Llevo toda mi vida obsesionado con qué es lo que lleva a una persona hacia el cambio; hacia dar ese conjunto de pasos necesario para pasar de un lugar a otro. Y hace unos meses llegué a una conclusión que puede parecer algo ingenua, pero que es imposible ver si estás cegado tratando de buscar la clave de algo en los lugares incorrectos. La clave del cambio personal está, por supuesto, en uno mismo.
Pero no quiero que se me malinterprete: cualquiera que busque trazas de la (en mi opinión abominable) psicología positiva que tanto vende ahora o de slogans de Mr. Wonderful no lo va a encontrar aquí. Porque esto es algo que normalmente no se suele decir: el cambio personal es posible, pero conlleva una serie de sacrificios y esfuerzos que uno tiene que estar dispuesto a asumir. Cambiar es, desde mi punto de vista, una de las cosas más difíciles en esta vida.
Twitter e Instagram están repletos de cuentas que se dejan la piel en intentar demostrarnos que perder 10, 20, 30, 40kg y ponerse en forma está en manos de cualquiera que le eche un poco de valor. Las redes sociales están infestadas de una realidad que invisibiliza el proceso duro de verdad; se muestra el cambio, pero no todo lo que ha sido necesario para que este llegue a darse.
En este último sentido, mi labor aquí no va a ser otra que la de intentar arrojar un poco de luz sobre algunas ideas mal concebidas sobre el cambio como, por ejemplo, que este tiene que hacerse en solitario. Encontrar algo o alguien que te motive puede ser crucial para llevarlo a cabo con éxito después de muchos fracasos. Y es que en mi caso personal, no solo me tenía a mí y a la gente que me quería, sino a Nintendo.
A lo largo de mi vida, he intentado perder peso decenas de veces. Algunas temporadas intentaba comer sano y duraban dos meses... otras tres días. Otras me apuntaba a un gimnasio e iba allí el día que me inscribía para no volver a pisarlo. Siempre era la misma lucha y el mismo fracaso; siempre había un intento fallido después de otro... pero ahora me doy cuenta de que era porque siempre enfocaba el proceso de la manera equivocada.
Hasta enero de 2020 intentaba perder peso porque era lo que debía hacer... porque quería dejar de sentirme mal conmigo mismo. Fue entonces cuando llegó el coronavirus y cuando al cuarto día de confinamiento puse los ojos sobre un polvoriento Ring Fit de Nintendo que compré meses antes y al que había usado un total de 0 veces.
Empecé con aquello por el mero hecho de necesitar moverme un poco más de lo que me moví esos días; de tener la sensación de que mi vida no se basaba en pasar de la silla del ordenador y viceversa. El día de la marmota tenía un nuevo estímulo: Nintendo me había dado, sin yo saberlo, la clave de lo que sería mi gran remontada en lo personal.
La vida es aprender y en estos dos años he ido aprendiendo por mi cuenta un buen puñado de valiosas lecciones sobre lo que implica cambiar que normalmente no se dicen y no entiendo por qué. Así que aquí van, con todo mi cariño, por si pueden ayudarte a ver todo esto con mucho menos agobio del que conlleva al principio:
Ahora viene la que quizás sea la parte más dura de todo esto y es, justamente, la que más se invisibiliza de todo el proceso. Todo esto que os he contado con el Ring Fit, Nintendo y cómo los videojuegos me ayudaron a dejar una vida sedentaria es una bonita historia de superación... pero todo éxito conlleva superar ciertos fantasmas. Y aquí voy a recurrir a lo que está tan de moda decir ahora, pero creo que no hay mayor verdad: si sientes que tienes problemas y no sabes cómo solucionarlos, busca ayuda psicológica.
Siempre digo lo mismo: todo psicólogo que se precie ha de ir a terapia para ser capaz de ayudar mejor a los demás y, precisamente, así empecé yo. Como psicólogo decidí iniciar un proceso por el mero hecho de encontrarme bien conmigo mismo y es algo que no me canso de recomendar a todo aquel que se lo pueda permitir. ¿Qué tiene que ver esto con el cambio? Muy sencillo; todo proceso personal empieza siempre por hacerse la misma pregunta:
No quiero elaborar una conclusión a todo esto que os he contado, porque creo que la vida es un proceso líquido que se va moviendo de un sitio para otro según le conviene. Poner una conclusión a cómo empecé a ponerme en forma gracias a Nintendo sería una manera de dar por finalizada una etapa y, sinceramente, creo que todo esto no ha hecho más que empezar.
Aún hay camino por delante, muchos pasos que dar, cosas que afrontar y desde aquí mi única intención con todo esto es enviar ánimos a todo aquel/aquella que crea que los necesita para cambiar. Eres valiosx, mereces lo mejor para tí... empieza a creértelo. No me gusta dar consejos, pero si tuviera que acabar con uno tendría que ver con algo que, en mi humilde experiencia, me ha servido para llegar dónde estoy en todos los ámbitos de mi vida: inténtalo, inténtalo otra vez si fallas, inténtalo una vez más, sigue intentándolo.
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