Destiny 2
Analizado en PlayStation 4
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Desde que se anunciara, Destiny 2 es uno de los juegos que más ruido ha hecho durante el presente 2017. El Destiny original llegaba levantando grandes expectativas y, con la secuela de ese juego que mezclaba el FPS con el MMO, lo cierto es que las sensaciones no son distintas. El juego ha tenido uno de los mejores arranques en cuanto a ventas de 2017 y el número de jugadores en línea de forma simultánea ha superado con creces el millón, demostrando que Destiny 2 es una de las más firmes apuestas de Activision para el presente año.
Sin embargo, son muchos los usuarios que, tras probar las diferentes betas tanto cerradas como abiertas que han tenido lugar, no han visto resueltas las dudas que pudieran tener acerca del juego; es más, estas dudas pueden haberse visto acrecentadas en muchos casos debido a una apuesta extremadamente continuista. Hace unos días que os traíamos nuestra experiencia a través de las primeras 10 horas del juego, pero hoy, tras haber explotado todo lo que Destiny 2 pone a nuestro alcance actualmente, y sobre todo tras el estreno de la primera raid, os traemos nuestra review definitiva para solventar todas estas dudas que aún pudierais tener.
Una de las grandes críticas que se hizo en su momento a Destiny fue el de no apostar por un buen apartado narrativo, quedándose bastante cojo en este aspecto y ofreciendo misiones demasiado sosas que, lejos de marcarnos un objetivo claro, únicamente servían para hacer progresar a nuestro personaje. De cara a esta segunda entrega, desde Bungie han remarcado de forma clara que este aspecto era uno de los focos de atención del estudio, uno de esos puntos en los que deseaban marcar la diferencia con la primera entrega. Y así ha sido.
Si lo analizamos fríamente, lo cierto es que la historia no es demasiado espectacular o atractiva. No es tan sosa como la del primer juego, tiene más miga, los enemigos son más creíbles y se nos marcan objetivos claros de forma constante; pero sigue sin ser una obra maestra de la narrativa. La gran diferencia, y lo que hace de la campaña de Destiny 2 una auténtica maravilla es el ritmo que Bungie le ha conseguido imprimir. A lo largo de las horas que nos dure esta campaña nos encontraremos con que constantemente estamos haciendo cosas. En este aspecto, nos ha recordado a Halo, en donde la campaña tiene un ritmo perfectamente marcado en el que las pausas son breves, bien puestas y las escenas de acción se intercalan con algunos momentos estelares realmente épicos.
Por otra parte, las misiones de la campaña, aunque no son extremadamente variadas y, en esencia, todas se resumen en matar a un determinado objetivo, sí que incluyen pequeñas variaciones que se agradecen a la hora de jugar. Destaca el uso de vehículos de combate como tanques en ciertos momentos para, además de ofrecer alguna nueva mecánica, aportar un granito de arena al ritmo del que os hablábamos en el párrafo anterior.
Sin embargo, esta espectacular campaña no es ni de cerca el centro del juego. De hecho, al completarla es cuando se desbloquean numerosos objetivos y, lejos de finalizar el título, nos damos cuenta de que Destiny 2 no ha hecho más que empezar. Aquí es cuando la obra de Bungie saca a relucir ese espíritu de MMO para tratar de mantenernos pegados a la pantalla durante decenas de horas a través del contenido endgame que, a fin de cuentas, no es otra cosa que la progresión casi sin fin de nuestro personaje.
Al igual que en su precuela, en Destiny 2 cada personaje tiene dos niveles separados e independientes. Uno es el nivel clásico, el que se sube con la experiencia obtenida en misiones, eventos y demás objetivos; y el otro es el poder, equivalente al Nivel de Luz que encontrábamos en el juego original. El primero de estos niveles no sirve de absolutamente nada, y es más una guía durante los primeros compases, el juego de verdad comienza cuando llegamos al máximo, el nivel 20. El poder, por su lado, es la medida del daño que hacemos cuando atacamos y del que podemos absorber cuando somos atacados, y para aumentarlo simplemente tendremos que conseguir mejor equipamiento.
Y, como muchos sabréis, conseguir mejores armas y armaduras es una de las bases de Destiny 2. Por encima de derrotar fuerzas malignas, la obra de Bungie, como cualquier MMO, se basa en farmear para conseguir equipamiento. A fin de lograr esto, Destiny 2 pone a nuestra disposición un puñado de objetivos endgame como son las misiones cooperativas, el PvP del Crisol, misiones secundarias, misiones de patrulla y retos específicos de cada planeta.
Entre todas estas opciones disponibles para hacernos progresar hay una que destaca ya desde el papel, hablamos por supuesto de las raids. Este tipo de misiones fueron uno de los principales alicientes del Destiny original y, casi en cualquier MMO, resultan uno de los puntos más atractivos dentro del endgame. En esta ocasión, Destiny 2 no ha visto su primera raid de lanzamiento, sino que hemos tenido que esperar unos días; pero la espera ha merecido la pena. Esta primera raid es una gran pista de todo lo que puede ofrecer el futuro del shooter online de Bungie, y es que está diseñada con gran pericia. Desde el apartado visual hasta el diseño de niveles y los enemigos a los que hacemos frente, cada pequño detalle está cuidadosamente pensado para resultar justo y divertido a la par que todo un reto. Conseguir completarla no es tarea sencilla y prueba de ello es que para lograr la hazaña se antoja muy necesario reunir un grupo de amigos con habilidades y roles equilibrados, evitando ir como pollos sin cabeza por este terreno.
A pesar de que, incluso con la raid recientemente añadida, el contenido endgame de Destiny 2 no es especialmente extenso, una de las cosas que mejor ha hecho Bungie en esta secuela es lograr que farmear resulte divertido y, sobre todo, se recompense. Uno de los cambios sutiles pero importantes que posee Destiny 2 se centra en las zonas abiertas, en la exploración. Bungie ha hecho un importante ajuste en dichas zonas, trazando mapas mucho más abiertos, con diferentes recovecos y pasillos que indudablemente nos llevarán a alguna recompensa que nos hará ver que el camino ha merecido la pena. En este sentido, Destiny 2 se vuelve más generoso con el jugador, permitiéndole obtener buen equipamiento de una forma un poquito más sencilla e intuitiva, haciendo de esta manera mucho más accesible el juego para aquellos ajenos al género MMO.
Por otro lado, uno de los puntos en los que pequeños cambios también han afectado de forma importante es el multijugador competitivo. A pesar de basarse en las mismas premisas que en el juego original, Destiny 2 logra que jugar PvP resulte agradable por sí mismo, más allá de las recompensas que podamos llegar a recibir por hacerlo, cosa que a nosotros no nos ocurría en el título original.
En cuanto al resto de cambios que esta obra tiene respecto a la secuela, hay poco más que decir. La mayoría de ellos son tan sutiles como el del mapeado, pero tienen un impacto menos a la hora de jugar. En general, la intención que se ve tras todas estas modificaciones es la de transformar la fórmula de Destiny, no de manera radical, sino de forma muy sutil, haciendo de la experiencia algo más cómodo y divertido. Pero, sin duda alguna, esto no soluciona los grandes problemas de Destiny, simplemente los tapa. La repetición de misiones sigue siendo uno de los pilares para avanzar en Destiny 2 y, si sois de los que hacer estas cosas os aburren, esta secuela sigue sin ser lo que buscáis.
Si hay algo que destaque en la jugabilidad de Destiny, por encima de lo que ofrece su campaña o de los diversos objetivos endgame, es el espectacular gunplay que solo Bungie ha demostrado conseguir. Este aspecto, que ya era uno de los pilares del juego original, vuelve a ser clave en esta secuela para hacer que absolutamente todo sea un poquito más divertido. Disparar todas y cada una de las armas es, sin duda alguna, un auténtico gustazo. Y precisamente esto hace que, aunque los objetivos puedan acabar haciéndose repetitivos, recorrer los distintos escenarios pegando tiros sea simplemente maravilloso.
Y precisamente estos entornos son otro de los grandes puntos a favor de Destiny 2. El apartado artístico que sale a relucir al explorar los diferentes planetas y satélites a los que tenemos acceso a lo largo del juego es simplemente genial. Es cierto que técnicamente no está a la altura de los juegos visualmente más trabajados de esta generación, pero la espectacularidad del apartado artístico lo compensa con creces y nos ofrece ciertas estampas que merece la pena ver. Desde los volcanes y charcas de Neso hasta los mares de metano de Titán pasando por los bosques tocados por el Viajero dentro de la Tierra, la mayoría de los escenarios son simplemente espectaculares.
La banda sonora, como ya anticipábamos en nuestras impresiones, es simplemente espectacular. Es tan buena que incluso hay una misión centrada en escuchar la música y guiarnos por ella para encontrar determinados objetivos. Los diferentes temas de Destiny 2 acompañan en cada momento y le dan un toque de espectacularidad a todo lo que hacemos. Simplemente genial.
De cara a lo que es el rendimiento hay algunas sensaciones buenas y otras no tanto. Destaca positivamente que la versión de PlayStation 4, la que hemos podido disfrutar, no sufre de caídas en el framerate y, en general, tiene una buena calidad. Sin embargo, el problema viene casi siempre de dos puntos: las cargas y los servidores. De forma bastante habitual hay fallos de conexión que resultan bastante molestos y pueden llegar a hacer que nos salgamos de partidas cooperativas o competitivas, cosa que es un auténtico fastidio. En cuanto a los tiempos de carga, aunque se han suavizado respecto al Destiny original, hay alguno que sigue siendo demasiado largo. Además, hay veces que mientras exploramos alguna zona, el juego se detiene por completo para mostrar que está cargando la próxima zona a la que accedemos; y aunque no dura más que unos pocos segundos, es suficiente para resultar desagradable y sacarnos del juego.
En definitiva, las sensaciones tenidas durante las primeras betas no distan mucho de la realidad. Destiny 2 es una obra extremadamente conservadora, pero no por ello mala. Bungie ha cogido la misma gran fórmula aplicada hace unos cuantos años y le ha dado unos cuantos retoques que, sin modificar en absoluto la esencia por separado, son capaces de crear una experiencia mucho mejor en conjunto. Es cierto que siguen existiendo ciertos fallos derivados del sistema de progreso, que se basa en la repetición, pero Destiny 2 es capaz de disimularlos de forma magistral, haciendo que cualquier tontería resulte divertida.
El ritmo brutal de la nueva campaña, los cambios en el multijugador competitivo y la increíble adicción que provoca el sistema de progresión de nuestro personaje hacen que sea fácil olvidar los problemas intrínsecos a la fórmula de Destiny y disfrutar de las decenas de horas que nos ofrece el título. Como pega hay que destacar el poco contenido que se incluye en el juego de lanzamiento y que se puede atisbar que llegará a través de expansiones, las cuales esperemos que tengan el mismo nivel que la raid recientemente añadida. En pocas palabras, si Destiny os gustó, esta secuela volverá a emocionaros como el primero, poniendo las mismas cartas sobre la mesa pero mejorando la experiencia global gracias a pequeños cambios. Sin embargo, si la primera entrega os decepcionó, no hay duda de que igualmente lo hará esta secuela.
Sea como fuere, Destiny 2 sigue siendo un gran juego que apuesta por ofrecer un contenido que pueda gustar tanto a amantes del MMO como a los jugadores más dedicados a las experiencias para un jugador, poniendo sobre la mesa una gran campaña que, por lo que parece, se verá expandida con los DLC que el juego reciba en el futuro.