He tenido tiempo de sobra para jugar a Deathloop y preparar este análisis. Para cuando estéis leyendo esto, hará más de una semana que yo he llegado a ver los créditos finales de Deathloop. Y en todo este tiempo me he estado haciendo una misma pregunta: ¿por qué me gusta tanto Deathloop? ¿Qué es lo que tiene este juego que me ha hecho enamorarme de Blackreef, la isla en la que transcurre? He intentado responder de muy diferentes maneras a esta cuestión pero he llegado a una conclusión: lo que me gusta y me engancha (tanto a Deathloop como al resto de obras de Arkane) es lo que me hacen sentir.
Me encanta viajar, descubrir lugares nuevos y perderme por las callejuelas de ciudades en las que no he estado nunca. Y creo de verdad que Arkane es el estudio que mejor sabe plasmar esta sensación dentro de sus videojuegos. Si pienso en por qué me gustan los juegos de Arkane creo que la respuesta más acertada es porque me hacen sentir esa sensación de descubrimiento que siento al viajar, desde las calles y pasadizos de Dishonored hasta los recovecos de la estación espacial de Prey. Y con Deathloop me pasa más de lo mismo.
Hacer de Blackreef mi ciudad
Como decía antes, encuentro un placer indescriptible en perderme por las calles (virtuales o no) de ciudades desconocidas. En hacerlo una y otra vez hasta que, de repente, todos los puntos en los que me había fijado encajan como piezas de un puzle y, sin previo aviso, consigo orientarme perfectamente. Esto es lo que yo llamo hacer mía una ciudad. Y es lo que he hecho con Blackreef, la isla en la que transcurre Deathloop.
Deathloop es un videojuego que te incita a explorar porque, aunque te dice dónde debes ir, nunca te dice cómo o por dónde. Y aquí está la magia. Los diferentes distritos de Blackreef son suficientemente grandes para que te pierdas por ellos en tus primeras aventuras, pero no tanto para resultar apabullantes. Es por ello que perderse por las calles, instalaciones y callejones de la isla resulta tan emocionante y satisfactorio.
Pero lo mejor de todo es que Blackreef se siente auténticamente viva. Cada uno de los cuatro distritos se puede visitar en cuatro momentos diferentes del día. Y estos distritos no solo cambian sino que evolucionan. Blackreef cuenta una historia por sí misma. Cuenta la historia de la gente que la habita y repite el mismo día una y otra vez. Cuenta una historia que debemos aprender a leer.
Todo ello unido hace que recorrer los entornos de Blackreef descubriendo la ciudad y a las personas que la habitan sea un auténtico placer. No me cabe ninguna duda de que los entornos de los juegos de Arkane son los auténticos protagonistas de sus aventuras. Porque ahora mismo puedo no recordar a todos los personajes de Deathloop pero, igual que si vuelvo a la ciudad en la que crecí, guardo en mi memoria cada calle, callejón y pasadizo.
Bailando a tu propio ritmo
Pero estos lugares de Blackreef no están abandonados, sino más bien atestados de personajes hostiles que, aunque tienen sus propias motivaciones y vidas, tienen órdenes de dispararnos en cuanto nos vean. Y ello es lo que nos lleva a otro de los puntos clave: el combate y el desplazamiento (que son, al final, las dos caras de una misma moneda).
No tengo muy claro cómo explicar cuál es la sensación al aprovechar los poderes y las armas, pero creo que la mejor manera de definirlo es compararlo con un baile. Al principio tus movimientos son toscos, erráticos, llenos de dudas y no tienes demasiado claro hacia dónde dar el siguiente paso; te dejas guiar más por los movimientos de tu pareja de baile (en este caso, los enemigos) que por la música.
Deathloop funciona como un baile a la hora de combatir; y por ello es necesario aprender a bailar para sacarle provecho
Pero cuando vas aprendiendo, la situación cambia. Te encuentras con más soltura y cada movimiento (cada ataque o cada poder usado) parece encadenarse a la perfección con el anterior y con el siguiente; encajan como las piezas de un puzle. Y cuando llegas a este punto, el combate de Deathloop no es un simple intercambio de balas y coberturas, sino una coreografía mística y sangrientaentre gente condenada a vivir toda su vida en un mismo día con una misma sed de sangre.
Pero es una coreografía en la que tú y solo tú marcas el tempo. Puedes moverte despacio y con sutileza (utilizando la elevación y francotiradores), ser rápido y grácil con unos pies que parecen flotar en el escenario (moverte en sigilo para pillar a todos los enemigos por la espalda), saltar y gritar al ritmo de guitarras eléctricas (ir de frente con tus armas a lo loco) o cualquier combinación de las anteriores. Deathloop es tu baile; tú pones las normas y el ritmo.
Quizás uno de los pocos peros que se le pueden poner al videojuego es que la mayoría de nuestras parejas de baile nunca llegan a ser tan hábiles como nosotros. No en el sentido de que fallen ataques o no sean suficientemente fuertes. Sino en el sentido propio del baile. Sus movimientos, por culpa de una IA muy mejorable, siempre son erráticos. A veces casi anárquicos. No nos acompañan en el baile. A veces parecen más el escenario que da pie a nuestro baile que una auténtica pareja para este y, por tanto, muchas veces los encuentros hostiles quedan algo desaprovechados.
Sin embargo, hay una excepción: el multijugador. El multijugador se basa en la invasión de otro jugador encarnando a Julianna en nuestra partida. Y aunque a veces pueda resultar bastante molesto encontrarte con alguien cuyo único fin es estropearte la partida en medio de una misión, lo cierto es que es aquí cuando ese baile que es el combate de Deathloop brilla más que nunca. Cuando dos jugadores se encuentran, con sus poderes y arsenales (que son como sus pasos de baile) es cuando de verdad se disfruta de una coreografía tensa pero relajante, veloz pero pausada, planificada pero anárquica, letal pero divertida
Podría gastar otras mil palabras en explicar cómo funciona la progresión por el juego pero creo que esto es lo menos interesante del videojuego. Todo se basa en una serie de misiones principales relativamente guiadas que conducen al final de la obra. Junto a ello hay varias misiones secundarias, en donde debemos explorar e investigar bastante más, y que nos recompensan con diferentes armas y ventajas que nos serán útiles llegado el momento. Lo importante de esto es que Deathloop nos incita a explorar y propone retos que nos harán darle una vuelta de tuerca a varias situaciones, pero no llega a resultar confuso o frustrante si decidimos ir a por la historia principal.
Conclusiones: otro golpe sobre la mesa de Arkane
Podría pasarme horas y horas hablando de Deathloop. Podría dedicar textos de miles y miles de palabras a cada uno de los detalles. Pero ni de esta forma creo que conseguiría transmitir las buenas sensaciones que deja al mando. No es tanto porque los puntos positivos pesen sobre los (escasos) negativos, sino porque cuando dejaba el mando de la PS5 para ir a hacerme la comida o a dormir, había algo dentro de mí que me pedía dejar a un lado cualquier rastro de madurez para olvidarme de comer o quedarme despierto hasta las 4 de la mañana jugando. Y eso, creedme, me ha pasado muy pocas veces en los últimos años.
La sensación de descubrir una ciudad, el espléndido sistema de combate y desplazamiento y una historia retorcida cargada de conspiraciones, relaciones inesperadas y giros argumentales son los pilares sobre los que Deathloop construye una experiencia que es mucho más que la simple suma de sus partes. Me encanta Arkane y creo que Deathloop es otro gran golpe sobre la mesa. ¿Mejor o peor que Dishonored y Prey? No sabría decirlo. Pero desde luego juega en la misma liga; y que yo diga esto no es poca cosa.
Deathloop es un videojuego que mantiene los elementos característicos de los juegos de Arkane: un diseño de niveles sobresaliente, una jugabilidad excepcional, una historia interesante y un apartado artístico espectacular. Una obra con muy pocos peros que me ha enganchado y enamorado de principio a fin.
Jugabilidad
Diseño de niveles
Apartado visual
Historia
El diseño de niveles marca de la casa de Arkane vuelve a brillar con luz propia
Los cuatro distritos evolucionan a lo largo de los cuatro momentos del día y parecen 16 niveles totalmente diferentes
Los poderes y las armas se sienten realmente bien tanto en combate como en el simple desplazamiento
Hay herramientas y libertad para jugar como te dé la real gana
Historia interesante que sirve de hilo perfecto a lo largo de toda la aventura
Aunque técnicamente no te volará la cabeza, artísticamente es una auténtica locura
Mucho contenido secundario que te hará exprimirte la cabeza como si de un puzle se tratara
La IA deja que desear en muchas ocasiones
A veces tengo la sensación de que me hubiera gustado que el juego no me llevase tanto de la mano en la historia principal
Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.
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