Cuántas cosas es Disney hoy en día. Y, sin embargo, si la despojamos de todos sus productos añadidos (Pixar, Marvel…), nos encontramos con que sigue siendo aquel estudio que una vez, allá por 1937, obró su primer milagro, su primer Clásico Disney, “Blancanieves y los 7 enanitos”. El tiempo ha pasado y nuevos Clásicos se han ido sucediendo. 59 en concreto en el terreno de la animación. El último de la lista ha sido “Raya y el Último Dragón”.
Y es que la película guarda esa esencia de Clásico Disney, esa magia intangible que hace de cada filme una pequeña obra de arte mayor. La cinta debía haberse estrenado en 2020 pero, a causa del coronavirus, no pudo hacerlo hasta ahora. “Raya y el Último Dragón”podrá verse a partir del día 5 de marzo en las salas de cine y en Disney Plus (siempre que se pague el Acceso Premium).
La esencia
Dicha esencia es lo que conecta todas esas películas separadas en el tiempo por hasta 84 años de diferencia. En realidad es un cúmulo de muchas cosas: una historia accesible y universal, protagonizada por personajes carismáticos, dosis de humor y también de tragedia, una moraleja final… No vamos ahora a desgranar los valores de La Casa del Ratón, pero por muchas variantes que puedan tomar sus películas, al terminarlas todo el mundo sabe que lo que acaba de ver es un producto Disney. Y como tal, “Raya y el Último Dragón” se mueve maravillosamente bien bajo esos supuestos, si bien renueva otros como la ausencia de canciones.
En la cinta vemos la historia de una joven con la misión autoimpuesta de salvar a su reino, Kumandra. Alguien con ese espíritu bondadoso y desinteresado no puede sino resultar de lo más atractivo. Raya es una heroína y la película no se molesta en esconderlo. Su camino es el del viaje del héroe, tantas veces utilizando y reinterpretado con acierto por parte de Disney. Esta reinvención de su propia herencia acaba resultando en una de las propuestas más sólidas y entretenidas que ha presentado Disney en los últimos tiempos.
Descubriendo Kumandra
La compañía de Burbank lleva apostando desde hace décadas por el afán exploratorio de sus espectadores, que no dejan de ser niños en busca de nuevos estímulos y conocimientos. Consciente de ello, son muchas sus producciones en las que decide viajar a terrenos más "exóticos". Y tal y como hiciera en "Vaiana" o "Big Hero 6", por citar dos ejemplos recientes, Disney ha vuelto a encontrar la fascinación de una cultura virgen entre sus películas: el sudeste asiático. Este contexto juega completamente a favor de "Raya y el Último Dragón" puesto que, gracias a su historia y su género (aventuras, acción y fantástico), se consigue imprimir muy bien esa atmósfera tan característica de estos territorios.
Según va avanzando el metraje de "Raya y el Último Dragón", en Kumandra vemos paisajes, ciudades, templos, vestimentas o armas muy reconocibles de lugares como la Península Indochina. También vemos criaturas que perfectamente podrían haber salido de las fábulas populares de la zona, el valor espiritual de los elementos naturales, la importancia del esfuerzo colectivo para salir adelante, la relevancia de las artes marciales... Todo esto se conjuga de manera tremendamente orgánica para construir un universo de gran profundidad y calado que sirve de envoltorio perfecto para la historia de sus protagonistas. Esta exploración gradual de un territorio tan mágico es, sin duda, uno de los mayores aciertos de la película.
Una película de personajes
Raya y Namaari son dos mujeres sencillamente espectaculares. Son valientes, no se achican ante ningún obstáculo, son muy diestras en el arte de la lucha, son inteligentes e ingeniosas, muy pasionales… La potencia que guardan por separado solo es superada por la química que tienen juntas en las escenas que comparten, una de las mejores conexiones que ha conseguido nunca Disney entre protagonista y antagonista. Y es que, si se deja a un lado la trama principal de salvar Kumandra, su historia es la más interesante de la película. Cada enfrentamiento y cada pelea es fiel reflejo de una “amistad” imposible entre dos guerreras hechas a sí mismas.
En lo que a personaje atractivo se refiere, no se queda atrás Sisu. En su caso, esa figura de heroína aparece deconstruida en un ejercicio de rebeldía muy interesante por parte del equipo de "Raya y el Último Dragón". La dragona es una leyenda viva que cometió una heroicidad hace mucho tiempo. Pero el tono cuasidivino que se les suele dar a este tipo de personajes desaparece en favor del humor, la alegría, la inocencia y la vitalidad.
Y así, “Raya y el Último Dragón” lanza una de sus ideas más novedosas. Le da la vuelta al mensaje de que “cualquiera, si se lo propone, puede ser un héroe” para enseñar que proponérselo no es acercarte a ese carácter serio tan manido y tradicional, sino simplemente hacer lo correcto siendo fiel a uno mismo. Las formalidades o la epicidad que alcanzan algunos personajes Disney como Hércules, Tarzán, Simba, Mulán… están muy bien, pero son sólo añadiduras. Lo realmente importante es actuar desinteresadamente, y eso es lo que encarna a la perfección la divertida dragona.
Jugando sobre seguro
Donde menos arriesga "Raya y el Último Dragón" es sin duda en su trama. Como hemos mencionado, la historia parte desde un lugar de sobra conocido por el estudio que es la construcción de Raya como heroína de su pueblo. Y, aunque como factor positivo hay que reconocerle a Disney que su experiencia en este tipo de narrativas es perfectamente palpable, también se debe señalar cierta falta de originalidad, incluso a nivel interno en la trama. La protagonista debe recuperar las 5 piezas del orbe, viviendo pequeñas intrahistorias que giran sobre la misma idea del compañerismo y la necesidad de salvar Kumandra por encima de todo. Esta estructura repetitiva e insistente puede acabar siendo algo pesada, restando a una película que, en realidad, como conjunto es muy ligera y fácil de ver. La ausencia de un verdadero villano a la altura tampoco ayuda.
El otro eje sobre el que se construye la cinta es su propio género. Tampoco hay nada de innovador en la forma de presentar los elementos fantásticos o de acción. De hecho, "Raya y el Último Dragón" es en muchos momentos una réplica de los cánones sobre los que se edifican estas temáticas. En este caso, lejos de ser algo negativo, consigue impregnar a la cinta de gran dinamismo y de una potencia visual deslumbrante. Las secuencias de acción son una delicia, al igual que los magnéticos planos directamente salidos del western (y por ende del cine de samurais). Cada escena se ajusta perfectamente a las necesidades de la historia en términos cinematográficos e instrumentales, sin necesidad de algarabías excesivas.
Conclusión
Con “Raya y el Último Dragón”, Disney regresa a las historias épicas del viaje del héroe que tan bien le han funcionado siempre. Una aventura muy entretenida por la fascinante nación de Kumandra y la potencia de sus personajes, que guarda un mensaje tan universal como es la importancia del trabajo en equipo y la confianza en el prójimo. Todo ello rodeado por el atractivo aura de misticismo de la cultura asiática tradicional, resuelto en un portento visual que deja estampas espectaculares y secuencias memorables. Un nuevo éxito de la compañía del Ratón que quedará para siempre en la mente de niños y mayores.
Con “Raya y el Último Dragón”, Disney regresa a las historias épicas del viaje del héroe que tan bien le han funcionado siempre. Una aventura muy entretenida por la fascinante nación de Kumandra y la potencia de sus personajes, que guarda un mensaje tan universal como es la importancia del trabajo en equipo y la confianza en el prójimo. Todo ello rodeado por el atractivo aura de misticismo de la cultura asiática tradicional, resuelto en un portento visual que deja estampas espectaculares y secuencias memorables.
Gran historia de aventuras con moraleja final
Personajes poderosos, sobre todo Raya y Namaari
Kumadra es un universo muy atractivo
Visualmente prodigiosa
Adapta muy bien los géneros que toma como referencia
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