Ofrecer una historia atractiva y que posea un pellizco de originalidad mezclado con un trasfondo para enmarcar, suele ser una de las razones de peso por las que un videojuego es recordado. A lo largo de todo este tiempo hemos visto cómo desfilaban ante nuestros ojos una pasarela de títulos que por su historia, han conseguido ese aplauso del público tan esperado, esa aprobación en los medios profesionales: la verdad que cuando ocurre dicho acto, uno se da cuenta de que las masas no se suelen equivocar si pregonan sobre una buena historia.
The Banner Saga sabe muy bien que una historia puede significar el cincuenta por ciento de una valoración hecha por un usuario o medio especializado; en su caso el otro cincuenta por ciento recae en los demás parámetros pero haciendo énfasis en el apartado artístico. Dicho título supo vislumbrar en un horizonte plagado de oportunidades con peso en la industria, el hueco por donde colarse a un público específico que buscaba poesía en movimiento, mientras los combates bombardeaban la prosa en forma de historia. No cabe la menor duda de que la premisa funcionó más que correctamente: los premios se sucedieron uno tras otro e incluso hay medios que hablaron de mejor juego del año, pero eso ya son gustos personales de cada uno, por supuesto.
En forma de continuación directa, The Banner Saga 2 llega tras sufrir más de un desvarío por el camino, tropezarse con las fechas de lanzamiento y toparse con algún que otro error técnico que al fin y al cabo se ha podido subsanar. Su historia continúa en la misma senda que dejamos la primera parte, y desde los primeros compases del trayecto ya observamos en él una falta de innovación clara y la apuesta de ir sobre seguro con lo que consiguieron en su anterior título.
La premisa se presenta en forma de riff constante, dejándonos claro que estamos ante una obra que pone sobre la mesa dos estandartes claros: los vikingos y la mitología nórdica. Una vez más es la guerra quien maneja los hilos de nuestro destino, aunque claro está que también tendremos algo que ver con ejercer ese derecho. The Banner Saga 2 se vuelve a presentar como un título donde la toma de decisiones es realmente importante, permitiendo que una frase dicha en mal momento nos hunda en la más absoluta miseria en pleno combate, o que una conversación mal guiada acabe por desembocar una enemistad no deseada con algún personaje de la historia.
En esta segunda parte, dichas tomas de decisión se verán siempre representadas a lo largo de una conversación que, a priori, no pueden parecer importantes y en un futuro puedes darte cuenta de tu error: es vital medir cada palabra con pies de plomo, pues con ellas también se pueden ganar guerras y The Banner Saga 2, como su primera entrega, lo demuestra. Como ya comenté en el avance que dimos por esta casa, aquellos que jugaron a la primera entrega tendrán en ésta la posibilidad de continuar con todo su atrezzo particular: los personajes, situaciones y relaciones personales varían dependiendo de las acciones que tomáramos en aquel primer videojuego.
Si la mecánica de juego ofrece un título que se sumerge de lleno en el ámbito estratégico, es en los diálogos conversacionales donde podemos indagar en un estilo de juego mucho más enfocado a la aventura. Las circunstancias que se pueden dar a lo largo del juego son muy extensas, y esto sin duda es un acierto para la rejugabilidad dado que nos permitirá ver el desarrollo del juego con otras respuestas otorgadas a según qué personajes: todo es un auténtico misterio por descubrir y tú eres el encargado de decidir si otorgar a tu pueblo el orgullo o la conversación, la ira o la misericordia, entre otras cosas.
Ligado a una experiencia que pretende expandir lo ofrecido en la primera parte, The Banner Saga 2 también prescinde de la innovación en su apartado jugable. Nada más comenzar observaremos que las batallas, lejos de variar lo ofrecido, plantean el mismo escenario: nos moveremos por el escenario a lo largo de un tablero con casillas con una premisa clara como es machacar al contrario y hacerle comer la fría nieve de los bosques árticos en los que nos encontramos. Lo que puede parecer en un primer momento como un toma y daca constante, es en realidad un juego de estrategia en el que tendremos que saber mover a nuestros soldados y disputar nuestro plan maquiavélico.
En esta ocasión, para añadir un elemento estratégico más al gameplay, nos ofrecen coberturas que pueden servir tanto para nosotros, como para el enemigo. Dichos objetos de cobertura pueden venir de lujo en muchas ocasiones para tender trampas a nuestros enemigos, pero como todo tiene su lado negativo y es que también ellos podrán hacer lo propio: será vital determinar cuándo nos debemos colocar en una de estas coberturas sin riesgo a morir acorralado por el filo de las hachas o espadas. Por lo demás todo continúa exactamente igual; un primer paso para movernos con nuestros soldados; y un segundo paso para atacar. A la hora de atacar disponemos de la posibilidad de combatir directamente a nuestro enemigo con el ataque normal o con el ataque especial, ambos se deben elegir con sabiduría y siempre con la certeza de saber si nos conviene atacar directamente a las tropas, o a la armadura de estos.
Entre otros elementos jugables también dispondremos de los ya conocidos campos de entrenamiento, o las tiendas donde podremos comprar mejoras. Llama especialmente la atención la variedad de objetos que se nos presta y que a medida que avanzamos en la historia van aumentando de cantidad: botas que aumentan el combate o armaduras dignas de alabanza para nuestra defensa, son algunos de estas pequeñas reliquias para hacer nuestro combate más asequible.
Dentro del campamento también tendremos disponible el lugar donde ejercer los roles a nuestro personaje, y sí, hablo de roles porque en The Banner Saga 2 es doble el atributo que le puedes otorgar a uno de los héroes. Ahora bien, esto tiene su truco: si enseñas a un guerrero a ser un ser diestro en el combate con hachas, y a la vez le enseñas magia, nunca llegará a ser un completo erudito en la dos materias, con lo cual hay que tener cierta premura con este sistema. Dentro de esta especialización y hablando de ramas, ahora también dispondremos de muchísimas más unidades para reclutar, cada una con su nombre, especialización y habilidades.
En el apartado gráfico es donde The Banner Saga 2 vuelve a mostrar su cara más familiar. Mezclando el propio gameplay con cinemáticas enfocadas en el modo historia, el dibujo del título rebosa maestría en lo artístico, ofreciendo un concepto burdo y a la vez bonito del mundo vikingo. Remarca en especial su belleza cuando hacen aparición los paisajes, hechos con mimo y una dedicación innegables que recuerdan a pinturas donde te querrías perder. Todo este aspecto gráfico se fusiona en un todo cuando hace aparición la música, que aunque mínima, demuestra estar en los momentos donde se la precisa para acompañar una odisea digna de mención en estos aspectos. En él, en The Banner Saga 2, se vuelve a vislumbrar la poética interpretación a través de las imágenes, algo que pocos juegos tienen el poder de conseguir.
Nos queda un paso más en el camino que supone esta trilogía de The Banner Saga. El primer título resultó ser toda una sorpresa, un auténtico cañonazo a los sentimientos, un círculo que giraba en derredor de la poesía nórdica y de los cantares que antaño recitaban los bardos. The Banner Saga 2 cuenta lo mismo en prácticamente todo, lo hace sin sorpresas y aunque resulta un buen juego no valora alguna de las armas que podía haber sacado a relucir. A nivel gráfico sigue intratable, a nivel mecánico también, pero a nivel argumental se queda mirando desde abajo aquello que una vez logró ser su predecesor: una sinfonía compuesta por los grandes genios de la inspiración y el buen arte.