“Cuando Blizzard lanza un nuevo título el colectivo videojueguil se moviliza”, así comenzaba hace un año el análisis que firmé para esta casa de Overwatch, personalmente sabía que este título sería un éxito; 30 millones de jugadores después entre todas las plataformas y habiéndose convertido en una franquicia valorada en un billón de dólares, definitivamente no hay dudas de que el éxito ha sido rotundo, y he de admitir que, por lo menos para mí, es sorprendente no en el sentido de que haya conseguido dicho éxito, sino que los números son abismales y mucho más altos de lo que hubiera imaginado.
Overwatch es un título sensacional desde el día uno, lo dijimos en nuestro análisis, pero también insistimos en lo necesario que era que Blizzard le siguiese dando soporte tal y como prometieron. Un año después podemos hacer balance y concluir que la compañía creadora de Warcraft o Starcraft ha hecho su trabajo y cumplido por su palabra, si Overwatch es lo que es a día de hoy es gracias al apoyo continúo que Jeff Kaplan y todo el equipo de Overwatch ha dedicado al título a diario. Hay elementos que son prácticamente irreconocibles comparados a cómo eran cuando salió el juego, y todos esos cambios se han hecho en su mayor parte para mejor, corrigiendo fallos y añadiendo mejoras.
Y es que, la falta de contenido fue una de las críticas más feroces de los detractores de Overwatch en su lanzamiento. Había quienes criticaban el elevado precio del juego, según sus consideraciones, dada la escasez de contenidos desde el día uno y la falta de un modo campaña que, por otro lado, Overwatch nunca necesitó para contar una historia que ya era rica el pasado 24 de mayo de 2016, pero que Blizzard se ha encargado de hacer aún más consistente con nuevas historias que nos han llegado ya sea en formato audiovisual o cómic. Nuevas historias que han llevado al estudio a incomprensibles polémicas como la que provocó en Navidad la orientación sexual de Tracer, un personaje alejado de cualquier estereotipo homosexual tratado sin sorna, ni tapujos, como los que lamentablemente suelen ser habituales cuando un personaje en un videojuego se distancia de lo que pudiera considerarse heteronormativo.
Es el plantel de personajes una de las grandes virtudes del juego de Blizzard, lo reconocimos en su día cuando sometimos el juego a análisis, pero es que el tiempo no ha hecho más que reivindicar un hecho innegable, y es que Overwatch es un juego que aboga por lo colectivo, lo multicultural y lo subalterno, se aleja de discriminaciones y funciona para todos. Cualquier jugador podrá encontrar sin dificultad un agente de Overwatch con el que sentirse identificado, y es que el respeto que siente la propia Blizzard por sus personajes es colosal, y solamente puede ser superado por el que algunos de los fans más acérrimos profesan a unos héroes que se han convertido en bandera no solo de valores, sino también de diseño en el más abierto de sus sentidos; desde el artístico hasta el jugable, Overwatch rezuma personalidad, pero al mismo tiempo equilibrio en un juego en el que ningún personaje es excesivamente más fuerte que ningún otro.
Los jugadores son, por otro lado, los principales artífices de una comunidad sana y agradable, en la que en escasísimas ocasiones he encontrado muestras de desprecio, discriminación o rechazo en los casi dos centenares de horas que he jugado a lo largo del año porque, por si quedaba alguna duda, es el juego al que más he jugado en los últimos 12 meses, tanto en su versión de PlayStation 4 como en la de PC; destacando de ambas lo bien que funciona el juego a nivel técnico, en cuanto a control y lo bien que se ve ya juegues en tu consola o en tu ordenador con todas las especificaciones al máximo; ese estilo cartoon tan único es una de las maravillas más de las que Overwatch hace gala.
Desde que el juego de Blizzard se lanzase hace un año hemos podido asistir a hasta cinco eventos diferentes, todos y cada uno de ellos han traído nuevos aspectos, grafitis, animaciones o jugadas destacadas; además de modos de juego, no solo competitivos como el de las bolas de nieve de Mei, sino también cooperativos como la lucha contra el Doctor Junkenstein en Halloween o el regreso a la Overwatch primigenia en Rebelión; estos modos se han dejado influenciar por otros títulos como Luciobol, y su clara referencia a Rocket League; y otros han gustado tanto que se han convertido en permanentes, como el clásico atrapa la bandera que trajo consigo el evento por el nuevo año chino. Cada uno de estos eventos ha revitalizado Overwatch y ha supuesto un motivo para volver para todos aquellos que por unos motivos u otros se habían mantenido alejados de la acción del FPS de Blizzard.
Más allá de los eventos cabe destacar otros elementos como el modo competitivo, que llegó poco después del lanzamiento oficial del juego y en el que ya hemos podido jugar varias temporadas, mejorando cada una algún elemento chirriante de la anterior. Junto al modo competitivo han llegado nuevos modos, bajo la denominación de ‘arcade’ tras la cual se han situado algunas modalidades antiguas como las trifulcas, en una mejora del interfaz realmente destacable. Los modos de uno contra uno y tres contra tres en el nuevo mapa ambientado en el ártico supusieron una nueva forma de entender Overwatch, favoreciendo un combate más cercano, pero igualmente táctico y divertido. Por si fuera poco, este mapa ártico no ha sido la única novedad en cuanto a mapeados que nos ha llegado; hay muchos más en camino, pero de momento hemos podido visitar Alemania en ese mapa de escolta denominado Eichenwalde, y hemos viajado a oriente para jugar al modo de capturar el punto en Oasis.
Quizá el plato fuerte han sido los nuevos personajes, quizá no tantos como nos hubiera gustado. Hemos recibido tres que cubren cada una de las posiciones del juego, salvo defensa, y que no han terminado de calar demasiado entre un grueso general de jugadores que parece preferir los 21 personajes por defecto. Ana llegó para reforzar la clase de apoyo en verano; a ella le siguió Sombra para el ataque, después de uno de las maniobras de promoción más pesadas que puedo recordar; y finalmente, recibimos a Orisa, un nuevo tanque. Sin embargo, los rumores sobre otros personajes, encabezados por Doomfist, llevan en el aire varios meses y solo el tiempo los terminará confirmando o desmintiendo; por lo pronto sabemos que Blizzard sigue trabajando en traer nuevos héroes al plantel que ayuden a enriquecer el mundo del juego, no solo a nivel puramente jugable sino también argumental, y es que a ninguno de estos personajes le falta un interesante trasfondo.
Overwatch logró a finales del pasado año por méritos propios convertirse en el juego del año para multitud de instituciones, a pesar de competir con juegos tan colosales como Uncharted 4, The Last Guardian, Final Fantasy XV, DOOM o Dark Souls 3, entre otros muchos, y es que desde luego 2016 no fue un año para pasar por alto. Fue un año de grandes nombres entre los cuales despuntó Overwatch con premios considerados injustos por esos mismos jugadores críticos que se quejaban hace un año de la escasez de contenidos, sin embargo, y visto con perspectiva Overwatch es ese juego progresista y transgresor del que las grandes producciones deberían aprender. Es un título impecable a todos los niveles, su tratamiento de los personajes es envidiable, sus planteamientos jugables funcionales, y su renovación constante es el ejemplo perfecto a seguir para cualquier estudio que quiera embarcarse en esa nueva odisea que son los ‘juegos como servicios’. Hace un año cerrábamos la review de Overwatch sentenciando “Overwatch es el mejor juego multijugador de lo que llevamos de año y un firme candidato a seguir siéndolo cuando acabe 2016”, a día de hoy podemos confirmar que efectivamente es el mejor juego multijugador de 2016, y es un firme candidato a ser el mejor juego multijugador de toda una generación de consolas, tanto para el usuario de a pie como para el profesional de los eSports. Viendo el camino que ha recorrido en el último año, no podemos estar más expectantes por ver cómo nos sorprenderá Blizzard en los meses venideros porque estamos seguros de que la aventura con Overwatch no ha hecho más que empezar.
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