Desde que comenzó la carrera de premios de este 2021, y dejando a un lado el fenómeno "Nomadland", hay una película que ha brillado con luz propia por encima de otras. Y esa es "Minari", que se prepara para culminar su trayectoria con6 nominaciones a los Oscar incluyendo a Mejor Película. El filme, dirigido por Lee Isaac Chung, es una producción americana que, sin embargo, está rodada en coreano. Con esta peculiaridad y por el hecho de que se focaliza en una familia luchando por una vida mejor, la mente de muchos acudió sin remedio a "Parásitos".
Sin embargo, "Minari" no solo no es "Parásitos", sino que tampoco le hace falta. Son películas completamente distintas y cada una de ellas es capaz de destacar en su parcela (si bien no parece probable que esta vaya a quitarle el Oscar a "Nomadland"). De hecho, este nuevo filme bebe mucho más de otras producciones asiáticas que también han podido dar el salto internacional. Es relativamente sencillo acordarse de los dramas familiares de Yasujiro Ozu ("Cuentos de Tokio") o, más recientemente, de los de Hirokazu Kore-Eda ("Un asunto de familia").
La belleza de lo simple
Heredera directa de estas cintas, su gran valor se encuentra en lo cotidiano. La simplicidad y desnudez de su historia es el gran atractivo de una propuesta que, con profunda sencillez, consigue reflexionar acerca de la vida, de los sueños y de la forma en que se afrontan los problemas. Cada personaje debe lidiar con sus propios demonios, adultos o infantiles según el prisma con el que los miren. Y en esa mirada es donde se esconde la gran virtud de "Minari".
De forma totalmente orgánica, Isaac Chung introduce poco a poco diferentes conflictos nada extraordinarios (salvo determinadas condiciones de los personajes) y, con ellos, soluciones tan naturales como enfrentarlos como buenamente se puede o escabullirse y dejarlos pasar. Y algunas veces no pasa nada y otras veces sí. Porque lo que en realidad pasa por el metraje es la vida. Y es en esos momentos en los que "Minari" se torna más bella.
Familia
Las dinámicas familiares se presentan desde el principio como la clave sobre la que se construye este pequeño universo en torno a los 5 protagonistas. Pronto entendemos las dificultades de un matrimonio en el que no siempre las dos partes reman en la misma dirección. También comprendemos el papel de Anne como hermana mayor, pese a que está tremendamente desaprovechada. Pero, por encima de todo, quedamos irremediablemente prendados de los encantos e ingenios de David. La película sabe que el pequeño es de largo lo más interesante, y como tal le ofrece de manera muy inteligente el timón del filme.
Suyo es el punto de vista de casi todo lo que vemos. Incluso el otro gran personaje de “Minari”, la abuela, lo es precisamente por la relación que guarda con un nieto que no la reconoce como tal. David le otorga a la película sus mejores momentos, llenándolo todo de una ternura incalificable. Queremos reír y descubrir el mundo con él. Y correr. Si al resto de personajes los observamos con cierta distancia pese a la empatía que generan, con David todo es cercaníay complicidad. Es el ingrediente diferencial.
Soledad
La cinta se esfuerza en transmitir de manera imperceptible esa idea de familia imperfecta, real y unida pese a todo. Pero también indaga sin hacer ruido en la soledad y el vacío interior de cada uno de sus integrantes. Juntos son parte de un todo, pero a la vez son individuos. En "Minari" se reflejan a la perfección estas dos realidades emocionales universales que forman parte del conjunto que hace a una persona.
El contraste entre las dos posturas que toma “Minari” resulta en un filme tranquilo, delicado y optimista, distanciándose así del fenómeno "Parásitos" por completo. Es un mensaje que se repiten incluso los propios protagonistas.“Todo va a salir bien”, dicen mientras ven cómo su mundo se desmorona. Porque, pese a todo, son tan humanos que son capaces de buscar ese resquicio de luz. Por eso su final es tan poderoso, es la catarsis de esta idea. El abrazo de un matrimonio herido y la carrera desesperada de un niño al filo de la vida.
Conclusión
En definitiva, con “Minari” entramos de lleno en el núcleo familiar de sus personajes para vivir con ellos sus alegrías y penurias. Es una película que no obliga a nada más que dejarse llevar para empatizar con cada uno de los protagonistas de esta pequeña gran historia. Una sencilla propuesta que, en una industria tan copada por potentes películas de grandes dimensiones, es más agradecida que nunca. Dos horas de vida, nada más. Y nada menos.
En definitiva, con “Minari” entramos de lleno en el núcleo familiar de sus personajes para vivir con ellos sus alegrías y penurias. Es una película que no obliga a nada más que dejarse llevar para empatizar con cada uno de los protagonistas de esta pequeña gran historia. Una sencilla propuesta que, en una industria tan copada por potentes películas de grandes dimensiones, es más agradecida que nunca. Dos horas de vida, nada más. Y nada menos.