de Synth, DiMA, manifiesta una apariencia apacible y correcta pero cuyo pasado puede desencadenar el caos. ¿Son sus intenciones correctas? La duda está presente en todo momento. Este carismático personaje, además, tantea con nuestra perspectiva psicológica y juega con el inicio de la aventura como un concepto memorístico que descuadra muchos juicios. Ahí lo dejo.

Más allá de una edificación narrativa digna de elogio en todos los aspectos donde no quiero ahondar para no estropear la experiencia, el juego añade nuevas armaduras, enemigos y armas, todo adaptado al contexto imperante. Entre arpones, ganchos, sombreros o trajes pesqueros, la fauna que puebla en la bruma es muy peligrosa. Encontramos desde necrófagos adaptados a la niebla hasta imponentes bestias que rugen a través de la negrura. También cabe destacar la posibilidad de adquirir nuevos aliados que nos cubran las espaldas.

Por último, el juego no se conforma con jugosas misiones principales, la proliferación de secundarias así como la inmensa extensión del territorio con muchas localizaciones dan cabida a horas y horas de exploración, diversión y conocimiento de un universo cada vez más interesante, digno de las palabras mayores que supone mencionar a Bethesda. ¿El resultado? Un contenido mejor que muchísimos juegos.