La llegada de Luffy a los cines españoles se producirá en tres fases bien diferenciadas; la primera, la que hemos podido disfrutar para exponer el texto que sigue a continuación, ha tenido lugar en el Festival de Sitges, la segunda correrá a cargo en el Salón del Manga de Barcelona a principios de noviembre, y la última, la propiamente oficial, correrá por miles de salas del país el próximo 15 de noviembre. "One Piece Stampede" cuenta ya, sin embargo, con un gran rodaje desde que se estrenara en Japón a principios de agosto. Y no, no hablamos solo de números de taquilla.
Toei Animation configuró su calendario para este año de manera muy especial. El anime del universo de Eiichiro Oda cumplía nada más y nada menos que 20 años, y el propio mangaka ya anticipaba las sorpresas que aterrizarían tanto en televisión como en la gran pantalla valiéndose de ese pretexto. Se cocinaba una celebración amparada más en el esplendor visual que narrativo, en una evolución de los valores de producción que el estudio ya había presentado en "Dragon Ball: Super".
ESTA CRÍTICA NO CONTIENE SPOILERS
De pirata a pirata
No importa que Tatsuya Nagamine decidiera sumergirse en la nueva etapa del anime, en vez del festival de fanservice que caminaba hacia las salas. Es imposible entender la decimocuarta película de la franquicia sin tomar, precisamente, al último largometraje de la obra de Toriyama como principal referencia. Y es que, "One Piece Stampede" es, en esencia, una versión definitiva y mejorada de aquel experimento que sirvió para acabar con años de desprestigio hacia la marca de Toei por su aparente incapacidad para llegar al sakuga. Una película que responde a todas y cada una de las expectativas que cualquier fan podría tener sobre un proyecto así.
Ahora bien, el objetivo no era especialmente sencillo. La potencia bruta -presente solo a falta de canalizarse- no bastaba para tejer un festival coherente con la franquicia y todo su desarrollo. Hacía falta un equipo experimentado en la mitología de Oda, y es ahí donde entra en acción una de las parejas de artistas más respetados de toda la industria. El venerado Yuya Takahashi es el nombre que más destaca de los presentes, quien vuelve una vez más a hacerse cargo de la animación tras tocar la gloria en "One Piece: Gold". Y claro, junto a él también aparece Naotoshi Shida, otro genio con habilidad probada al timón.
Con este tándem, "One Piece Stampede" consigue dar un salto de calidad descomunal respecto a las últimas producciones cinematográficas; sin perder las señas de identidad más reconocibles de la franquicia, y sin lapidar otros apartados del proyecto. Los puntos en común con el arco de Wano son evidentes, pero el presupuesto aquí marca una diferencia notable respecto a lo visto en televisión. Decenas de combates, efectos climáticos y movimientos imposibles de cámara hace de la experiencia una escalada de estímulos y sorpresas incesable, que un grumete Takashi Ootsuka toma de buen grado en la dirección.
Sin carta de navegación
¿Y qué hay del guion? Hay que entender la película como un regalo hacia los fans, como un pasatiempos capaz de homenajear a tantos iconos y elementos posibles. En esa ecuación no era necesario introducir la variable escrita, el libreto podía ser un simple añadido funcional. La historia aquí va un paso más allá de la simplificación insultante que procuró "Dragon Ball Super: Broly", y se limita a asentar los límites del terreno para que los jugadores actúen de forma autónoma. No hay evolución alguna de personajes, ni justificación o construcción previa a las escenas interesadas. Todo se da de manera rápida y fortuita, sobreentendiendo que el espectador conoce quién es quién, y entiende las sinergias que entre ellos se cocinan como consecuencia de un pasado compartido.
Ni siquiera el villano principal Douglas Bullet, un pirata con un trasfondo increíblemente interesante, cuenta con más de dos minutos de diálogos. El hecho de que formara parte de la banda original de Roger no es más que un pretexto para elevar su poder hasta cotas nunca vistas en la franquicia. Lo mismo que sucede con una trama principal, que, escudándose en la no canonización de la producción, aprovecha para presentar una suerte de battle royale en el que caben enfrentamientos impensables para la serie o el manga. "One Piece Stampede" es en consecuencia un desmadre autoconsciente que busca obnubilar los sentidos por cantidad y no cualidad. Y así nos topamos con un reparto de villanos y héroes inédito tanto en un producto de la saga como en el medio en sí.
Luffy vuelve a llevar la batuta de la acción, sí, pero la producción se ve favorecida por una división estratégica del grupo principal. La distribución perjudica abiertamente tanto a Sanji como a Robin, quiénes quedan alejados de toda acción, pero favorece increíblemente tanto a Usopp como a Zoro. En torno a ellos se va desplegando un tsunami de caras conocidas -del presente pero también del pasado-, que en combinación con un uso flexible de las Frutas y las Energías Vitales, suponen el molde ideal para el fervor de emociones que transpira la cinta.
Conclusión
"One Piece Stampede" es mucho más que un juguete comercial para explotar la franquicia de manganime más exitosa de las últimas décadas. Toei Animation consagra una oda al entretenimiento hecha por y para fans. No hay cabida aquí para espectadores casuales que busquen un producto animado ligero. Solo los piratas más aguerridos encontrarán en la película un regalo de poca personalidad pero poso infinito en la memoria.
Toei Animation celebra el 20 aniversario de la adaptación animada con uno de los espectáculos animados más ambiciosos y avasalladores de la historia del medio. Personajes del pasado y el presente se encuentran en una competición a campo abierto que sirve para hacer las delicias de los más fans.
El trabajo a nivel de animación es magnánimo
Comedia muy bien medida e integrada con personajes habituados a ella