Durante los últimos años el sector independiente de la industria del videojuego nos ha demostrado en repetidas ocasiones su calidad. Ya somos muchos los que seguimos de cerca las obras que presentan los estudios más pequeños, conscientes de la calidad y alto nivel que aguarda en estas propuestas, mucho más modestas pero, en ocasiones, de tanto nivel como las del sector triple A.
Una de esas propuestas que nosotros llevábamos tiempo siguiendo, y de la cual de hecho hablando el verano pasado tras verla en acción durante gamescom, es FAR: Lone Sails. El videojuego desarrollado por el estudio Okomotive se presenta como una obra bidimensional de plataformas puzles con una fuerte apuesta en el apartado narrativo. ¿Os suena? Sí, las propuestas parecen propias de uno de los estudios más destacados del sector independiente, como es Playdead (autores de los aclamados Limbo e Inside), y es que FAR: Lone Sails bebe mucho de ellas. Pero, ¿logra Okomotive diferenciar su propuesta y hacerla destacar? Os invitamos a que nos acompañéis en nuestro análisis para descubrirlo.
FAR: Lone Sails es ante todo un viaje, y como reza el título y ocurre en todo buen viaje, el destino es algo que queda en segundo plano desde el primer momento. Según os comentábamos, Okomotive ha creado una obra que bebe en muchos aspectos de las creaciones de Playdead, y una de ellas es precisamente lo que ha conquistado a millones de fans en Inside y Limbo, la forma de contar y administrar una historia y una temática a lo largo de todo un videojuego.
El objetivo final de FAR: Lone Sails es desde el primer momento incierto. Nos ponemos en marcha, abandonando nuestra casa y dejando atrás lo que parece la vida de nuestro personaje para recorrer todos unos páramos desolados y repletos de ruinas de una civilización en decadencia. Y es precisamente esta civilización, esta decadencia, y estas ruinas, las que conforman uno de los pilares de la narrativa del videojugo.
Al igual que en Inside o Limbo, FAR: Lone Sails tiene dos historias separadas. Por un lado nos encontramos el camino que nuestro personaje ha de recorrer y que, en este caso, está bastante desarrollado. A lo largo de la aventura encontramos ciertos puntos con valor sentimental para nuestro protagonista y, aunque no habla ni expresa nada en todo el videojuego, la música y los tonos de color en la pantalla (detalles que comentaremos más adelante), son suficientes para dejarnos entrever cuál es el tono. Por otra parte, y como punto más destacado, FAR: Lone Sails tiene una segunda historia aparte de nuestro protagonista, una narrativa puramente visual que se dirige directamente al jugador.
A lo largo de nuestra travesía vamos visitando diferentes lugares y descubriendo más acerca de esta civilización caída que representa el punto central de la narrativa del videojuego. No tardaremos más que un par de minutos en darnos cuenta de que esta civilización no es algo ajeno a nosotros, no es una raza extraterrestre con sus problemas, sino que es una representación de nosotros mismos, del ser humano. Y es que FAR: Lone Sails, más allá de lo que supone como videojuego, propone una experiencia educativa y concienciadora, toda una crítica a nuestra tortura al medioambiente.
Desde las principales mecánicas jugables, que giran en torno a la energía, hasta el mensaje oculto en cada pequeño detalle del escenario, todo FAR: Lone Sails tiene la intención de explicarnos cómo nuestra sobreexplotación del medioambiente y nuestro maltrato a la naturaleza es algo que sí tiene impacto, que puede que por hora no veamos en nuestras grandes ciudades pero que ya se hace palpable en las zonas más contaminadas del planeta, que no paran de crecer día a día. En este sentido, la obra de Okomotive tiene un mensaje importante, bien transmitido, y que es capaz de llegar al jugador a través del buen diseño de niveles, que mezcla lo jugable con lo narrativo para llevar a nosotros un mensaje muy concreto.
FAR: Lone Sails es más que una historia, y a lo largo de este viaje que propone tendremos que superar diversos obstáculos, poniendo sobre la mesa un videojuego que mezcla las plataformas con los puzles. La base del videojuego es el vehículo con el que afrontamos el viaje que tenemos por delante y, como os contábamos, uno d los pilares básicos es el carburante para mantenerlo en movimiento. Desde el primer punto se nos deja claro que es algo importante y que, a medida que avanzamos, debemos recoger carburante y administrarlo para no quedarnos tirados en este páramo sin nada con lo que alimentar el motor de nuestro medio de transporte. Junto a esto, iremos recogiendo mejoras que añaden más elementos a nuestro vehículo para no solo mantenerlo alimentado de carburante, sino en buen estado, reparando zonas que se puedan estropear e incluso apagando posibles incendios.
Sin embargo, aunque esta propuesta es muy buena de inicio, lo cierto es que a lo largo de la obra se diluye. La escasez de carburante no es tal, y con no tirarlo es más que suficiente para no tener problemas en este aspecto. Por su lado, los diferentes problemas que surgen a lo largo en nuestro transporte son prácticamente anecdóticos y su impacto es mínimo en la jugabilidad más allá de obligarnos a perder algún que otro segundo.
El resto de la jugabilidad se basa en los puzles con toques de plataformeo que debemos afrontar para superar algunos de los obstáculos que nos encontramos a lo largo de la travesía. Sin embargo, en este punto también se nos queda algo corta la experiencia. Los diferentes puzles son extremadamente simples y apenas tardaremos unos pocos segundos en darnos cuenta de qué hay que hacer, sin ofrecer una jugabilidad nada profunda en este aspecto ni explotar las buenas propuestas que pone sobre la mesa en un principio.
En general, FAR: Lone Sails se queda corto en el aspecto jugable, poniendo sobre la mesa buenas propuestas que no llegan a explotarse en absoluto y dejando coja a la obra por esta parte. Nosotros habríamos agradecido algún puzle un poquito más complejo y una gestión del vehículo algo más trabajada que, sin trabar demasiado la historia, sí lograra entretenernos durante unos minutos más.
Otro de los puntos en los que FAR: Lone Sails destaca es en su apartado visual. Desde el primer momento en el que entramos a la obra nos encontramos con un apartado artístico muy peculiar en el que la paleta de colores se encuentra perfectamente seleccionada y varía en función del momento y del tono de la escena. La narrativa se desarrolla en buena parte a través de este apartado visual gracias a espectaculares entornos que nos hablan, que son el medio de transporte para llevar al jugador el mensaje que Okomotive ha incluido en el videojuego y que, más allá de todo esto, resultan espectacularmente bonitos.
La música es otro de los puntos que nos han sorprendido muy gratamente, Okomotive ha sido espectacularmente valiente en el apartado sonoro y no solo ha usado la música, sino que ha usado de forma magistral el silencio. La banda sonora es muy sutil y solo se deja ver en ciertos momentos para aportar su granito de arena a la situación. Pero lo que más destaca, como ya contábamos, es el poco miedo en dejar al jugador en un silencio prácticamente absoluto que no solo resulta fresco, sino que encaja a la perfección con el videojuego y su mensaje, dando como resultado un apartado sonoro estupendo.
En cuanto a aspectos más técnicos, FAR: Lone Sails es una obra muy correcta. El rendimiento del videojuego es bueno, apenas hay bugs importantes y todos los sistemas funcionan a la perfección. Por esta parte, aunque el videojuego está claro que no requiere demasiado, no hay ningún tipo de queja y cumple a la perfección.
Es importante hablar de la duración, y es que FAR: Lone Sails apenas dura 3 horas. Sin embargo, es necesario remarcar que esto no es un fallo. El juego dura exactamente lo que debe durar. Desarrolla sus propuestas y cuenta lo que tiene que contar, sin quedarse a medias ni alargarse en exceso. Por tanto, aunque la cifra parezca pequeña, la duración del juego es más que correcta.
FAR: Lone Sails es un videojuego que se centra completamente en el apartado narrativo, pero de una forma poco tradicional. Es un videojuego que bebe mucho de las obras de Playdead y utiliza un esquema muy similar, mezclando algunos elementos jugables con un apartado visual que, en conjunto, son capaces de contar una historia y trasladar un mensaje potente al jugador. Okomotive ha logrado crear una obra que consigue calar, ofreciendo un mensaje importante y bonito.
Es cierto que la obra se queda corta a nivel jugable, con unos puzles demasiado simples y algunas mecánicas que no se exploran para ofrecer profundidad alguna; sin embargo, la calidad narrativa y artística de la obra hacen que merezca la pena disfrutar de ella. El uso del sonido y, sobre todo, del silencio, consiguen sumergir al jugador en un viaje emocionante, un viaje significativo que no tiene un final en forma de destino, sino de mensaje.
A pesar de sus fallos, FAR: Lone Sails es un buen golpe en la mesa de Okomotive, un estudio que demuestra al mundo su capacidad creativa y que lleva al mercado una propuesta realmente interesante. Con este videojuego no nos cabe la menor duda de que estamos ante un estudio que tendrá gran éxito en el futuro. Si os gusta la idea inicial de FAR: Lone Sails, no os resistáis y caed directos a una obra con una calidad excelente en donde sus aciertos pesan infinitamente más que sus fallos.