Análisis Dynasty Feud
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Análisis Dynasty Feud

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Los equipos españoles continúan dando de qué hablar en los videojuegos. Creaciones que han hecho acto de aparición recientemente como RiME y Aragami, al igual que otras que están por venir de la estirpe de Blasphemous y Ancient Cities, demuestran la buena etapa que el cuño 'rojo' de la industria está atravesando; en tal sentido, Dynasty Feud es un competente defensor de dicho alegato, pues la producción de Kaia Studios, una agrupación situada en Bilbao, no es sólo divertida y cargada de propiedad sino que, al mismo tiempo, se posiciona como uno de los brawlers más regocijables de la actualidad.

Pese a que existen específicos detalles demeritorios que, ineludiblemente, deben ser anticipados previo a considerar evaluar el producto final, la estructura mecánica y el diseño artístico cimientan una buena propuesta para la demarcada variante de lucha. Un juego que, incluso con sus altibajos, se adjudica por méritos propios una valoración positiva, especialmente por su entretenido y vertiginoso enfoque de los combates, los cuales presentan un estilo dinámico y que, con amigos, prometen grandes dosis de entretenimiento.

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Lucha de Dinastías

El planteamiento del título es simple y se apega fielmente a su idiosincrasia: frenéticos enfretamientos entre cuatro jugadores. Basándose en Dinastías, las cuales son agrupaciones de cinco personajes, los participantes se adversarán hasta que sólo quede uno con vida, utilizando a todos los miembros a su disposición para lograr tal fin. Aunque existen varias modalidades, las cuales explayaremos más adelante, todas las contiendas giran alrededor del mismo objetivo, situación que simplifica la experiencia pero, a su vez, funciona como debería.

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Y su buen desenvolvimiento parte, en gran medida, de la variedad de posibilidades que ofrece su reparto de avatares. Más allá de que no ostentan una complejidad del nivel de Super Smash Bros., por mencionar el ejemplo referencial, las mencionadas Dinastías presentan un demarcado estilo tanto jugable como estético, fácilmente diferenciables entre las demás. Debido a ello, será igual de sencillo acoplarse a los grupos de forma individual ya que no tomará demasiado tiempo entender las fortalezas y debilidades de cada uno, aspecto importante para saber cómo utilizarlos y, a su vez, cómo afrontarlos.

No obstante a la notoria asimetría, sí existe una línea que rige la estructuración de Dynasty Feud. Algunas comparten ciertas similitudes como, por ejemplo, personajes destinados al juego a distancia a través del lanzamiento de sus armas y otros más decantados por la resistencia al aguantar más contactos -normalmente, se muere de un golpe-. Sin embargo, obviando el hecho de que, eventualmente, se llega a caer en cuenta de cómo se mantiene un sistema regular, no hace frente a la escisión mecánica presente en el juego porque las 8 Dinastías, en cualquier sentido juzgable, son singulares en plenitud, dotando a la experiencia de una estimable gama de escenarios diferentes incluso a expensas de los escasos dos movimientos que los combatientes puede realizar.

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El énfasis en las singularidades

Y es que, cuando hablamos de contexto, Kaia Studios ha desarrollado uno bastante interesante para su producción. Cada familia tiene una temática como epicentro -vikingos, piratas, samuráis...- y, al mismo tiempo, poseen su propio guardián y mapa. Respecto al primer detalle, hace referencia a una entidad que siguen los participantes de las sociedades y que, tras cargar una barra, permite ejecutar un movimiento especial; en alusión al segundo, a medida que se desbloquean las Dinastías -las cuales se obtienen al subir de nivel, ergo, luchando-, se van descubriendo nuevas e interactivas localizaciones basadas en su respectiva adquisición, las cuales forman parte integral de cada partida.

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Su relevancia parte de que, en primera instancia, cada entorno varía en su composición. Las zonas, con su respectiva dosis de plataformas, están en constante movimiento debido a la presencia de diversos factores que afectan el desarrollo de los encuentros. Desde truenos que destrozan barcos hasta rocas que destruyen castillos, el telón de fondo nunca se mantiene estático, siempre invitando al usuario a jugar con las posibilidades y, paralelamente, cuidarse de las, a veces, inadvertidas interacciones. Esa sensación de cambio e imprevisibilidad, aunadas a las batallas per se y al sinfín de combinaciones entre los 40 personajes, hacen de las partidas unas eventualidades únicas, carácter donde radica gran parte del atractivo del producto.

Asimismo, el juego cuenta con pequeños detalles que suman en simpatía. El Códice se perfila al frente de esta afirmación, el cual es un compilado de escritos que detalla a cada familia. Ya que Dynasty Feud no cuenta con modo historia o una disposición similar, el contexto argumental que se tiene de sí es a través de las entradas escritas por el estudio; pese a no ser la forma más óptima de contar una historia, es una demostración más de la esencia que Kaia Studios se ha esforzado en impregnar a su creación  y, ciertamente, al igual que la comunicación por emoticonos que se desbloquean paulatinamente o el registro minucioso de nuestro desempeño en todo ámbito, es de agradecer.

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Esbozos de carbón en un potencial diamante

Como era de esperar, la obra tiene sus inconvenientes. La composición mecánica más esencial del juego se mantiene absuelta de ellos pero sus ramificaciones o, en su defecto, la ausencia de ellas, causan que el acabado final no sea tan agradable.

Dicho esto, el principal problema del título son la falta de modalidades. Dejando de lado de forma tradicional de juego -la única disponible online, pues los restantes son sólo en local-, sumada al 2vs2 y al All-Stars -en donde se eligen los 5 miembros del equipo, sin Dinastía-, Dynasty Feud carece de pluralidad de enfoques jugables. Siguiendo esta línea, la inexistencia de un modo campaña o, como mínimo, un modo de un jugador contra la IA, causa grandes estragos en la experiencia como conjunto, y es que la anodina versión de entrenamiento, en donde sólo nos enfrentamos a una serie de objetivos fijos que arrojan proyectiles, no propicia defensa alguna para su justificación; al contrario, evidencia lo grandioso que hubiese sido su presencia.

Una crítica a tener en suma consideración cuando nos afrontamos a un juego con escasa población de jugadores. Su planteamiento complamente abogado al juego interconectado implica que sea imperante la participación de una comunidad activa que le dé vida, sin embargo, este no es el caso. Por tanto, si el jugador no cuenta con amistades para disfrutar del efectivo juego local, se produce un impase de magnas dimensiones ya que el título, sin nadie con quien jugarlo, carece de oferta alguna. Otros elementos como el control de teclado y ratón a destiempo -desde un principio se recomienda utilizar un mando- y la falta de un mayor número de Dinastías empañan un global que, no, no se puede calificar como negativo porque, efectivamente, nos hallamos ante un buen juego, pero sí que dificulta su recomendación, sobre todo porque no se puede asegurar la potestad de jugar cuando se desee.

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Ampliamente disfrutable pero, ¿con quién?

Dynasty Feud, sin duda, ostenta una clara disyuntiva. Por un lado, tenemos un título divertidísimo, con una dinámica y vertiginosa forma de afrontar los combates, con un estilo estético sensacional y con un aura en general que, simple y llanamente, logra captar la atención hasta sentir cariño. Pero, por otra parte, partiendo de su sesgo completo hacia el componente en línea, la falta de jugadores en sus servidores lapida la mitad de la propuesta del juego, además de que la imposibilidad de gozar de la maquinación en solitario es una falta que ha de notificarse por el daño que supone.

Por lo tanto, el veredicto, con sus matices, recae en que es recomendable, mas depende de la disponibilidad social del consumidor. En la coyuntura de contar con grupo de amigos y mandos para su deleite, no cabe dubitativa alguna en que el disfrute está asegurado; caso contrario, si no se posee tal facilidad, por lo que se espera una experiencia individual, tampoco se admite indecisión posible: hay mejores adquisiciones. Es una verdadera lástima, porque lo cierto es que el trabajo de Kaia Studios muestra un sobresaliente mimo creativo que se luce en todo momento, principal aval que nos hace reconocer que, al final del día, es un buen videojuego.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.