El género de pelea ha sido un ineludible miembro del grupo de índoles más populares dentro de la industria interactiva. Desde los inicios del sector, los juegos de combate han estado presentes sólida y constantemente, ofreciendo siempre aventuras que concedían una entretenimiento con amigos sin par, una ineludible competencia por ver quién era el mejor de los luchadores. Aunque ha evolucionado, la esencia de su estructura se ha mantenido de forma atemporal, permitiéndonos disfrutar de obras tan diferentes como Absolver y Overgrowth pero, asimismo, de creaciones como GUTS, la labor de Flux Game Studio que, ante todo, representa una extraña y agradable experiencia, mas la misma cuenta con diversos fallos que restan al global de un juego que, cuando menos, plantea una proposición sumamente particular.
Aunque no podríamos considerarlas como campañas al uso, pues su duración y composición son realmente básicas, el título cuenta con una serie de desafíos para cada uno de los personajes que ostenta, cuyas inmediaciones nos narran el contexto que yace detrás de todos los miembros del elenco. En tal sentido, observamos una narración efímera y superficial que otorga una razón de ser a los estereotipos que adornan la esencia de cada campeón, dándonos la oportunidad de comprender, por mencionar ejemplos que ilustren el alegato, cómo uno de ellos cayó en el alcoholismo, el cual da pie al estilo de juego que dicho individuo adopta durante las escaramuzas y que, en líneas generales, se adjudican una brevísima, aunque llamativa, fracción de la propuesta general de la obra.
No obstante, es imperativo enfatizar lo mediocre de sus tesituras pues, para quienes sean asiduos a las modalidades de un jugador, queda más que determinado que GUTS no se sostiene en solitario. Por el contrario, su propuesta está claramente inclinada hacia una estructura multijugador, ya sea local o en línea, que permita a los usuarios desenvolver en completa lid lo que el estudio desea entregar. De ahí en más, las potestades fuera de lo social se limitan única y exclusivamente a contextualizar la esencia de los personajes; un detalle que, nuevamente, resulta interesante dentro de su intención, pero que recae en lo meramente anecdótico al relegar sus pilares a la jugabilidad interconectada en una parcial totalidad, cuestión que puede inhibir a más de un usuario respecto a la adquisición del producto.
Centrándonos en el quid de la producción, los enfrentamientos son, entre muchos otros adjetivos, sumamente peculiares, en un sentido tanto positivo como negativo -aunque más el primero-. A diferencia de la mayor parte de los juegos de su índole, este evita el uso de barras de vida como núcleos de la beligerancia y concede tal protagonismo a las extremidades de los personajes, quienes se baten en duelos que consisten en llegar a la victoria única y exclusivamente si se ha despojado al adversario de todos sus miembros, mecánica que sustituye cualquier esbozo de limitaciones en términos de cantidad máxima de golpes recibidos.
Gracias a ello, una batalla no sólo puede durar más tiempo sino que, además, se vuelve tensa en exponencial medida. Al cada extremidad arrancarse luego de conectar un movimiento especial que, a su vez, sí surge de un medidor que aumenta al recibir o asestar golpes, las peleas pueden reducirse a dos torsos que hacen lo posible por lograr arrojar un último ataque GUTS y, teniendo en consideración lo difícil que es evadirlos -a pesar de que no imposible, y dominar tal arte será vital-, se crean momentos de suma cautela y recelo en los que se encuentra una de las mejores facetas de las partidas.
Asimismo, los escenarios cuentan con una muy adecuada interacción que, a la par de los mencionados movimientos, pueden causar el desmembramiento de los personajes si éstos son arrojados en su dirección. Ello implica vehículos a toda velocidad, rodillos con púas, platillos voladores y más cuestiones inverosímiles que hacen acto de presencia para facilitar y, paradójicamente, dificultar nuestro paso por cada mapa. En general, compacta una mezcla realmente atípica que se caracteriza, más que nada, por ser una singularidad dentro del género; un vástago especial que, más allá de si es bueno o malo, resaltará por ser único en sus proposiciones, hecho que, distando de juicios, habrá que reconocerle en todo momento.
Y es que, por profunda desgracia, la densidad de GUTS es su punto más débil: no tiene mucho por ofrecer. Sí, es divertido; sí, su planteamiento es innovador; y, sí, puede suponer una grata experiencia, no obstante, su recomendación se torna cuesta arriba al considerar que su deposición únicamente abarca las fugaces campañas, los posteriores modos de juego desbloqueables -dos, se accede a ellos a través de moneda in-game- y su modalidad multijugador, siendo esta última sobre la cual se posa la mayor parte de su edificación.
Los pocos personajes, pocos mapas y pocas opciones que alberga el producto son las características negativas más notorias que se cierne sobre sus parajes, cuya cosmovisión da el salto al color gris tras permanecer en un grato arco iris. La monotonía es un fenómeno que, tarde o temprano, hace acto de aparición debido a la falta de elementos que auxilien a contrarrestar el tedio que representa hacer uso de las mismas combinaciones -aunque varían según qué parte le falta a cada personaje, realidad digna de reconocer- dentro de los mismos contextos escénicos, factores cuya deficiente aplicación están en la potestad de lapidar un título que, debido a su inherencia, requiere en magna magnitud de ofrecer variedad al consumidor; algo que, insistimos, por desgracia, no sucede.
Al final del día, no podemos eximir a GUTS de carecer de contenido, pues es una patología que lo acechará hasta que futuras actualizaciones determinen lo contrario, mas tampoco podemos olvidar que, pese a todo, continúa siendo una aproximación sumamente fresca a un género que cada día más da indicios de buscar redefinirse, y que estudios como Flux Game Studio aportan muchísimo con creaciones como las de la estirpe aquí presentada.
En última instancia, quizá recomendar su adquisición por el precio al que se encuentra sea una cuestión de percepción más que de ser una apuesta a lo seguro porque los inconvenientes que exhibe son unos a tener en cuenta, sin embargo, se destaca el hecho de que, después de todo, permanecen agradables reminiscencias respecto a qué deja la travesía como aventura interactiva; una adjetivización que puede que no permita saber si existe una adecuada relación calidad/precio, mas sí una que nos permite explayar, a modo de conclusión, que su singularidad prevalece sobre los elementos que la componen.