A punto de estrenar en cines 'Dune: Parte 2', el reconocido director de cine Denis Villeneuve ha levantado polémica al expresar su descontento hacia la influencia de las series televisivas en el mundo del cine. En una reciente entrevista con el diario británico The Times, visionario detrás de obras como 'La llegada', 'Sicario' o 'Blade Runner 2049' argumenta que las series o producciones televisivas están erosionando la esencia del cine, sobre todo al enfatizar su desdén por el diálogo en las películas y su preferencia por imágenes evocativas sobre las palabras.
Cualquiera que haya visto la obra de Denis Villeneuve, descubrirá películas en las que la imagen prima sobre el diálogo. Es más, para los detractores de su cine, ese es verdaderamente el problema. Sin embargo, el canadiense le da la vuelta a esta teoría y explica por qué no llevan razón: el cine va de imágenes, la televisión de palabras.
Villeneuve, conocido por su estilo visualmente impactante y narrativas profundas, critica el creciente predominio del diálogo en el cine contemporáneo, argumentando que este elemento pertenece más al teatro y la televisión que a la gran pantalla. "odio el diálogo, no recuerdo las películas por una buena frase, sino por una imagen fuerte", declaró el cineasta canadiense, subrayando su preferencia por la sugerencia visual sobre la verbal.
Además de su aversión hacia el diálogo en las películas, Villeneuve reveló su deseo de experimentar aún más con la forma cinematográfica. Mencionó su aspiración de dirigir una hipotética tercera entrega de su adaptación de la saga literaria 'Dune', titulada algo así como 'Dune: Messiah', prescindiendo tanto del guion como de las conversaciones entre personajes. "en un mundo perfecto, haría una película convincente que no parezca un experimento, pero que tampoco contenga una sola palabra", expresó el director.
En la misma entrevista, contrario a la creencia popular de que las generaciones más jóvenes tienen una menor capacidad de atención y prefieren consumir contenido breve, Villeneuve sostiene que los jóvenes muestran un interés particular por películas de larga duración. Argumenta que este grupo demográfico está ávido de contenido sustancial y significativo, lo que se refleja en el éxito de largometrajes como 'Oppenheimer' que se aproximan o superan las 3 horas de duración.
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