A ningún fan de Toriyama se le olvidará una fecha tan infame como fue el 9 de abril de 2009. Ese día miles de niños y no tan niños acudieron a las salas de cine para ver la que sería la mejor película de la historia de "Dragon Ball", la cinta que tantos habían soñado durante su infancia, y que llevaría a Goku y compañía al mundo real con unos efectos especiales y una adaptación a la historia a la altura. Lo que se encontraron sin embargo fue "Dragon Ball Evolution", el sueño descalabrado de un joven director conocido por entonces por haber dado vida varias entregas de la saga "Destino Final". Su tropiezo pasó a los libros de historia como una de las peores adaptaciones jamás hecha, y la película basada en "Dragon Ball" más vergonzante.
Aquella película fue producida por Big Screen Productions, y distribuida por 20th Century Fox. Ahora, tras la compra de la major a manos de Disney, la multinacional de Bob Iger ha pasado a tener estos derechos de la obra de Toriyama, y su afán por conquistarlo todo podría terminar dando vida a una nueva película. El momento en el que se encuentra "Dragon Ball Super", y la futura película que se estrenaría el próximo año, abre las puertas a que la compañía se atreva a lanzarse con un nuevo live-action en aras de aprovechar una licencia tan atractiva como es la del universo del shonen.
Disney para 2019 quiere lanzar su propia plataforma de streaming y competir con el monopolio que ejercen actualmente Netflix y HBO. Con la compra de Fox, la multinacional se ha hecho también con varios canales de televisión, los derechos de grandes sagas como los X-Men, y el control mayoritario sobre Hulu, servicio en el que ha pasado a tener el 60% de las acciones. Ahora Bob Iger buscará preparar el paseo por la alfombra roja con grandes anuncios y producciones, y no sería un movimiento extraño que pose sus ojos sobre un género tan popular como el live-action. Las adaptaciones de los clásicos Disney han funcionado muy bien en los últimos años, pero ¿funcionaría igual con "Dragon Ball"?
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