Como ya es habitual, "One Punch Man 2" ha regresado una semana más para dejarnos con un nuevo pedazo de la historia centrada en el conflicto entre la Asociación de Héroes y la Asociación de Monstruos. En esta ocasión, Saitama, Garo y demás vuelven a ocupar minutos que, desafortunadamente, provocan una mayor sensación de somnolencia que no de diversión o emoción.
Para comenzar, hay que destacar el principal punto que nos deja en el día de hoy el episodio de 10 de "One Punch Man 2", el cual se trata ni más ni menos que del comienzo de los preparativos para la ya irrefrenable guerra entre entre los bandos del conflicto. La declaración por parte de los monstruos se produce con sensaciones de mofa absoluta, pues tras introducir inicialmente lo que parecía ser una narrativa en la que situar el bien y el mal a juicio -que muy bien habría sido recibida-, acaba siendo en realidad la confirmación de lo obvio: pretenden tomar todo cuanto desean con la que consideran una fuerza superior.
Si bien es cierto que este hecho nos deja con un anticipo de que próximamente veremos a la mayor parte de héroes de clase S ante un despliegue grupal de fuerza -a excepción de Metal Knight, el cual cala rápidamente la frágil base de la Asociación de Héroes-, no lo es menos que la presentación de la batalla acaba haciéndose excesivamente distendida y monótona. De hecho, lo único que sacamos en valor de entre todo ello es que Orochi, el líder de los monstruos, no acepta la derrota bajo ninguna circunstancia, y que Saitama parece ser el reflejo de muchos jugadores que no acaban saber de aceptar la derrota en los videojuegos.
Posiblemente, el mayor damnificado de la extensa narrativa del episodio sea Garo, quien regresa tras verse nuevamente humillado por Saitama -afortunadamente, este sigue sin saber qué ocurre cada vez que pierde la conciencia-. En esta ocasión, lo cierto es que podemos verle más al límite que nunca, y se pone de manifiesto que, realmente, existe todavía una brecha de increíbles dimensiones entre su poder actual y el que requiere convertirse en el monstruo definitivo. Aun así, sus limitaciones físicas no impiden que nos deje con algunas secuencias que, en cierta medida, consiguen que el episodio acabe viéndose salvado.
En primer lugar, vuelve a llamar la atención su relación con Tareo, un niño, recordemos humano, que pese a ello parece haberse convertido en su mayor aliado. Y es que, posiblemente, esta sea la más determinante de las pistas sobre que la ambición de Garo no es simplemente una de odio irracional, pues el desear proteger a Tareo muestra cómo no cree en la maldad intrínseca de todo humano. Asimismo, observamos que no es solo músculo y técnica, pues en un simple vistazo a la guía de héroes consigue asimilar los principales movimientos del regimiento que viene a cazarle -el cual en circunstancias normales no contaría con oportunidad alguna de victoria-.
Justamente, puede que la mayor flaqueza de este episodio 10 no sea únicamente el exceso de una narrativa que, a diferencia del episodio 9, no deja realmente con puntos que merezcan de análisis, sino que por la mera presencia de esta se ve recortada y dividida la secuencia de acción de Garo. Rodeado, malherido, como una bestia salvaje que debe más que nunca confiar en sus instintos y conocimientos; Garo reconoce que el desafío ante sí es uno de gran dificultad en su situación actual, y nos deja con el misterio de cómo buscará salir adelante durante la semana que viene.
De este modo, el episodio 11 de "One Punch Man 2" debería dejarnos tanto con el desenlace la batalla de Garo como con el retorno de Genos, el cual una vez más saltará a la escena con modificaciones físicas que, supuestamente, le permitirán rendir aún más que lo que le había permitido escalar hasta el rango S de héroes.