He salido del cine tras ver Lightyear muy contento. Era consciente de que Pixar no había producido Toy Story 5 ni una precuela de la mítica saga de animación. Es más, quizás nunca lo haga, porque la franquicia ya ha terminado de la mejor forma posible. Pero los avances de este spin-off, al menos en mi opinión, no pintaban nada bien. ¿Ciencia ficción espacial? ¿No es el espacio el lugar más frío e inhóspito del planeta, todo lo contrario al espíritu de esta productora?
Sin embargo, si disfrutamos con la representación que hace Pixar de este firmamento, quizás no estés en ningún momento ante un clásico instantáneo como Red, Luca o Soul, pero sí ante una película con (un poco de) corazón que está pensada especialmente para los adultos de la casa que crecieron con aquella película en la que Andy compraba un Buzz Lightyear... Y se cansaba rápidamente de él.
Buzz Lightyear, el héroe que todo adulto quería ser al ver Toy Story
Lightyear es en realidad una película de 1995, porque es ese largometraje en el que se inspiró una compañía de juguetes para lanzar una figura de Buzz Lightyear que acabó comprando Andy en Toy Story. Como tal, el protagonista es el personaje que conecta con la generación que disfrutó en el pasado con las películas de estos muñecos parlantes, de ahí que sus diálogos sean los más maduros, e incluso en algunas ocasiones tengamos reflexiones puramente científicas que sumergirán a los más pequeños de la casa en una vorágine de dudas sobre la física espacial.
Tú y yo somos ya adultos, y quizás ese es el problema que leeré en redes sociales a partir de ahora: Lightyear no es una producción pensada para tus hijos, sino para los padres. Porque el espíritu Toy Story, en definitiva, aquí no está presente. Esto es más un Star Wars (o cualquier space opera que se te ocurra) creado por Pixar en un intento de lanzar al mercado una nueva franquicia (el final lo deja bien claro). Y aunque no escucharás ni una palabra malsonante ni verás una escena subida de tono, el espíritu es mucho más serio. De ahí que hablemos de universos paralelos, de la velocidad más allá de la luz y de sus efectos en el espacio-tiempo.
Como versión light y edulcorada de Interstellar, Lightyear funciona a las mil maravillas, con incesantes secuencias de acción, y momentos emocionales sobre un Buzz Lightyear con una misión, a primera vista, imposible. Y gracias a eso, he salido del cine con una sonrisa de oreja a oreja, contento de haber disfrutado de una buena producción de ciencia ficción, bastante ligera y que puede competir con algunos exponentes del género, todo ello aprovechando la magnífica animación de Pixar.
Iggy, el camino del adolescente
Eso sí, creo que el personaje más interesante de Lightyear es Iggy, porque es esta chica la que recibe todo el peso de conectar con los más jóvenes. Y lo hace con una historia mil veces vista que complica su objetivo: esfuérzate, y lograrás ser quién eres. Lucha por tu sueños, y alcanzarás a ser tan fuerte como tu (insertar familiar de referencia). Aún así, Pixar la ha utilizado para depositar en la película algunos de los mensajes más sensibles y necesarios de sus 100 minutos de duración: el poder de la amistad, la valentía y la superación de obstáculos. Valores con los que deben crecer nuestros hijos.
Los más pequeños se verán representados en ella, porque como digo, será Iggy la que conecte con esta audiencia que, por desgracia, será la mayoritaria en acudir a los cines para ver Lightyear. Repito, este clásico de Pixar NO es para niños, y si lo ven, no lo disfrutarán como tú si harás.
Sox, la parte más Disney de Pixar
En cuanto al sentido del humor, en Lightyear queda relegado casi por completo a Sox, un gatete robótico que consigue sacarte alguna que otra sonrisa con cada una de sus ocurrencias. Todo ello a pesar de ser simplemente una versión irónica y para todos los públicos de las múltiples críticas que recibe Siri o cualquier otra IA que exista en nuestra sociedad. Incluso los guionistas añaden una inteligencia artificial propia conocida como I.V.A.N que es claramente la Siri o Alexa de este mundo.
Ahora bien, me sorprende cómo Lightyear ha prescindido de un sentido del humor más trabajado, porque en lugar de recordarnos a cualquiera de las cuatro películas de Toy Story, nos retrotrae a la peor versión de Disney. A esos chistes sencillos y pasados de rosca que se repiten de forma constante a lo largo de esos 100 minutos. Algunos funcionan, otros no tanto, y es en estos últimos en los que encontramos el mayor problema: si una broma no te hace gracia una vez, no lo hará tampoco la enésima ocasión.
Lightyear, una aventura épica de ciencia ficción con algunas sombras
No hay peros en el plano técnico, tampoco en esta versión de Buzz Lightyear cuya voz es interpretada de forma magistral por Chris Evans. Pero sí en ese corazón del que carece la película, porque aunque intenta conectar con los más pequeños de la casa a través de Iggy, el alma de Lightyear es el de una obra de ciencia ficción que desconcertará a tus hijos con temas científicos algo complejos, y con un escaso sentido del humor. Eso sí, si eres adulto y disfrutaste con el juguete de Toy Story, entonces te lo pasarás en grande.
Una película que disfrutarán aquellos que crecimos con Toy Story, nos encantaba Buzz Lightyear y nos imaginábamos cómo fue ese largometraje que vio Andy en la primera entrega. Ahora bien, los más pequeños se perderán con algunos conceptos de la física del espacio, y no comprenderán muchos de los diálogos
El plano técnico es una absoluta maravilla
Buzz Lightyear es un personaje maduro, con aristas y muy bien creado
Se aleja de Toy Story, lo cual es maravilloso para crecer como película independiente
Iggy es la conexión con el público joven, que también es necesario
No es una película fácil para el público infantil
Sox, que pese a ser el punto cómico, repite muchas de sus bromas
Netflix, HBO Max, Prime Video, Disney Plus y Filmin, mis plataformas de streaming favoritas. Harry Potter, Marvel, DC, James Bond y Fast & Furious, mis películas comerciales preferidas. La vida es bella, mi película favorita. Así soy yo, y así seguiré.