El género de la gestión es uno con muchas variaciones. Desde títulos de la magnífica simpleza de Mushroom Wars 2 hasta obras de la estratégica complejidad de Total War: ROME II, este estilo de producciones se permiten un amplio margen de adaptaciones para adecuarse a distintos tipos de público. Por su parte, Grimmwood, la creación de Big Moustache Games y Headup Games, suma una característica más a la ecuación para añadirle un componente social fundamental en su propuesta, un movimiento arriesgado dada la necesidad de una amplia comunidad para una producción que, desafortunadamente para el contexto que aquí nos reúne, es más de nicho que de carácter popular.
Yendo en orden de aparición, nuestra primera decisión en toda la obra es concerniente a la creación de un avatar, el cual será nuestra representación dentro del multijugador ante los demás usuarios. Allí, escogeremos su nombre, crearemos su historia y seleccionaremos su apariencia, mientras también contaremos con la posibilidad de modificar tanto sus habilidades como sus objetos de inicio. Sin embargo, respecto a este último detalle, también será aleatorio y sólo contaremos con la posibilidad de intentar una nueva combinación en nueve ocasiones, por lo que habrá que escoger con cuidado qué sumatoria de capacidades esperamos tener para poder desenvolver la travesía.
Por su parte, una vez creado nuestro superviviente para la partida en cuestión, en caso de que ya haya sido iniciada, presenciaremos el progreso ya realizado por nuestros compañeros en la conformación de una aldea que permita repeler el asedio constante de los enemigos. Para lograrlo, tendremos a nuestra disposición diversas estructuras que cumplirán funciones varias -desde la defensa hasta el otorgamiento de tareas- cuyas mejoras implican recursos, los cuales se obtendrán a través de la exploración del mapa. En un inicio, la gestión de la aldea es un menester comunal y, por ende, será indispensable relacionarnos con nuestros símiles en pos de llevar una misma línea de administración y delegar los roles para optimizar el trabajo, mas también existe un énfasis en el desarrollo individual ya que contaremos con nuestra propia casa y, en lo que a la intemperie respecta, podremos investigar por nuestra cuenta en aras de conseguir materias para el poblado.
Entretanto, será importante estar atentos de responsabilidades como nuestra alimentación, hidratación y descanso, al igual que cuidarnos las espaldas al momento de excursionar hacia lo desconocido. Alejados en el bosque, podremos encontrarnos con diversas amenazas que, sin lugar a dudas, estarán en la completa potestad de arruinar nuestra travesía. Y es que, a diferencia de muchos congéneres de la obra, Grimmwood adapta su jugabilidad perfectamente al contexto y nos deja entrever desde un principio que no somos entes todopoderosos; al contrario, somos sumamente débiles, y escabullirse y evadir el conflicto siempre será preferible pues el objetivo último del juego no es derrotar a los enemigos sino salir con vida un día más. Por ello, las incursiones hacia el bosque deben ser cuidadosas y hemos de regresar con rapidez, también porque todos los ciudadanos son piezas indispensables de la aldea y, por ello, deben asegurarse de cumplir sus funciones en buena lid.
Debido a lo enfático del diseño, hemos de ser igualmente insistentes en una realidad: el principal atractivo de Grimmwood es su componente cooperativo. Esto, sin embargo, como veremos más adelante, también es su traspiés más notable pero, en lo que a concepto respecta, la idea de administrar un pueblo y construirlo de forma mancomunada en un contexto tan caótico resulta espléndido y, cuando vive sus mejores momentos, hallamos una experiencia sumamente agradable. Inclusive, el hincapié en la socialización es tan magno que la propia desarrolladora recomienda hacer uso de programas como Discord o TeamSpeak para mejorar la comunicación entre habitantes, haciendo que sea más sencillo dividir responsabilidades e informar situaciones.
Curiosamente, no sólo dispondremos de herramientas como un foro in-game y un chat en tiempo real para compartir mensajes sino que, yendo más allá, podremos desarrollar acciones como bailar y tocar música, siempre en pos de fortalecer lazos con los demás jugadores como si de una verdadera aldea se tratase. Pese a que el juego falla considerablemente en lo que a diversión per se respecta, pues los combates, la exploración y la mala introducción a las mecánicas sostienen una monotonía regular, el entretenimiento que representa vivir el papel que se nos encomienda es realmente agradable. Al final del día, esta filosofía de diseño es la que permite que recordemos la creación con buenos ojos antes que sus individualidades mecánicas, mas estas limitantes se suman a un problema de proporciones colosales que, a efectos de esta entrega en específico, es mortífera: la falta de jugadores.
Esta es una herida recurrente en los juegos en línea que destinan su estructura principalmente a una base de usuarios que los sustente. Por ello, a pesar de que, en el papel, tengan ideas muy buenas e, incluso, ejecuciones que homologuen esa calidad, la influencia de diversas variables como el público objetivo o competidores directos hacen que la afluencia de individuos se vea disminuida. En el caso de Grimmwood, desafortunadamente, experimentamos el caso de un videojuego más que sufre el embate de la soledad, un detalle que teóricamente podría no resultar tan impactante en su valoración global pero que, juzgando de forma pragmática, supone una marca de muerte para el proyecto. Triste es, sin lugar a dudas, pues nos hallamos ante un trabajo bien realizado que, con la comunidad pertinente, podría mantenerse por mucho tiempo.
Quizá ya lo hayan podido comprobar a través de las imágenes mas, suponiendo que no, no tenemos problema alguno en afianzarlo: la composición estética de la labor es maravillosa. Desde las escenas cinematográficas hasta los momentos dentro del juego, incluyendo tanto nuestra etapa dentro de la aldea como fuera de ella, la formación visual del juego posee un atractivo particular que destaca dentro del conjunto. Especialmente, logra aumentar la sensación de atmósfera que ya de por sí crea el sentimiento de pertenencia que surge de los principios de sociedad y camaradería, por lo que cumple su función no sólo desde el punto de vista estético sino, y tal vez con mayor impacto, como potenciador de la aventura.
Grimmwood es un buen juego, y no podemos, ni queremos, negarlo. Aunque reconocemos que su público objetivo es muy angosto, cierto es que la propuesta está bien diseñada y, si bien con errores, podrá ser gratamente disfrutada por los fanáticos de su específica variante. Sin embargo, el antagonismo esencial es presentado por una notoria falta de usuarios que hace que sus mejores propuestas se vean neutralizadas, y es que el juego no es sostenible en solitario, por lo que queda relegado a un segundo plano donde su calidad no ha podido sobreponerse ante su abandono.