El 'shounen' como tal es un género que, fiel a su nombre, va destinado a un público adolescente - algo que en última instancia no suele realmente restringir a sus seguidores -. No obstante, este es más fácilmente identificable con productos que llevan por bandera la siguiente composición: muchos personajes, transformaciones y batallas con villanos - además de constantes incrementos de poder -. Asimismo, también suele plasmarse siempre una clara línea entre el bien y el mal. Ahora, es aquí donde "Kimetsu no Yaiba" tiene la oportunidad de romper con un claro miedo en su etapa final.
A partir del siguiente párrafo trataremos acontecimientos pertinentes al capítulo 201 del manga, por lo que aquellos que solo vean el anime, o que se encuentren retrasados en cuanto a la lectura, deberían dejar de leer en este mismo punto.
A estas alturas, las ventas de "Kimetsu no Yaiba" garantizan que perdurará en la historia como uno de los shounen más exitosos de siempre. Sin embargo, Koyoharu Gotouge ha situado ante nosotros un escenario en el que la historia protagonizada por Tanjirou y Nezuko Kamado puede, o bien aferrarse a los estándares clásicos del sector, o desmarcarse por completo mediante su último e inesperado giro. En caso de que exista duda, estamos haciendo referencia al hecho de que Tanjirou se halla convertido ahora en un demonio.
De tal forma, recordaremos que durante la batalla final contra Muzan este, en sus últimos instantes de vida, traslada sus recuerdos y parte de su conciencia a Tanjirou, con el objetivo de hacer de este el nuevo recipiente del rostro de los demonios. A priori, pues, el plan de Muzan ha arrancado con buen pie, pues Tanjirou no solo revive, sino que pierde todo control sobre sí mismo, regenera su brazo y empieza a atacar a todos a su alrededor, incluyendo un Inosuke que se encuentra en grave peligro - justo aquí finaliza el capítulo -.
Así pues, ante nosotros se hallan dos posibles escenarios: una pequeña confrontación en la que el lado demoníaco de Tanjirou se vea persuadido por Nezuko, quien a priori es ahora solamente humana, o una nueva batalla a gran escala, acompañada de un salto en el tiempo, en el que ver a Tanjirou como el nuevo gran antagonista de la franquicia. Lógicamente, este destino no es en absoluto justo para el personaje, quien ha mostrado absoluta devoción por revertir la transformación de su hermana y evitar que más gente perezca. Sin embargo, "Kimetsu no Yaiba" no es una historia que anteponga los personajes a los resultados de la narrativa, y eso es algo que hemos visto una y otra vez.
En este sentido, perfectamente puede recordarnos a lo que hace Hajime Isayama con "Ataque a los Titantes". Tanto Gotouge como Isayama no tienen a los personajes como el centro de su historia, sino que son simples peones en el desarrollo de la narrativa. La historia no se mueve en favor de los personajes, sino que son los personajes quienes hilan su destino para crear la mejor trama posible. Si alguien debe morir, morirá, si alguien ha de ser un traidor, lo será. No importa el quién o el cómo, por delante siempre va el qué, y es por ello que si "Kimetsu no Yaiba" sigue siendo fiel a sí misma deberíamos sorprendernos como nunca antes.
Veremos, pues, cuál es la decisión que toma Gotouge-san en este punto, aunque dado que nos encontramos en la recta final del manga resulta difícil imaginar el presentado escenario con Tanjirou como principal antagonista. En cualquier caso, la realidad es que hasta este punto la historia ya ha contado con suficientes decisiones valientes como para ver dónde - afortunadamente - se hallan las prioridades creativas de su autor.
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