Por fin llegó el día en que se estrenó la que estaba llamada a ser uno de los grandes pilares de esta moda de Hollywood de hacer películas de acción real pero con una base animada. Pokémon es un gigante en todo sus sentidos, y por lo tanto, no valía cualquier cosa, y más teniendo en cuenta que las historias que se han llevado a la gran pantalla a raíz del universo como "Pokémon: La pelicula" o "Pokémon 3: El hechizo de los Unows" son películas que consiguen emocionar al espectador a través del universo, por lo que esta película presenta un gran reto: ¿Cómo poder transmitir el encanto de unos seres tan particulares en un mundo compartido con los humanos?
Para poder disfrutar esta película primero hay que entender que, principalmente, está dirigida a todos aquellos que hemos tenido un mínimo de contacto con el universo. Sin embargo, el público de esta cinta no solo es aquel que sigue siendo fan de Pokémon con el paso de los años, pues el personaje del protagonista responde a otro tipo de fan, esa gente que se ha criado con el anime y que por el camino y por las circunstancias de la vida ha dejado a la saga de lado. En definitiva, el público de la película son tanto los fans incondicionales, que lo llevan siendo toda la vida, como todas esas personas que no recuerdan que desde pequeños su única meta ha sido la de ser entrenador Pokemon.
Partiendo de este detalle, la película consigue reavivar ese sentimiento completamente, pues el ver a pokémon tan icónicos de la saga (la mayoría de los que aparecen son de la primera generación) nos hace recordar a los que nos perdimos por el camino, que existe toda una generación que hemos vivido con ellos, acompañándonos en nuestra vida, y nos han hecho fantasear con un mundo en el que existían.
Y como he mencionado antes, culpa de este sentimiento lo tiene Tim, el personaje protagonista, quien está empezando en un trabajo y siempre que le recuerdan su sueño de ser entrenador pokémon desde que era niño, se pone a la defensiva aludiendo a que "eso era hace muchos años". No amigo mío, quienes hemos tenido esa meta alguna vez, la seguimos llevando muy dentro y esta película lo demuestra, tesitura que quizá sea lo mejor de la cinta, algo que se consigue gracias a la genial animación y al gran diseño de los pokémon que aparecen.
Pero esto no se consigue solo con una animación, se consigue asumiendo el mensaje tan cuidado, naturalista y animalista que siempre ha tenido "Pokémon". Las criaturas son nuestros compañeras y hay que respetarlas, compartimos el mismo universo y hay que aprender a convivir con ellas. ¿Y cómo se refleja esto en la película? Pues con una ciudad futurista de tono oscuro al más puro estilo "Blade Runner" que utiliza a los Pokemon como muestra de vida en ella misma, algo, por supuesto, muy acertado; sin estos seres esa ciudad no sería lo mismo.
Aparte de la recreación del universo -sin duda es el punto más fuerte de la película- cabe destacar al gran protagonista de la cinta, Pikachu. Existía el temor de ver al ratón como un simple alivio cómico a la trama -el hecho de que fuera encarnado por Ryan Reynolds apuntaba a eso-, pero no, Pikachu es más que eso. Es el mejor compañero que se podría tener, va evolucionando a lo largo de la trama y, en definitiva, recupera el sentido original del universo; es el mejor amigo que un humano podría desear.
Pero como toda adaptación de un videojuego a la gran pantalla, "Pokémon: Detective Pikachu" tenía que tener un pero, y no es pequeño. El guion, sin duda, es el punto más negativo de la cinta. Es previsible y rocambolesco en el mal sentido de la palabra. Como si Letterman hubiera temido una película de más dos horas de metraje, pues las mecánicas narrativas utilizadas son más efectivas que eficaces. Además, la cinta tiene un problema de identidad, no acaba de decidirse entre un tono oscuro y realista o uno cómico e infantiloide; funciona más como film cómico que como una aventura propiamente dicha, que no creo que sea lo que se pretende conseguir.
¿Consigue transmitir el encanto del universo Pokémon? La respuesta es un rotundo sí. Las imágenes embelesan y teletransportan a todo aquel que haya sido o sea fan de la saga, a ese mundo idóneo en el que los pokémon forman parte de la vida real. Le dan un nuevo sentido a la saga, se entienden mejor las relaciones entre las criaturas y las personas con las que viven y nos ayuda a reimaginar algunos de los pokémon más significativos del universo.
"Pokemon: Detective Pikachu" no es perfecta, pero es una oda a todo el significado que pretende transmitir la saga, es el complemento perfecto a 22 años de puro trabajo, en definitiva, es la base idónea para un mundo lleno de posibilidades donde los pokémon tienen cabida. Te deja con ganas de más y, sobre todo, con esa sensación de recuperar un sentimiento que, en muchos casos, parecía perdido.
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