Crítica 1x04 La Casa del Dragón: El despertar de Rhaenyra

Tras la épica conclusión del tercer episodio de La Casa del Dragón, no estaba muy claro hacia donde iría la trama. Daemon acaba de hacerse con el control de los peldaños junto a Corlys Velaryon y Rhaenyra había accedido a buscar un marido. Mientras tanto, el anterior capítulo sirvió para dejar aún más clara la debilidad de Viserys como rey. Recordemos que hubo una escena muy simbólica donde el monarca no pudo rematar ni siquiera a un venado moribundo. Así, la serie nos prepara poco a poco para los conflictos que surgirán cuando se cuestionen sus decisiones. 

Una falsa tranquilidad

Atención: A partir de aquí, habrá spoilers del cuarto capítulo de La casa del dragón. No sigas leyendo si todavía no lo has visto.

Este capítulo empieza con una escena bastante cómica, donde vemos las dificultades que está teniendo Rhaenyra para encontrar un pretendiente que le guste. Aparte de que siente que el matrimonio es una carga horrible, muchos de los señores que le presentan son muy jóvenes o viejos y solo la quieren por su linaje. Tras un par de fiascos decide terminar con la búsqueda y volver a casa. Durante el viaje de vuelta en barco se topa con Caraxes y su tío, quienes vuelan hacia Desembarco del Rey. 

La escena, en la que el alocado príncipe desestabiliza el barco de Rhaenyra y vuela libre mientras ella está confinada al navío, tiene un significado mucho más profundo del que se aprecia a simple vista. Y es que en esta escena Deamon representa la libertad, eso que tanto ansía la princesa, es por ello que cada vez que ve a su tío sonríe e incluso lo llega a idolatrar. 

Metafóricamente el barco es el camino que Rhaenyra debe seguir, estable, pero incómodo, mientras que Daemon es la viva imagen de lo que realmente quiere ser, una fuerza que la desestabiliza y la invita a salirse de su sendero. Así, ambos llegan a la capital y vemos un nuevo encuentro entre los hermanos Targaryen. Después de unos instantes de tensión se reconcilian y se abrazan, cosa que no habíamos visto hasta el momento. Además, Alicent le dice a la princesa que la ha echado de menos y también parece que reconectan.

Libertad y deber

Pero esta calma aparente en la que se sumerge la corte de La Casa del Dragón no es muy duradera, ya que esa misma noche Daemon y Rhaenyra se escapan. El simbolismo del que os había hablado antes se vuelve aún más explícito ahora, cuando el tío de la princesa la lleva a la ciudad para mostrarle que, aunque sea de sangre real, puede ser libre y divertirse como él. 

Mientras Rhaenyra sale y se divierte se nos muestra a Alicent con Viserys. La nueva reina se había comportado como si estuviera totalmente feliz hasta el momento, e incluso había convencido al rey de que lo ama. Pero en sus aposentos vemos una historia bien distinta, ya que la joven Hightower está cansada de la misma rutina de vivir en el castillo con el único propósito de producir herederos. 

Ambas tramas discurren en paralelo, con el objetivo de mostrar lo que significa ser mujer para Rhaenyra. Alicent representa las obligaciones que vienen con el matrimonio, mientras que Daemon le muestra que el acto sexual no es solo una forma de engendrar herederos. Las casas de placer y burdeles hacen que se quite la venda de los ojos y que descubra que también puede ser placentero.

Sweet Home Alabama

En el apogeo de esta escapada nocturna la trama se pone algo turbia cuando Daemon y Rhaenyra comienzan a besarse y parece que van a acabar teniendo relaciones. Pero antes de que haya incesto, el príncipe se aparta y sale del burdel, abandonando a la joven. La princesa se siente vulnerable y despechada por el rechazo de su tío. Debido a ello, cuando vuelve a su habitación comienza a tontear con Criston Cole, su único amigo en los difíciles momentos del segundo episodio. 

Cole la intenta frenar al principio, pero acaba cediendo, cosa que tendrá serias consecuencias para ambos. Rhaenyra ha perdido su “virtud”, algo que a ojos de esta sociedad atrasada la convierten en una mujer mancillada. El rey se entera a través de la mano de que su hija estuvo haciendo cosas indecentes con su hermano y monta en cólera. Lo primero que hace es exiliar de nuevo a Daemon, asqueado por sus actos, en segundo lugar, llama a la princesa y le explica la situación, amenazando con quitarle el trono si no se casa con Laenor Velaryon.

Rahaenyra asegura que no se acostó con su tío y que su virtud está intacta. Esto es una verdad a medias, ya que si bien no llegó a hacer nada con Daemon sí que lo hizo con Criston. En mi opinión, esta es la principal razón de que acepte el enlace que propone Viserys sin rechistar. Aún no hemos visto de qué manera afectará todo esto a Cole, pero si alguien se entera de lo que hizo estará en apuros, ya que los miembros de la Guardia Real hacen un juramento de celibato similar al de la Guardia de la Noche.

Un enlace con grandes consecuencias

El matrimonio de Rhaenyra y Laenor es el movimiento político perfecto para Viserys actualmente. Solidifica el poder del reino asegurando que la flota de los Valeryon está de su parte y además legitima a su hija mediante el casamiento. A pesar de ello, la decisión ha tenido una consecuencia que no esperaba para nada. Y es que el rey ha destituido a Otto Hightower de su puesto como mano. 

La única condición que ha exigido Rhaenyra para casarse es que su padre hiciera frente a la realidad de que Otto lo ha estado manipulando. Y es que el hábil consejero ha maniobrado sus recursos a la perfección para sentar a su hija junto al rey y también quiere que Aegon ascienda al trono de hierro. Quién sabe qué hará ahora, que ya no es la mano del monarca, puede que esté ofendido y enfadado, cosa que lo volvería más peligroso aún.

Déjà vu del Juego de Tronos original

En conclusión, este capítulo me ha parecido muy similar a Juego de Tronos en sus inicios. Mucha intriga política y drama personal, algo que hasta ahora están manejando muy bien en La Casa del Dragón. Los últimos episodios han tenido dosis muy equilibradas de este tipo de situaciones más “tranquilas” y unas geniales escenas de acción. La narrativa está construyendo de forma rápida y metódica todas las diferentes facciones y los pequeños conflictos que provocarán la guerra. No sé cuándo llegará, pero tengo muchas ganas de que comience la Danza de los Dragones.