Ladrones hay muchos, y en España, aún más. También los hay de todos los tipos. Pero pocos, o ninguno, son tan mediáticos como Jon Imanol Sapieha Candela, el mayor ladrón de la historia de nuestro país. Sí, un criminal que podría mirar de tú a tú a la banda del Profesor en La Casa de Papel y que ahora vuelve a estar de actualidad por el true crime Sapo S.A. Memorias de un ladrón, ya disponible de forma íntegra en Prime Video.
¿Cómo puede ser que la televisión premie a un condenado como Jon Imanol Sapieha en forma de docuserie? ¿Qué hizo en su vida para que sea de interés en pleno 2022? ¿Y por qué este hombre incluso ha publicado un libro de memorias y se ha convertido en uno de los rostros más mediáticos de la televisión?
Cuando un ladrón ha adquirido fama, es porque la Policía le ha pillado. Algo parecido a lo que sucede con los jugadores de fútbol: solo son conocidos mundialmente cuando realizan algún tipo de gesta o juegan en Primera División. Esto es lo que le ocurrió a Jon Imanol Sapieha, alias El Sapo. El mayor ladrón de la historia de España protagoniza ahora una docuserie en Prime Video y ha publicado un libro de memorias, pero en el pasado, fue conocido por dos fracasos que terminaron con su posterior caza.
Nos remontamos al año 1998. El Sapo vació las cajas de seguridad de una sucursal bancaria en Yecla: le dieron el soplo de que los habitantes tenían enormes cantidades de dinero en efectivo por los beneficios obtenidos en el campo, y era el objetivo más adecuado para hacerse millonario fácilmente. Pero la banda de Jon Imanol Sapieha no pudo llevarse todo el dinero porque era demasiado: la furgoneta estaba repleta de billetes, y era suficiente para vivir veinte vidas.
El Sapo era un tipo peculiar, tanto que incluso llegó a ganarse la confianza de un trabajador del equipo de seguridad de Esther Koplowitz, quien por aquel entonces era la mujer más rica de España. Jon alquiló una vivienda contigua a la de esta filántropa, preparó un plan milimétrico y robó 19 cuadros cuyo valor era incalculable. El empleado de Esther acabó siendo su colaborador, y aunque este recibió un reventó en la nariz cuando El Sapo escapó, acabó recibiendo poco a poco la recompensa pactada (atentos, que en el documental de Prime Video lo niega).
En efecto, robar esos 19 cuadros no le salió tan caro como cabría esperar: 3 años y medio de prisión en Soto del Real, y 12 millones de euros que recibió al negociar con el Estado (y los abogados de Koplowitz) la devolución. Al haberlos entregado en perfecto estado, y poder llevarse el mérito la Policía, esa cantidad de dinero era suficiente como para olvidar lo ocurrido. ¿Cómo no va a estar de moda un ladrón que consiguió más dinero de sus acuerdos, que de sus atracos?
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