Netflix parece decidida a seguir la táctica que Karina nos enseñó en su canción 'Buscando en el baúl de los recuerdos', ya que después de habernos demostrado hace poco que Malasaña 32 cuenta con una segunda vida a nivel internacional gracias a que vosotros picasteis cuando visteis la ficha de esta película en la plataforma, lo mismo vuelve a ocurrir con Skyline, un extraño caso de producción de serie B (o Z) de ciencia ficción que tuve el valor de tragarme en 2010, y que mejor olvidar.
Resumiría este encabezado con un: 'ni puta idea', pero realmente volviendo a revisitar Skyline para elaborar este artículo, me di cuenta de que tiene varios elementos característicos que le han convertido en una cinta viral. El primero, su escasa duración: en una época en la que la inmediatez propia de la comida rápida es esencial, esta cinta de ciencia ficción se devora de forma más veloz que el Big Mac de turno.
Otro factor es claramente su reparto, repleto de viejas glorias (muy viejas, y no lo digo por la edad, sino por su reconocimiento) que hacen lo que pueden con un guion pésimo y unos efectos especiales que juegan en su contra. Está claro que si hemos quedado con varios amigos para tomar unas cervezas y unas pizzas en el piso, queremos ver una película con la que reírnos, y Skyline es una de ellas.
No nos podemos olvidar tampoco de que al haber sido una producción que pasó desapercibida en 2010, hay muy pocas personas que hayan caído en la trampa y la hayan visto, por lo que es casi un estreno inédito disponible gracias a Netflix antes que un añadido clásico a la plataforma.
Si nos vamos a las críticas que los medios especializados hicieron en su momento (yo en esa época me encontraba estudiando todavía la ESO), vemos cómo Salvador Llopart de La Vanguardia expuso: "producción de serie B (o incluso más allá en el alfabeto) sin voz propia"; pero Fausto Fernández, de Fotogramas, destacó eso como positivo: "majísima serie B de ciencia ficción, Skyline pone todas sus desprejuiciadas cartas de fan sobre su humilde mesa".
¡Qué deciros! Si tenéis una hora y media libre, estáis con amigos y queréis jugar al típico juego de los chupitos, poneros como reto beberos uno cada vez que un extraterrestre da vergüenza ajena, en cada ocasión que un personaje realiza una acción sin sentido, o cuando tus colegas vayan al baño para evitar caer en el sueño. Pero Skyline en compañía puede llegar a ser incluso divertida.
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