Uno de los estrenos españoles más esperados en televisión (si es que se le puede llamar a este formato así), ha sido El Cid, una superproducción con sello nacional protagonizada por Jaime Lorente y que ha llegado con una enorme campaña de marketing que ha salpicado toda la geografía de nuestro país en las últimas semanas. Si estáis pensando disfrutar de este drama histórico, os invitamos a leer este artículo en el que os respondemos a la duda:
En los últimos años, las series históricas no han proliferado en nuestro país, ya que es el thriller el género que ha primado en una industria audiovisual que se ha hecho esencial a nivel internacional, pero debemos destacar el papel de La Peste y de Inés del alma mía como ficciones de este género que han triunfado, si bien no a nivel de espectadores, sí cualitativamente hablando. Y es que ambos proyectos se trasladaron a tiempos pasados con éxito y desde dos perspectivas diferentes que funcionaron.
El Cid apuesta, en cambio, por la espectacularidad que nos permite generar en torno a la figura del Cid Campeador y busca más bien hacer una especie de Juego de Tronos a la española, aunque sin caer en la fantasía que caracteriza a la saga literaria escrita por George R.R. Martin. Técnicamente consigue acercarse, con batallas muy vistosas, efectos logrados y un diseño tanto de vestuario como de producción de primer nivel. Es decir, se nota la mano de Amazon Prime Video en este caso. Ahora bien, ¿primer error que observamos en El Cid?
Contar la historia que pretende en tan solo cinco episodios nos parece que es quedarse en una especie de prólogo que no ha ido más allá. Y es que, a pesar de los gazapos históricos que salpican su trama, no es nada aburrida y consigue lo que propone: entretener. Quizás por ello no podemos dejar de recomendaros El Cid por sus erratas, pero sí dejar claro que es una serie a medio cocer que necesitaba de un mayor recorrido narrativo, el cual solo se completará si la plataforma de streaming la renueva por una segunda temporada.
Y otro error vistoso que destacamos en El Cid no es los escenarios de cartón piedra que imperaban en la época de Águila Roja (por suerte, se utilizan cada vez menos), sino la dicción de los protagonistas: son numerosas las ocasiones en las que no se le entienden, símbolo de que el sonido debe mejorar de forma notoria en nuestra industria. Esto provoca que algunas actuaciones parezcan forzadas, cuando realmente no lo son.
No sabemos bien qué decir, al menos desde la perspectiva de un servidor: la serie entretiene, pero se queda en terreno de nadie. No vemos de forma clara una estructura narrativa con un cierre de arco, algo necesario siempre que hablamos de temporadas, y parece más un intento de copiar el estilo de Juego de Tronos, que una ficción con personalidad propia. Pero solo por algunas escenas y batallas merece la pena darle una oportunidad. Si queréis saber más, os dejamos la crítica que escribimos hace un par de semanas.
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