Para que la industria avance hacen falta ideas innovadoras, arriesgadas, que rompan el velo de conformismo y seguridad que dan los estándares y las grandes franquicias. Si hay una compañía que ha sabido abanderar el cambio desde hace décadas esa es Nintendo. Una marca que año tras año ha demostrado estar lejos de las luchas encarnizadas de mercado, y que ha sabido mantenerse fiel a su esencia ¿Cuál? La de hacer fácil lo difícil, algo que esta vez han decidido trasladar directamente a la infancia de varias generaciones reformulando el concepto más básico de juego. Así se presentaba entre centenares de mofas y críticas Nintendo Labo, el nuevo salto al vació de la compañía que podría convertirse en el paradigma necesario de los próximos años.
Aunque durante el anuncio quedó una idea clara, la realidad es mucho más compleja. Areajugones pudo acudir al workshop de Nintendo para probar de manera anticipada la nueva revolución de la compañía, y comprobar de primera mano que las impresiones no siempre aciertan. Porque 4 horas rodeados de cartones, pegatinas, y toneladas de creatividad dan para entender que esto es otro movimiento valiente de la gran N que busca reinventar la forma de entender el videojuego, y la forma mediante la que nos relacionamos con él. Pero basta de palabras, y vayamos a las sensaciones.
Durante nuestra prueba de Nintendo Labo pudimos desgranar todo lo que contiene el Kit Variado, y el Kit Robótico, los dos packs revelados durante el tan hablado Nintendo Direct. El primero, valorado en 69,99 euros es el que apunta más alto en los objetivos de la compañía tanto por versatilidad como por precio. Compuesto por varias plantillas (Toy-Cons) de cartón, este conjunto es el que te permite construir desde una caña de pescar, una moto, una casa, y hasta un piano. ¿Cómo?
Todo empieza desde cero, con un cartón en el que tenemos dibujadas diferentes piezas. Nintendo Labo deja claro desde un principio que lo importante aquí no es lo que tienes delante, sino lo que puede nacer de tu imaginación. Empezamos eligiendo uno de los modelos que permite construir este Kit, separamos los Joy-Con de la consola, y comenzamos a seguir los pasos que aparecen en pantalla. Como si de un mueble de Ikea se tratara, el juego te va guiando paso a paso por todo el proceso de construcción. Mensajes sencillos, posibilidad de avanzar, retroceder y cambiar de perspectiva en todo momento, son los pilares básicos de la primera toma de contacto. Teniendo en cuenta que ensamblar todas estas piezas lleva en el mejor de los casos una hora y media, es algo que se agradece.
El primer Toy-Con con el que comenzaremos a trastear es el antenauta, una construcción muy sencilla de pocas piezas que convierte a la consola en un pequeño bicho de cuatro patas. Lograr encajar todas las piezas en este caso no nos llevará más de unos minutos, y a partir de ahí es cuando comienza la verdadera diversión. Sin ningún tipo de límites podremos adornar y customizar a nuestro antenauta para hacerlo único. En él irán los dos Joy-Con que previamente habremos separado, y desde la propia consola adornada con una bonita antena, daremos las acciones. Desde ahí veremos unos controles muy sencillos con los que podremos mover a nuestra creación gracias a la vibración HD.
Lo verdaderamente interesante aquí es que podremos competir con nuestros amigos echando carreras, pelear por objetivos que nos marquemos, o hacer uso de la cámara nocturna con la que contamos desde el control. El potencial de este Toy-Con, como del resto, parte de la imaginación que tengas para recrear entornos de juego interesantes. Sin embargo, en el resto de construcciones la fase de ensamblaje tiene un mayor protagonismo, y también ofrece una mayor recompensa.
Si elegimos la caña de pescar el camino para llegar hasta el resultado final nos llevará una hora y media sí, pero en el caso de la moto este tiempo se prolonga hasta las tres horas, y en el de la casa hasta incluso las tres horas y media. En cualquiera de estas opciones contamos con el apoyo de las instrucciones que aparecen en pantalla, y una sensación de tranquilidad y pausa muy agradable en un trabajo tan concienzudo. No diremos que es complicado construir estos juguetes, porque no lo es, pero la concentración para evitar errores es necesaria. Sin embargo, el hecho de que no haya ni un solo tornillo ni ningún otro tipo de adhesivo hace del proceso algo muy gratificante. Ver cómo se van encajando todas las piezas a ritmo de clicks es algo que es necesario vivir en primera persona.
Tras más de una hora -en nuestro caso- dando forma a la caña de pescar, pasamos al momento de juego. Siguiendo nuestro ejemplo, la pantalla de la consola se convierte en un mar/lago, en la que vemos aparecer la misma caña que estamos sosteniendo en nuestras manos. A partir de ese punto el resto funciona como un juego al uso; bajamos el cebo hasta la profundidad que deseemos, esperamos a que piquen, tiramos tras sentir la vibración de los Joy-Con, y comenzamos a recoger el hilo. Durante la subida tendremos que tener en cuenta la velocidad, el tamaño de la presa, y la dirección en la que se mueve durante nuestra lucha por hacernos con el trofeo. Si conseguimos sacar el pez -también hay tiburones dando vueltas por ahí abajo- veremos una tabla clasificatoria que marca el tamaño de nuestra pesca y su tipo. Tras todo ese proceso, solo es cuestión de repetir e ir mejorando los resultados.
La gracia de este apartado, es que dependiendo de lo que hayamos construido, el juego es completamente diferente. En el caso de la moto, tendremos únicamente en nuestras manos la parte superior del biciclo, y un soporte que va directamente a nuestro pecho. Con él sujetamos todo el aparato y centramos la posición de la consola que irá insertada en el centro. El juego en sí posee grandes paralelismos con el propio Mario Kart, y nos permite correr carreras en tres dificultades contra varios contrincantes. Aceleramos haciendo el gesto con el manillar, e incluso tendremos que arrancar antes la moto con un botón. Realismo concentrado en unos cuantos cartones montados por nosotros mismos.
El diseño que más curiosidad sin embargo ha despertado en nosotros, es el que en un primer momento menos atractivo parecía. Construir una casa es algo que hemos hecho desde pequeños, con todo tipo de materiales, pero en este caso la clave no está en el proceso, sino en lo que vemos a continuación. Nuestro pequeño hogar tiene tres aberturas; dos laterales y una en la parte inferior. Si hemos seguido todos los pasos de ensamblaje correctamente, contaremos con tres piezas tubulares que se encajan y rotan dentro de estos agujeros. La consola se coloca en el centro de la casa, y lo que vemos en ella dependerá de cómo dispongamos estas piezas externas.
La primera vista será la de un hogar interior normal y corriente, pero según vayamos metiendo las piezas, veremos que suceden cosas extrañas. Desde jugar a los bolos, hasta cocinar en el microondas, e incluso ascender con un ratón esquivando obstáculos gracias a un globo hinchable, esta construcción es la que más variedad de minjuegos ofrece. La pega quizás es que resulta ser la más convencional. El grado de interacción con lo que hemos construido es menor, y ese es principalmente el interés y la peculiaridad de Nintendo Labo. Cosa que cobra una nueva dimensión con el modelo que demuestra la verdadera complejidad de este nuevo concepto de juego.
El piano de Nintendo Labo ha sido, sin duda alguna, una de las sorpresas más gratas que hemos tenido durante la presentación de los diversos Toy-Con. Poder tener un piano totalmente funcional hecho únicamente de cartón de cartón y unas pegatinas reflectantes es algo que cualquiera puede apreciar, sea fan de la música o no, sea adulto o niño. El montaje del piano de Labo bien nos puede llevar unas 5 horas, pero merecerá la pena cada minuto que dediquemos a crear este instrumento, ya que su utilidad no se apoya únicamente en ser un piano simple y ya está.
El sistema mediante el que funciona el piano de Labo se basa en el uso del sensor de infrarrojos que tienen los Joy-Con, ya que cada tecla cuenta con una pegatina reflectante que muestra al mando y a Switch qué tecla se está tocando exactamente. Gracias a esto, la respuesta de la consola es prácticamente inmediata y se pueden regular las octavas, reproducir canciones predefinidas e incluso regular cuál será el sonido que reproduzca el piano gracias a los pequeños módulos separados que se insertan en este.
Las variedades de sonido pasan por lo bonito y lo divertido, ya que podremos reproducir un coro de voces con las teclas o maullidos de gatos con el eco al máximo, eso ya como quiera el jugador. Si queremos probar un modo más profesional que el estándar, tenemos a nuestra disposición un estudio donde podemos ver todas las octavas con una disposición más serias y podremos crear nuestros propios ritmos gracias a tarjetas de cartón que nosotros mismos podemos crear o personalizar. Además, gracias al contorno de estas tarjetas podremos crear nuestros propios peces y pescarlos gracias a la caña de Nintendo Labo cuando juguemos al juego de pesca.
En resumen, el piano de Nintendo Labo es complejo y simple al mismo tiempo. Hay tantas posibilidades además de tocar un piano que sin duda es el imprescindible de todos estos Toy-Con, ya que garantiza horas de diversión y creatividad en nuestro propio mundo musical.
El elemento más complejo de Nintendo Labo es claramente el Kit de Robot, donde nos encontramos casi el triple de planchas de cartón para crearlo en comparación con los del Kit Variado. Gracias a esta mochila y su sistema de pesos junto a los sensores infrarrojos de los Joy-Con nos permitirán convertirnos en un robot gigante cuya misión es destruir el mayor número de objetos en una ciudad en el intervalo de 5 minutos.
Este Toy-Con se compone de una mochila, que guarda el mecanismo que detecta los movimientos, unas cuerdas con sticks de cartón que usaremos con nuestras piernas y brazos para golpear y movernos. Los sensores infrarrojos de los Joy-Con detectan la extremidad que estamos moviendo gracias a las pegatinas reflectantes y emiten una rápida y eficaz repuesta en la consola. Además, contamos con un visor al que se acopla un Joy-Con y que al bajar la visera podremos entrar en el modo primera persona. Sin duda es el Toy-Con más complejo de crear, pero que será gratificante una vez completado.
El juego sirve mucho para descargar tensiones, ya que nos liaremos a golpes con todo gracias a los movimientos del robot gigante que manejamos. Podremos hacernos más grandes, volar o convertirnos en un coche en función de las posiciones que adoptemos y nuestro objetivo es hacer puntos destruyendo cosas. Este es posiblemente el juego con menos variedad, pero la posibilidad de manejar a un robot con nuestros movimientos es algo que merece la pena experimentar.
Llegas hasta este punto y te sigues repitiendo que no, que jugar con cartones es un paso a atrás, que no ofrece el suficiente entretenimiento o reto para alguien acostumbrado a los RPGs de cientos de hora o al shooter de turno con un panorama competitivo de gran escala. Pues bien, nosotros pensábamos lo mismo hasta que conocimos el Taller Toy-Con. La respuesta a cómo funciona Nintendo Labo está escondida aquí, un modo que te permite construir todo lo que se te pase por la cabeza atribuyendo acciones a los Joy-Con, e introduciéndolos en cualquier cosa que puedas construir.
Los pilares básicos de Nintendo Labo son los Joy-Con, y gracias a ellos los cartones cobran una dimensión. Más en concreto el funcionamiento de esta forma de jugar son las propias funcionalidades de los periféricos del hardware principal. Entrando en el taller veremos cómo se despliega una consola de comandos con la interfaz de la Nintendo Switch. En cada esquina de la pantalla aparecen varios nodos, de los que si pinchamos se abren unas listas con distintas configuraciones. A partir de ahí solo tendremos que decidir qué cosa queremos que hagan nuestros Joy-Con, y qué acciones desembocarán esas respuestas.
En este caso todo está muy simplificado, y encontramos los comandos divididos en entradas y salidas. Las primeras determinan la acción que tendremos que llevar a cabo, y las salidas marcan las reacciones a esas acciones. De esta forma podemos establecer, por ejemplo, que al girar uno de los Joy-Con, el otro vibre. O que lo hagan ambos si lo ordenamos desde la consola. Las posibilidades son tan variadas como variadas son las funcionalidades de los mandos. En otro caso, si construimos un muñeco de cartón muy sencillo y le pegamos una pegatina reflectante, podemos configurar que el Joy-Con introducido en él vibre al apuntarlo con una pistola casera.
Lo que quizás más potencial tiene el taller, y Nintendo Labo en general, son las pegatinas reflectantes. La propia compañía nos aclaró que este tipo de adhesivo en concreto es necesario para hacer funcionar la consola, ya que es el único que refleja con precisión los infrarrojos que fundamentan toda la cadena de reacciones. Con cualquiera de los Kit ya contaremos con muchas pegatinas, pero la posibilidad de comprar más libremente, los dota de un vasto potencial. Todo dependerá de la imaginación y paciencia que tengamos para dar con mecanismos ingeniosos, pero de base cualquiera puede alcanzar sistemas que sirvan de ejemplo para los demás. Y es que aquí sigue estando presente el elemento social.
Por el momento no es posible exportar ni importar nuestros esquemas, pero basta con hacer una fotografía a la pantalla, compartirla por las redes, y hacer que otros jugadores creen las mismas construcciones que tú. Algo que recuerda irremediablemente a Mario Maker, y el fenómeno que supuso en la comunidad al abrir para todos los usuarios un mundo de creación en el que la imaginación servía como moneda de cambio. Aún así, si no quieres tener contacto con otras personas, y tampoco tienes mucha imaginación, Nintendo Labo también ha pensado en ti permitiéndote coger los propios esquemas de los Toy-Con que vienen incluidos en los Kit, para a partir de ahí trabajar con pequeñas modificaciones.
El escepticismo se vende fácil, pero se destruye todavía más fácil. Nintendo Labo generó todo tipo de reacciones en una comunidad acostumbrada a la carrera tecnológica de los grandes estudios, y a la creación de universos ambiciosos en los que el jugador es un espectador externo. La compañía nipona decide dejar de lado todo eso recuperando el elemento interactivo de Nintendo Wii, y dándole una vuelta más de rosca para simplificar todavía más la experiencia. Las posibilidades de Nintendo Labo son algo nunca visto en la industria, y lo que ofrece es tan variado, que no hay perfil de jugador que quede al margen de esta nueva forma de entender el ocio electrónico.
Bien es cierto que las familias y los niños seguirán siendo la prioridad de Nintendo, pero si te queda algo de imaginación, y no dejas que tus prejuicios te priven de experiencias que se salen del canon establecido, puede que jugar con cartones sea lo que necesitas para entender por qué un día te enamoraste de los videojuegos. El próximo 27 de abril es el momento de la decisión.
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