Análisis Life is Feudal
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ANÁLISIS

Análisis Life is Feudal

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Cuando hablamos de Life is Feudal, muchas descripciones pueden desarrollarse. El título de Bitbox permite llevar a cabo una adjetivación tan extensa como lo colosal de sus postulados, pues la densidad de contenido que ofrece es, sin dudas, una de sus mayores basas. Sin embargo, pensar en ‘ambición’ al momento de intentar dar sindéresis de lo que la obra representa es, cuando menos, una forma sumamente adecuada de ejemplificar aquéllo que simboliza; y es que, más allá de que cuenta con una cantidad de falencias notoria, las cuales merman en magnitud tanto su calidad como nuestra seguridad para recomendarlo, lo cierto es que nos hallamos ante un título osado, un producto que ha buscado emular la Edad Media con minucioso y fidedigno énfasis, ofreciéndonos así una de las piezas más gruesas y complejas dentro de su simbiosis entre MMORPG y aventura de supervivencia y, gracias a ello, una adquisición no apta para todo público.

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Un juego sólo para devotos

Ya lo destacamos en su debido momento cuando ofrecimos un avance de lo que el juego ofrece pero, imperativamente, recalcamos en una ocasión más una de las máximas que se ciernen sobre el planteamiento global: Life is Feudal se hace difícil de querer. A diferencia de otros productos de su estirpe, de entre los cuales se encuentra un grupo de ejemplares que aspiran a abarcar tanto público como sea posible, la creación nos convida a un universo muchísimo más enrevesado, uno de gran inclemencia que única y exclusivamente nos lucirá su mejor faceta si estamos dispuestos a bienaventurarnos en un viaje que, sí, logra ser muy satisfactorio, pero sólo en caso de cumplirse dos variables: extensas horas de juego y afán por el género.

Caso contrario, es relevante hacer hincapié en que no nos hallamos ante una adquisición fácil de recomendar. ¿Por falta de calidad? En lo absoluto, el juego sabe muy bien qué desea presentar y está en plena conciencia de cuál es la esencia que lo imbuye, sin embargo, es por tales motivos que se plantea la imposibilidad previamente mencionada, porque no todos los jugadores estarán preparados para afrontar la magna labor que supone adentrarse en el Medioevo de Bitbox. El comienzo es muy lento, la progresión es difícil de percibir y, a largo plazo, lo único que medra es nuestra propia interpretación y comprensión de lo que nos rodea -junto a lo obtenido en el camino ya labrado-, pero hemos de subrayar que tales situaciones no simbolizan un aspecto negativo sino que, como bien ya se ha podido inferir, depende de quién juzga para poder decidir qué tan fascinante es, o no es, la proposición del estudio.

Independientemente de todo, lo cierto es que proyección es lo que menos le falta al proyecto. La persecución por alcanzar el realismo más absoluto se nota con cada paso que nuestros desnudos pies dan a lo largo de tan espectaculares estampas visuales, mas ello nos lleva al no tan longevo debate sobre qué tan adecuado es representar un contexto histórico de forma tan fidedigna; a veces, hacerlo sustrae la diversión que una producción es capaz de obsequiar. Kingdom Come: DeliveranceMount & Blade II: Bannerlord, por mencionar un par de ejemplos, ya cuentan con esta premisa y, paralelamente, ostentan sus respectivos seguidores asiduos y, en el caso de Life is Feudal, no nos caben dudas en que también puede adicionarse al grupo de obras que intentan emular la vida tal y como es, o fue; y éste es un aspecto en donde, más allá de juicios, sí que resalta: su realidad es cruda.

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Un gradual suplicio digno de elogios

Si retomamos lo planteado respecto a que muchas descripciones se le pueden atribuir al juego, una de ellas es la de suplicio. Insistimos: la inclemencia del título es apoteósica y, desde un principio, en el sencillo instante en donde somos arrojados a la costa de un entorno desconocido con nada más que un escueto tutorial que poco o nada nos enseña a manejarnos dentro de las mecánicas, está claro que la intención no es la de guiarnos en cómo desenvolvernos. No. La intención es obligarnos a sobrevivir, a descubrir con quién hablar, qué hacer y cómo hacerlo; un principio relativamente similar al de Dark Souls, por mencionar el popular referente de toda comparación, sólo que con una notoria diferencia: la extensión geográfica creada por Bitbox es más grande, más densa y, por consiguiente, nos lleva al naufragio mental en cuestión de segundos.

Sin embargo, si le agregamos el adjetivo "gradual" al título planteado sobre estas líneas es por un motivo relevante: se necesitan muchas horas para comenzar a disfrutar de todo el esfuerzo invertido pero, cuando se llega, es sensacional. Es ahí, realmente, donde se decide qué tanto vale la pena tan siquiera intentar comprender por qué Life is Feudal puede llegar a ser una épica sin comparaciones, porque es necesario escalar el Kilimanjaro para poder apreciar la belleza tras el empinado relieve. Quien sea capaz de lograrlo, que no tema a disyuntivas porque no existirán, pero es necesario más que sólo el deseo de observar tal paraje para poder alcanzarlo; se requiere paciencia y mucho trabajo, valores que también se necesitaban en la era a la que el proyecto nos transporta y que, ahora, reviven en formato de videojuego con merecidos elogios, y reproches, de por medio.

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Una experiencia social con ásperas condiciones

Por otra parte, uno de los puntos en donde Life is Feudal sobresale es en la importancia que le otorga a la socialización dentro de sus conceptos. En esta creación, nuevamente, como si de la época implicada se tratase, será de ineludible obligación relacionarnos con otros personajes en pos de poder sobrevivir, y luego vivir, de manera efectiva, ya que cada uno se adjudicará un rol propio que permitirá los avances de la civilización; es decir, los aldeanos crean la aldea. En momentos así, incluso en los esporádicos combates -aunque urgentemente necesitados de refinamiento-, es en donde se vivencia el mejor rostro de la obra, ya que es en ese vértice en donde llega a su vector más álgido para situarse en la cúspide de las iteraciones realistas.

Pese a ello, la consideración de áspero asimismo tiene un fundamental marco que empaña considerablemente la fluidez de las horas. Las animaciones, el manejo del inventario, los mencionados enfrentamientos bélicos entre avatares, el exceso de recolección de recursos para consumar nuestros objetivos... Bitbox tiene mucho que encaminar y, especialmente, refinar de cara a conseguir una mejor epopeya para los consumidores ya que, si bien hoy en día es una compra más que recomendable para cualquier fanático de los aspectos resaltados en el análisis, es simultáneamente una pésima adquisición para los neófitos al ser déspota con ellos, e incluso con cualquiera que no esté acostumbrado a la índole de piezas que exhortan al trabajo casi esclavizante y gratificante sólo con el tiempo.

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Dos puntos de vista enemistados

El incisivo realce sobre la dicotomía de percepciones que Life is Feudal adolece ha sido constante en todo el escrito, pero es sólo porque, además de que así de intensa es la división entre blanco y negro, es perentorio establecer que este juego, salvo excepciones, presenta dos evaluaciones: se ama o se odia.

¿Cómo calificar, entonces, lo que ha conseguido Bitbox? Es difícil de justificar pues, y ya es axiomático a estas alturas, los gustos de cada jugador estarán fuertemente involucrados en si se trata de una edificación agradable, sin embargo, se puede defender que el estudio no únicamente ha mostrado una admirable aspiración al momento de buscar desarrollar un titán de titanes dentro de su cúpula sino que, también, exhibe un ingente resultado que no pasará desapercibido dentro de su propio ecosistema.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.