Si mi vida fuera un anime, ahora mismo el arco de mi personaje se correspondería con la del cínico que se recoloca las gafitas para embajonar los ánimos del resto. La del que se pone super pesado insistiendo en que es muy difícil que algo le sorprenda. Cuando, en realidad, está deseando a gritos por dentro que, efectivamente, algo le sorprenda. Y esta dinámica es justamente la que rige mi pasión por los videojuegos últimamente. Me siento así, no puedo evitarlo: pasando de un juego a otro esperando ver ese punto de luz que me vuelva a emocionar como siempre con un juego. Pero sé que, irónicamente, a veces es difícil encontrar algo si lo buscas de manera obsesiva.
Por suerte para mí, tengo mi rinconcito de seguridad en el que la llama que alimenta mi deseo de jugar videojuegos se aviva cada poco tiempo. Hay una serie de sagas concretas que, por algún motivo, me enamoraron con alguna de sus entregas y con las que no me lo pienso dos veces a la hora de apostar por ellas. Ya es casi como visitar a un viejo amigo, independientemente de si lo que me encuentre me vaya a gustar o no. He aprendido a aceptarlo tal y como es y es ahí, precisamente, donde hay más espacio para que surjan las sorpresas.
Tal y como habréis podido adivinar una de mis sagas fetiche no es otra que Far Cry: tengo muchos conflictos con algunos de sus juegos y otros logran atraparme a niveles desconcertantes. Pero lo que tengo claro es que siempre merece la pena volver. Por eso mismo, cuando Ubisoft me tendió la mano a la hora de irme a la isla de Yara de Far Cry 6 a acuchillar soldados del régimen de un dictador bajo la sombra de los cocoteros, mi respuesta fue bastante clara: ¡Que viva la revolución, carajo!
Yara: paraíso tropical de playas infinitas
Podría empezar a hablaros de la isla de Far Cry 6 con las típicas frases de ''es otro protagonista más del juego'' o ''se siente muy viva'', pero no lo voy a hacer; aunque me llegue a estallar una vena del ojo por aguantarme las ganas. Sobre todo, porque creo que ninguna de las dos le hace justicia a lo que el juego me ha hecho sentir.
Tampoco es que quiera esconder algo que me hace muchas veces odiar los mundos abiertos: cada vez me cuesta más afrontar el minimapa de uno que está plagado de puntos, indicadores que te señalan dónde está lo verdaderamente interesante en lugar de incitarte a que seas tú mismo quién lo descubra. Principalmente, porque activan en mi interior aquellos rasgos obsesivos que me susurran al oído que limpie el escenario de cosas que hacer y, al mismo tiempo, me generan ansiedad cuando dejo alguna de lado por falta de tiempo.
Pero, sin vérmelo venir de ninguna manera, la isla de Yara tenía el contraataque perfecto para todo aquello; algo que, una vez más, se puede sentir con claridad cuando disfrutas más de los paisajes que hay a los lados en el camino que recorres hacia un sitio, más que el sitio en sí. Las carreteras bañadas por el atardecer al borde de un acantilado; las playas de arena fina repletas de cangrejos; o las densas selvas en los que se oyen ruidos que emiten animales venidos de otra dimensión van a favor de algo en Far Cry 6: engañar a tu cerebro y hacerle creer que está en un sitio que no existe.
Al final me resultó sumamente reconfortante el poder volver a sentir por qué me gusta tanto Far Cry. Porque, a pesar de que pueda parecer que lo importante son los segundos de satisfacción que experimentas al completar un punto del mapa, lo realmente valioso se presenta ante ti mientras estás yendo hacia el lugar. Mientras estás explorando una oscura cueva y escuchas cómo una enorme tormenta ha comenzado a caer fuera de ella; mientras olvidas, por un momento, que verdaderamente no estás en Yara, sino en el sofá de tu casa hinchándote a bebidas con cafeína y frutos secos.
Claves para saber si Far Cry 6 me gustará
✅ Busco un juego que me ofrezca muchas horas de juego y tareas para llevar a cabo
✅ Quiero disfrutar de un juego de mundo abierto sin tener que comerme mucho la cabeza con sistemas complejos de progresión
✅ Me apetece perderme por un escenario inmenso repleto de historias por descubrir
La revolución: libertad en el más profundo sentido de la palabra
''Titán, mastodonte, fiera, cráckina''. Son algunos de los adjetivos que me gustaría enviar a los desarrolladores que se encargaron de construir el ritmo al que sucede la acción en Far Cry 6. Lo digo sin ironía: más de una vez he comenzado un viaje en moto disfrutando de las vistas de una tranquila playa y he acabado a los 15 minutos con una ristra de cadáveres a mis pies y un helicóptero en llamas a mi lado preguntándome: ''¿pero qué m**rda acaba de pasar aquí?''
Esto último es una dinámica que se repite constantemente a lo largo de todo Far Cry 6, lo cual me dio a entender que el juego está preparado para absolutamente casi todo: ¿quieres ganar unos cuantos pesos jugando tranquilamente en una partida de dominó? Tus deseos son órdenes, pero venga, coge ahora este tanque que tienes aquí y revienta esta base militar a petardazos, no me seas tonto.
Con respecto a esto último es donde el juego me la volvió a colar sin que me diera cuenta: cuando llevaba ya un par de horas con el ceño fruncido por el hecho de que algunos sistemas del juego se hayan simplificado enormemente lo entendí a la perfección. Entendí que todo aquello no era más que el plan perfecto para hacerme sentir que era yo mismo el responsable de mi propio disfrute.
Esto último no hizo más que meterme aún más en el papel de revolucionario. Sobre todo porque la idea de tener muchas cosas desbloqueadas desde el principio le da un giro de 180 grados al gameplay que no vi venir hasta que me pegó un (muy placentero) tortazo en la cara: ya no consiste en hacer tareas para desbloquear armas y objetos, sino en pensar qué objetos utilizar para llevar a cabo distintas tareas. Ya no consiste en tener que invertir varias horas de juego y canjearlas por tener más libertad, sino en emplear esta última en que las horas de juego que inviertas sean más tuyas que nunca.
Far Cry 6 respetó mi tiempo... y eso es algo mucho más valioso para mi a día de hoy de lo que podáis imaginar.
Antón Castillo: a la sombra de otros grandes villanos de la saga
No os voy a mentir: Far Cry 6 es, en muchos sentidos, el ejemplo perfecto de que un juego puede ser muy inmersivo a pesar de sus asperezas. Pero es que hay una de estas últimas que no puedo pasar por alto; sobre todo, porque se trata para mí del tercer pilar al que hay que prestar atención en cada entrega de la saga: la figura del villano.
He de admitir que quizás mis estándares se encuentren realmente contaminados por lo muy alto que puso Vaas de Far Cry 3 el listón hace unos años. Entiendo que ya no soy la misma persona de aquella época y que ahora soy mucho más difícil de impresionar. Pero, al mismo tiempo, no puedo evitar sentir que Antón Castillo podría haber llegado mucho más lejos; podría haber sido mucho más de lo que es.
Según entiendo yo los antagonistas de cada juego de Far Cry, todos ellos cuentan con algo característico a través de lo que construir su identidad y, más importante aún, su relación con nuestro personaje: Vaas estaba como una cabra y no paraba de demostrártelo cada pocos minutos. Pagan Min estaba también más allí que aquí, pero te trataba con un tono mucho más condescendiente. Joseph Seed tenía tan nublada la mente con sus paranoias apocalípticas que casi notabas cómo no te estaba viendo aunque te mirase a los ojos. Y Antón Castillo... pues es malvado porque, simplemente, a la trama del juego le hace falta que lo sea.
Me ha dolido profundamente que no me ocurriese en Far Cry 6 como con otros juegos de la saga; que no sintiera una enorme curiosidad por ver qué ocurriría cuando Antón Castillo aparecía en una cinemática; que no avanzase con las tareas principales con el único objetivo de saber más sobre él.
Llevo pensando en ello varios días y creo que el personaje queda tremendamente diluido en el juego por una cuestión de dos tonos que entran a menudo en conflicto entre sí: Antón Castillo es un personaje serio y sosegado, pero Far Cry 6 no hace más que insistirte en que la revolución también da para echarse unas risas y en que puedes tener de compañero a un caimán con sombrero.
Y, desgraciadamente, veo esto como un problema que se extiende en más ámbitos del juego. No pude evitar tener la sensación de que yo quería implicarme lo máximo posible con sus personajes y que Far Cry 6 no se atrevía a llevarme hacia ello con todo lo que tenía. Quería sentirme mal por las tragedias que le suceden a algunos de ellos dentro de Yara, pero todo aquello se desvanecía cuando se acababa una cinemática clave para la historia y veía a mi personaje vistiendo una careta ridícula.
Claves para saber si Far Cry 6 NO me gustará
❌ No tengo tiempo suficiente como para invertir en un juego que puede ser largo
❌ Me agobian los videojuegos que me abordan constantemente con tareas a completar
Conclusión
Me he divertido con Far Cry 6, con eso me quedo. Sin la pretensión de extraer una gran conclusión del juego, ni obtener una experiencia grandilocuente de él más allá de aquello para lo que los videojuegos son diseñados: disfrutar. Far Cry 6 es una delicia desenfadada y caótica pero, al mismo tiempo, una que me ha hecho sentir sumamente respetado.
Era yo aquel en quien invertía mi tiempo de ocio y no en el propio juego; era yo quien decidía cómo se tenían que hacer las cosas dentro de él y no al revés. Far Cry 6 no ha sido una mero trámite hacia el disfrute ni será un recuerdo más que apilar sobre las experiencias que he tenido con los mundos abiertos. Ahora mismo, para mí es un lugar al que mirar hacia atrás y poder pensar: ''joder, qué buenos ratos eché allí''.
Far Cry 6 es un juego que consigue justo lo que se propone: brindarte un buen puñado de posibilidades para que seas libre a la hora de encontrarte a ti mismo como jugador dentro de la caótica revolución de Yara. A pesar de sus imperfecciones, recordaré el juego como un lugar al que quiero volver; como un título de mundo abierto capaz de respetarte como jugador y eres tú quien decide cómo invertir tu tiempo en él.
Gráficos
Jugabilidad
Trama
Duración
El juego ofrece decenas de horas de contenido para mantenernos delante de la pantalla
La libertad a la hora de afrontar las misiones es mayor que nunca
Posee un rango bastante amplio de armas y objetos realmente peculiares
Las armas especiales llamadas ''armas de manitas'' son pura fantasía
Recorrer la isla de un lado a otro es un auténtico disfrute
Ciertas misiones secundarias se hacen algo repetitivas
El villano del juego no está a la altura de otras grandes figuras de la saga
La Inteligencia Artificial es algo pobre cuando no estamos inmersos en un tiroteo
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.