Durante los últimos años, Valeria ha demostrado en Netflix que se puede retratar de forma más o menos cercana a la realidad a una parte de la sociedad, sin necesidad de estar cayendo continuamente en tópicos manidos y utilizando para ello conflictos con los que podemos sentirnos representados en mayor o menor medida. Más allá de la calidad de sus guiones (cuestionable es un término que encajaría), el público de Valeria tenía claro qué era lo que iba a ver. Lo mismo va a ocurrir con Smiley, la nueva serie original de Netflix.
He tenido la oportunidad de ver los 8 capítulos que forman parte de la primera temporada de Smiley, y he de decir que me ha sorprendido para bien. No he sido de los que ha visto la obra de teatro homónima de Guillem Clua en la que se basa, pero esta serie tiene algo que va a conquistar al público LGTBIQ+ que esté cansado de ver a personajes gays, lesbianas, bisexuales o transexuales estereotipados a más no poder: se nota que el libreto está escrito por alguien cercano al colectivo, representando escenas cotidianas que pueden ocurrirnos a cualquiera.
Me alegra mucho que Smiley se estrene en Navidad, porque además de estar ambientada en estas fechas, el objetivo último del guion de la primera temporada es presentarnos la magia del amor verdadero: Carlos Cuevas y Miki Esparbé interpretan a dos chicos que son las antípodas, no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero de repente, hay algo que hace click y nace el amor. Ahora bien, ¿quién dijo que fuera fácil?
En base a esta premisa, la primera temporada de Smiley se centra en presentarnos situaciones cotidianas relacionadas con el funcionamiento de las relaciones homosexuales de hoy en día, haciendo un recorrido por lo positivo... Y lo negativo: toxicidades, aplicaciones, intereses superficiales... Ahora bien, en ningún momento te vas a sentir como una diana a la que lanzar dardos de dos en dos: Guillem Clua se las arregla para conocer cómo es el amor en los tiempos que corren, y para ello se vale de dos protagonistas con los que será muy fácil empatizar si te has enamorado alguna vez.
Seguramente, la necesidad de crear una serie de 4 horas de duración adaptando el guion de una obra de teatro, ha producido la obligación de hacer una serie coral que nos presente otro tipo de historias. Algunas funcionan (las amigas del personaje de Carlos Cuevas, que deciden abrir su relación para encontrar un revulsivo), y otras no tanto (tengo la sensación de que la trama relacionada con Ramiro es aburrida).
En efecto, esto afecta al ritmo de algunos episodios, pero yo prefiero quedarme con lo bueno. Y sobre todo, me gustaría una escena que juega con todos los tópicos de las redes sociales para buscar el amor (bueno, no nos engañemos. El sexo) y que apuesta por ir más allá del típico 'los homosexuales son...' para centrarse en qué les motiva, qué hay de bueno y qué hay de malo. Sin juzgar, sin hacer daño y con la intención de ser un producto para que toda una generación LGTBIQ+ se pueda sentir representada.