Nintendo ya sorprendía el año pasado lanzando al mercado Pokémon: Let's Go, Eevee/Pikachu!, una auténtica reimaginación de Pokémon Rojo y Verde, entregas de 1996. La gran N traía de vuelta estas obras con un apartado técnico completamente renovado y algunas nuevas mecánicas que, con mayor o menor éxito, se introducían por primera vez en la franquicia. Y ahora, para 2019, parece que Nintendo quiere repetir la jugada y traer de vuelta una obra clásica amada por miles de fanáticos como es el caso de The Legend of Zelda: Link's Awakening.
Esta querida obra aterrizaba inicialmente en Game Boy allá por 1993 y, cinco años más tarde, en Game Boy Color; y, ahora, en 2019, 26 años después de su estreno original, llega por primera vez a una consola de sobremesa con un espectacular remake. Nosotros ya hemos podido disfrutar de los primeros compases de The Legend of Zelda: Link's Awakening en Nintendo Switch y, si queréis saber cómo le ha sentado el tiempo al juego, os invitamos a acompañarnos en nuestras impresiones de la obra.
Lo primero que destaca de Link's Awakening en Switch es que, al contrario de Pokémon: Let's Go, no apuesta por reimaginar el juego original con nuevas mecánicas. La versión que recibimos de Link's Awakening es un remake que se ajusta perfectamente al juego original tanto a nivel mecánico como narrativo. Los cambios son escasos y se centran completamente en dos apartados: el aspecto técnico y las facilidades o comodidades de cara al usuario.
El primero de estos apartados, el correspondiente al aspecto técnico, habla por sí mismo. Link's Awakening abandona el pixel-art y el mapa dividido en pequeños cuadrados entre los que avanzar para apostar por una gran zona en la que la cámara sigue a Link de forma constante y convierte a la isla de Koholint en un espacio continuo por el que progresar se hace mucho más cómodo. Además, como bien se muestra en las imágenes, este remake cuenta con un estilo artístico muy peculiar en el que tanto los personajes como los escenarios parecen hechos de una arcilla brillante. Desde el punto de vista visual, el videojuego no solo es bonito sino que cuenta con mucho más detalle que permite dar una sensación de vida a la isla de Koholint, casi de paraíso. Todo ello le sienta de perlas a un videojuego que derrocha alegría y humor por todos lados.
Por otra parte, nos encontramos con algunos cambios y adiciones que se enfocan en la llamada calidad de vida. Estos están orientados a hacer de la experiencia algo más cómodo de lo que era originalmente. Entre ellos nos encontramos con la posibilidad de asignar objetos a ciertos botones con lo que evitamos tener que parar el juego para ir equipando y desequipando lo que necesitamos en cada momento. Otro detalle importante es la inclusión de un mapa dibujado con el que poder orientarnos mejor por toda la isla, o algunas botellas con las que capturar las hadas que sueltan determinados jefes.
Más allá de esto, Link's Awakening en Nintendo Switch incluye como principal novedad un editor de mazmorras. Este llega con su propio tutorial y ofrece algo que, si bien no es demasiado profundo, nos deja trastear creando contenido para la saga The Legend of Zelda por primera vez.
En general, Link's Awakening es un remake que resulta muy fiel al producto original y, más que añadir cambios importantes, se limita a hacer de la experiencia algo lo más cómodo posible y adaptarla al público de 2019. Así, el videojuego consigue resultar atractivo tanto para los miles de fans longevos del juego original como para los recién llegados a la saga.
The Legend of Zelda: Link's Awakening es un videojuego que tiene a sus espaldas ni más ni menos que 26 años. Y, con un remake que busca ser tan fiel como este al producto original en materia jugable, he de reconocer que tenía ciertas dudas acerca de cuál sería el resultado final porque, desde la época de Game Boy hasta hoy, ha llovido mucho, la industria del videojuego ha avanzado y las decisiones de diseño de entonces poco tienen que ver con las actuales. Pero, por suerte, Link's Awakening es un juego que resiste el paso de los años a la absoluta perfección. Se trata de una de las entregas más aclamadas de toda la saga y no es en vano: sigue siendo un título capaz de resultar increíblemente bueno y divertido incluso bajo los estándares de calidad actuales.
Frente a la tendencia contemporánea de los grandes videojuegos de incluir mapas más grandes, más mecánicas con las que llenar los botones y gráficos más realistas, Nintendo ofrece una obra capaz de brillar con luz propia por su sencillez, simplicidad y pragmatismo. El remake de Link's Awakening nos recuerda por qué nos enamoramos de esta saga hace más de dos décadas y pone sobre la mesa un videojuego en el que es realmente sencillo entrar, pero que guarda mucha miga.
El combate no se ha modificado ni un ápice y mantiene el esquema de dos botones con los que atacar y defendernos (usando el escudo) respectivamente. Los puzles y mazmorras que afrontaremos siguen resultando interesantes de principio a fin y, en más de una ocasión, ofrecen un reto al que le tendremos que dar un par de vueltas en nuestra cabeza si queremos resolverlo. Todo ello llega acompañado de un mapa que, si bien en tamaño no es comparable al de los videojuegos actuales, sí que es realmente denso.
En cada esquina tenemos algo que hacer, un objeto por recoger, un secreto por descubrir. Y la forma en la que vamos adquiriendo habilidades nos obliga a que la isla de Koholint sea como nuestra casa. Daremos vueltas y vueltas por ella, avanzando de un lado a otro para aprovechar todas las habilidades que conseguimos como si de un metroidvania se tratara. Y a ello le ayuda bastante la inclusión del nuevo mapa al que es posible añadirle marcadores; así, si encontramos una piedra que no podemos mover o un muro que no hay manera de hacer volar por los aires, podemos guardar su localización para el momento en el que consigamos el objeto o habilidad necesario.
Aun así, más allá de lo bueno que pueda ser Link's Awakening a nivel jugable, hay un elemento menos tangible pero que es el que confiere mucho valor tanto a esta como a otras entregas de The Legenz of Zelda: la sensación de misterio y descubrimiento. Link's Awakening en Switch mantiene ese elemento extra, intangible pero manifiestamente presente, que consigue engancharnos y mantenernos pegados a la pantalla. Recuerdo la sensación cuando era pequeño y, pese al paso de los años, he vuelto a notarlo jugando a este remake en Nintendo Switch. Y eso es auténtica magia; es la razón última por la que juego a videojuegos.
Se suele decir que quien tuvo, retuvo y, aunque hay casos de videojuegos que han envejecido realmente mal y a día de hoy son prácticamente inaccesibles más allá de por la mera nostalgia, Link's Awakening no es uno de ellos. La obra de Nintendo sigue resultando una propuesta fresca, original y sorprendente de principio a fin a día de hoy, 26 años después de su estreno original. Los cambios técnicos y las mejoras en calidad de vida son suficientes para adaptar el producto al público de 2019 sin perder un solo ápice de la esencia del mismo.
Link's Awakening en Nintendo Switch es el recordatorio perfecto de por qué nos enamoramos de The Legend of Zelda, una auténtica carta de amor a los clásicos de la franquicia que sirve, por un lado, para despertar la nostalgia en los fans más longevos pero que, por otra parte, tiene calidad y carisma suficiente para ser, por sí solo y dejando la nostalgia a un lado, un juego capaz de atrapar a cualquiera, ya sea grande o pequeño.
Un juego que rebosa calidad, que no ha perdido lo que lo hace especial y que sigue siendo, a día de hoy, una de las mejores obras jamás hechas.
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