En Netflix hay un problema muy gordo: se siguen marchando los suscriptores, y la sangría no ha hecho más que comenzar. Una vez se establezca la prohibición de compartir cuenta con amigos o familiares, a saber en qué número se usuarios se situará la plataforma de streaming. Y el estreno de Tamara Falcó: La Marquesa no ha hecho más que encender un debate que lleva produciéndose desde hace varios meses. ¿Merece la pena seguir pagando Netflix?
Se dice que la industria televisiva funciona por dinero, y Tamara Falcó: La Marquesa es un buen ejemplo. Me duele en el alma pensar que Netflix canceló a principios de año Archivo 81, una de sus mejores series originales de los últimos tiempos, y parte del dinero que pudo haberse utilizado para aquella producción ha terminado dando forma a esta docuserie de Tamara Falcó. Ojo, que no la culpo a ella, pero creo que si la plataforma de streaming está en plena crisis de suscripciones, en parte es por culpa de no saber a quién dirigirse, o hacerlo a 100 públicos diferentes a la vez.
Seguramente, en un momento dado, Netflix pensó que era coherente dar luz verde a 300 proyectos a la vez, para terminar cancelando 200 una vez se han emitido. No hay dirección en este barco en el que se ha convertido la plataforma de streaming, y cuando veo a Warner Bros. Discovery intentar solucionar este mismo problema con HBO Max y Discovery Plus, no veo movimiento alguno en las oficinas de Netflix. Sí, habrá un modelo gratuito con publicidad y se prohibirá compartir cuenta con amigos y familiares, pero no es una solución que ayude a frenar la sangría de suscriptores; es un parche para seguir ganando dinero.
Es imposible que una empresa, por muy grande que sea, intente tener presencia con proyectos originales en cada uno de los 200 países del mundo, y al mismo tiempo, cuidar las producciones que realiza en casa. De esta forma, alguien vería bien dar luz verde en España a Tamara Falcó: La Marquesa por ser un personaje público aquí. Pero a nivel internacional, su repercusión será mínima. Lo mismo ocurre con las incontables docuseries que la plataforma de streaming rueda sin descanso, true crimes interesantes, pero cuyo público es muy local.
Si analizo esta táctica, se podría pensar que Netflix quiere apostar por una dirección local o regionalista, con series y películas originales que arrasen en sus respectivos países. Pero de pronto tenemos casos como Bienvenidos a Edén o Élite que son un borroso reflejo de nuestra sociedad: productos con vocación internacional, que buscan triunfar sin importar el dónde. Entonces, ¿cuál es el rumbo de Netflix en estos momentos? ¿Qué sentido tiene estrenar Tamara Falcó: La Marquesa en una plataforma de streaming accesible desde 200 países? ¿Es culpa de una estrategia mal enfocada, o soy yo el que está equivocado?
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