¿Se acuerdan de "Fuga de cerebros", la cinta de Fernando González Molina del año 2009? En aquella película un jovencísimo Mario Casas daba vida a Emilio, un muchacho inocente y tímido, a priori incapaz de tomar las riendas y arriesgar el status quo de su vida. Once años después, el actor, mucho más curtido, retoma el mismo estereotipo en "No Matarás". Eso sí, dejando de lado la premisa del personaje, cualquier parecido entre ambos filmes es pura casualidad. Lo que antes fue comedia, ahora se convierte en un turbio thriller que no para de enrocarse y retorcerse sobre sí mismo. Y Dani, a diferencia de Emilio, verá cómo su inocencia y buen hacer se ven absolutamente corrompidos por unas circunstancias ante las cuales no le quedará otra que huir hacia adelante.
La trama de "No Matarás" nos sitúa en la vida de alguien normal y corriente a quien le acaba de ocurrir una dolorosa tragedia, pero también mundana: la muerte de su enfermo padre. Nada fuera de lo establecido, unos días de descanso para superar el luto y vuelta al trabajo, inicio de antiguos proyectos de vida aparcados hasta entonces... Hasta que, cuando está a punto de marcharse y dar la vuelta al mundo, se le cruzará en su camino Mila, una joven que es su contrapunto perfecto: lanzada, sensual, inestable... Pero claro, seguirle el rollo a alguien así no siempre sale como esperas. A partir de ese momento la película se convierte en un laberinto lleno de giros y trampas que el espectador, acompañando a Dani, tendrá que ir sorteando mientras se mete en un lodazal más y más oscuro.
La tensión como vehículo constructor del relato
El director y guionista David Victori edifica su historia haciendo de la tensión su elemento base. La idea es que el público esté incómodo constantemente, y lo consigue con creces en el que es su segundo largometraje. La presión a la que se ve sometido Dani se traslada fuera de la pantalla y se hace plenamente palpable una vez que el filme comienza su descenso a los infiernos. Para ello, Victori se vale de tres ingredientes principales: la fotografía, la banda sonora y el propio Mario Casas.
El primero de ellos es quizás el más arriesgado por lo heterodoxo de su planteamiento. La cinta rehúye sin reparos del uso de planos fijos e inmóviles. Por contra, se lanza de lleno con una cámara al hombro inestable y artificiosa que convierte al público en un integrante más de la película. Los largos planos secuencia se alternan con planos cortos de apenas un segundo de duración mientras todo tiembla a su paso. Porque ahí reside la clave. Si el mundo de Dani se desmorona, la película también (en el buen sentido). La desorientación es constante hasta que asumes que no queda más remedio que seguir siempre hacia adelante, sin mirar atrás. Esta turbulenta percepción visual se apoya, además, en una banda sonora machacona y llena de retumbantes bajos que obligan al espectador a mantenerse atento a lo que ocurre en escena, sin tiempo de meditar lo que acaba de ocurrir.
Redenciones
El otro elemento diferenciador, como decíamos, es Mario Casas. El intérprete continúa explorando sus límites actorales y ofrece un papel sensacional. En su mirada lleva impresos la incredulidad y el desasosiego de quien cree haber tocado fondo hasta que descubre que aún quedaba agua por debajo. Casas refleja sin paliativos la tensión física y emocional de Dani y consagra así un camino que lleva siguiendo desde hace varios años. Porque quitarse de encima la dichosa losa de "tío bueno de cine español que en realidad no actúa bien" es algo muy difícil. Pero, proyecto tras proyecto, está demostrando que lo que parecía paja y humo es en realidad un diamante cada vez más pulido. Irreprochable.
No todo son virtudes
Es cierto que la forma de contar la historia de "No Matarás" es espléndida. Pero hay un defecto terrible, la propia historia. Es entretenida, sí. Y su ritmo es tan apresurado que no da opción a aburrirse, también. Pero las decisiones de guion no hay por dónde cogerlas. Cada desventura que se sucede sumerge a Dani en un lugar siempre peor que el anterior. Es decir, abandona el caos en favor de más caos. Y en un primer momento esto puede ser suficiente para pasar por alto lo inverosímil de la trama y de cada giro efectuado, pero acaba por ser demasiado.
Sin entrar en spoilers, las situaciones en las que se ve envuelto el protagonista son tan rocambolescas que en algunos tramos rozan lo absurdo si se meditan fríamente tan solo un momento. Alarmas que suenan, accidentes, peleas, personajes que casualmente están donde no debían... Todo está supeditado a que la película no frene en ningún momento, pero el artificio acaba haciendo aguas sin remedio.
Conclusión
"No Matarás" es una película que gustará y mucho a todos los aficionados a la adrenalina y el thriller psicológico facilón. Todas sus estratagemas juegan en favor de construir una tensión que no abandone las butacas de la sala de cine hasta que las luces se enciendan. La historia es demasiado artificial, pero si esto se compra, puede resultar una cinta muy disfrutable.
"No Matarás" es una película que gustará y mucho a todos los aficionados a la adrenalina y el thriller psicológico facilón. Todas sus estratagemas juegan en favor de construir una tensión que no abandone las butacas de la sala de cine hasta que las luces se enciendan. La historia es demasiado artificial, pero si esto se compra, puede resultar una cinta muy disfrutable.