Estoy ahora mismo como un ciervo que ve cómo las luces de los faros de un coche se acercan a él a toda velocidad; con las pupilas dilatadas por un fogonazo en la oscuridad y una intensa (in)quietud ante algo que se acerca de forma completamente inesperada sin saber cómo reaccionar ante ello. He probado Dragon's Dogma 2 durante una hora y tengo la cabeza aún dándome mil vueltas, al alma aún sujetándose a ese mando de PS5 en la que he podido catar el juego y el cerebro pasando por mis pupilas imágenes del juego a toda velocidad como si fuese un veterano de Vietnam.
Lo peor de todo es que la prueba ha sido tan fugaz que aún no tengo información suficiente como para responder a preguntas concretas, sino solo sensaciones; el increíble presentimiento de que estamos ante algo enorme y la certeza de que Dragon's Dogma podrá reclamar el lugar que se merece en la opinión pública para dejar de ser uno de los RPGs más injustamente infravalorados de la historia. Es hora de encarar al gran dragón, para que el ciclo no se vuelva a repetir.
La demo empezaba poniéndonos en la piel de una arquera de nivel cinco que se despertaba en una pequeña aldea tras el ataque del gran dragón que da nombre a la franquicia. Épica sin igual, trazas de fantasía oscura, matices de rol occidental y la japonización de la era medieval; lo que pude apreciar en ese primer gran enfrentamiento con el némesis de la saga deja patente que la ambientación de este universo brilla con más fuerza en esta secuela.
Tras la primera cinemática que nos puso en contexto de qué estaba ocurriendo y cuál era el punto de partida de la aventura, toca acudir a la llamada del rey para constatar si de verdad hemos sido elegidos por el dragón, por lo que nuestra misión será acudir a la capital acompañados de algunos miembros de la guarda de la ciudad a los que tendremos que escoltar por el camino. De aquí se desprende el segundo gran punto fuerte que pude sentir mientras jugaba a Dragon's Dogma 2 y tiene que ver con lo increíblemente densos que se sienten sus bosques, lo intrigantes que resultan los picos de las montañas que ves a lo lejos y lo tentadora que es la oscuridad de sus cuevas.
Todo esto se debe a que el mundo no es solo una tabla por la que caminar de un punto a otro, sino que está todo colocado en una gran armonía que resuena en cada entorno de forma orgánica: ya no hay caminos que llevan de forma inequívoca hacia un lugar destacado, sino que se puede acceder a estos de varias formas diferentes y los senderos se van bifurcando en decenas de rutas más pequeñas que van hacia vete a saber dónde.
El primer juego me enseñó que hay peligros en cada giro serpenteante y que no hay mayor peligro que salirse de la travesía establecida; algo que constaté con mis propios ojos cuando tuve que hacer un desvío en esa misma misión de escolta para sortear una enorme piedra que estaba obstaculizando la salida hacia un paso elevado. Fue entonces cuando mi grupo y yo acabamos en un riachuelo donde alguien había taponado su curso normal con una pared de piedras y nos dimos de bruces contra la rodilla de un gigantesco cíclope que deambulaba por allí.
La secuencia de sucesos que tuvieron lugar a continuación se resumieron en que intenté subirme a la cabeza del cíclope aprovechando la mecánica insignia de la saga de poder trepar sobre los monstruos y acabe espachurrado en el suelo cuando el enemigo me estampó contra una roca agarrándome con su enorme mano.
El segundo intento fue mejor, porque conseguí acabar con él sin muchas complicaciones, pero lo increíble llegó cuando estaba contemplando ya el cadáver de aquel gigantesco monstruo cuando vi un barril explosivo cerca de la orilla, probé a reventar la pared de piedra con él, el río inundó el lugar volviendo a correr y matando a todos mis peones y pensé: ''joder, esto me hubiera ahorrado muchos problemas''.
Quizás haya jugado al juego solo durante una hora, pero este enfrentamiento ha sido suficiente para entender que en Dragon's Dogma 2 no solo se podrán usar hechizos, mandobles y flechas para matar a un bicho gigantesco, sino también el cerebro.
Para rematar la preview, dediqué los 15 últimos minutos que me quedaban a utilizar otro de los personajes que había disponibles (un ladrón de nivel 15) para visitar un poco la gran ciudad del juego y perderme por los densos bosques que yacían a su alrededor para acabar viendo un imponente grifo alzando el vuelo a lo lejos en el horizonte con un hermoso atardecer de fondo y, cuando quise darme cuenta, el tiempo se agotó y mi cabeza se quedó allí, atrapada en bellos recovecos del mundo de Dragon's Dogma 2.
Ahora que ya he podido relatar lo que he jugado en esta demo y he sido capaz de pasar por los puntos que más me han llamado la atención del juego (ambientación, mundo y libertad de acción), es hora de lanzar el gran titular: Dragon's Dogma 2 se siente como un remake del primer juego, solo que en el buen sentido.
Lo cual hace que sea un juego conveniente tanto si has disfrutado de su precuela como si no dado que, si lo has hecho, encontrarás aquí todo lo que amabas del primer juego. Y, si no lo hiciste, podrás entrar a la saga con una versión ultramejorada de un título que ya era de culto.
Pero con tal de rematar estas primerísimas impresiones sobre el juego y atendiendo a la parte que me toca de lanzarme a explicar lo que vi no solo desde el corazón sino también desde los ojos, permitidme que enumere algunas de las cosas que noté muy presentes en Dragon's Dogma 2, las cuales hereda de forma directa de su antecesor:
Mientras jugaba a Dragon's Dogma 2, todo lo que se sentía era como una especie de deja vu. Ya había experimentado esa sensación de descubrimiento, esa libertad de acción en los combates y ese mundo vibrante con una propuesta perpetua de que nos convirtamos en viajeros. Y, sin embargo, todo se sentía diferente y nuevo con respecto a la primera entrega de la saga. Ha sido como llegar a un sitio que te resulta increíblemente familiar, casi como si lo hubieras visitado en otra vida, pero en el que nunca has estado en realidad.
Dragon's Dogma 2 se reafirma como uno de los juegos que más espero de cara al futuro; como la promesa de satisfacer a una comunidad de fans que no se contenta con cualquier cosa en cuanto al género de rol de mundo abierto se refiere. Si solo pudiera comprar un único juego en los próximos años, muy probablemente sería este.
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