Análisis Hacktag
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ANÁLISIS

Análisis Hacktag

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Los videojuegos que ostentan un multijugador asimétrico no suelen ser muy comunes en la industria. Salvo excepciones como Evolve o Splinter Cell: Blacklist, los títulos en donde todos los jugadores se encuentran en una igualdad contextual de condiciones son los que priman ante cualquier otra variante. De igual forma, el género del sigilo es otra índole de obras que, aunque amada a lo largo de la comunidad, especialmente por ser la estirpe a la que pertenecen franquicias tan destacables como la mencionada Splinter Cell, Metal Gear Solid y Dishonored, no se presenta tan recurrentemente como otras; entonces, ¿qué sucede cuando combinas ambos infrecuentes estilos? Pues obtienes Hacktag: la producción de Piece of Cake Studios que, si bien no goza de mucha sustancia, sí que concede una más que entretenida adquisición.

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Infiltración dual

La principal basa sobre la que se erige la táctica propuesta del título es la de la cooperación entre dos jugadores quienes, en contextos mecánicos diferentes, han de trabajar unidos para poder sortear los obstáculos que presenta cada misión, pues la participación armoniosa de ambas partes resulta imperativa para tan siquiera poder avanzar en los primeros compases de un objetivo. Así, pues, se premia la compenetración entre jugadores no sólo desde el punto de vista lúdico, ya que se ganan más puntos si se rinde mejor, sino que, asimismo, la experiencia en sí se ve gratamente mejorada, siendo ése el preciso instante en donde el juego exhibe su mejor faceta.

De manera más detallada, la dualidad de protagonistas se enfrentará a dificultades distintas con mecanismos diferentes para superarlas. En el caso de quien se presenta materialmente en el lugar al que irrumpiremos, sin posibilidad alguna de noquear o asesinar a los guardias que rondan los pasillos ni la potestad de desactivar las cámaras por sí solo, éste tendrá que escabullirse sin ser visto para acceder a los diversos ordenadores que se encuentran en cada nivel, los cuales guardan información relevante según la meta que, variando acorde a cada misión -componer una contraseña, hallar un patrón específico de símbolos...-, se vaya presentando.

Respecto a quien se encuentra tras un ordenador, el hacker estará en la obligación de salvaguardar los pasos, actuales y futuros, que vaya a realizar el infiltrado, a la par de que ha de evadir el sistema de cortafuegos que, constantemente, asediará la red. En tal sentido, sus principales capacidades oscilarán entre abrir puertas bloqueadas, desactivar cámaras, llamar a los teléfonos para distraer a los guardias e, inclusive, fungir como scout para avistar los peligros que se aproximan en los lugares a los que su compañero no tiene acceso, mientras también podrá sustraer información de los ordenadores para cumplir el mismo rol que su homólogo. De dicho modo, la dupla cumplirá con sus alusivos menesteres individualmente pero, asimismo, de forma conjunta, haciendo que la cooperación sea tan esencial como entretenida.

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En términos adjuntos, los compañeros también han de cubrirse las espaldas en caso de que alguno de los involucrados se haya visto atrapado. En el caso de que el infiltrado sea tomado por los guardias, el hacker podrá cerrar las puertas en el momento adecuado para aturdirlos y, al revés, el infiltrado podrá desactivar el firewall; en ambas eventualidades, el quid de la acción es evitar que una de las escisiones vaya a las pequeñas prisiones que se encuentran a lo largo de los niveles, pues tal suceso resta puntos al score final y, en caso de tratarse de un nivel más avanzado, puede suponer la derrota ipso facto.

Desafortunadamente, lo previamente descrito resume, en práctica totalidad, el cómo Hacktag se compone mecánicamente. Si bien la dificultad de las misiones aumenta al comparar las primeras con las últimas, y que su presencia multijugador extiende la vida del juego en estimable medida, lo cierto es que la sensación de escaso contenido resulta palpable desde las andanzas iniciales en el título. Por suerte, y sin obviar la realidad que opaca el acabado global, lo cierto es que la jugabilidad es simple y llanamente divertida, razón por la que logra ofrecer su respectiva dosis de solaz diversión incluso sin ser complejo ni excesivamente variado.

Asimismo, es importante mencionar los añadidos estéticos con los que cuenta cada avatar pues, al comienzo, personalizamos nuestro antropomorfizado protagonista y, tras cumplir misiones, existe la probabilidad de que consigamos una caja de botín que nos suministre objetos con los que vestir a nuestro personaje. Similarmente, el jugar y subir de nivel nos proveerá de mejoras tanto pasivas como activas que permitirán dinamizar las partidas y, también, dotarlas de una mayor sensación de variedad; por infortunio, no son lo suficientemente influyentes como para mermar la escasez de contenido pero, aun así, son una inclusión que se agradece.

Visiones isométricas y holográficas

En lo que a estética respecta, hemos de afirmar que el producto, desde los dos puntos de vista que presenta, luce un nivel sumamente entrañable. Por parte del espía, gozamos de una visión isométrica con una combinación de caricatura con cell-shading que, sumado al diseño cercanamente futurista de los entornos y los personajes, consigue un resultado destacable; por parte del informático, se muestra una percepción holográfica que, a pesar de que en términos artísticos no pretende ser relevante, sí funciona adecuadamente para lucir contraste. En líneas generales, es un título que, en lo óptico, genera una admirable sensación de plenitud y satisfacción al conseguir un buen equilibrio entre sus prismas, aspecto que alcanza sin necesidad de sobrecargar la propuesta en ningún momento.

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Aunque vacío, atractivo en demasía

Culmina siendo lamentable que, en lo que a densidad se refiere, Hacktag peque por escatimar -aunque su componente multijugador le otorga el carácter longevo que necesita, mas esto depende del consumidor-, sin embargo, si logramos omitir tal falencia en pro de sus bondades, las cuales superan a sus detrimentos, nos vemos en la imperiosa necesidad de afirmar que cumple con creces su objetivo último y, a fin de cuentas, primordial: divertir.

Mediante una proposición que, con un amigo, puede ofrecer horas y horas de entretenimiento puro y sin pretensiones, al igual que a través de un planteamiento interesante y efectivo y una estética que deleita los sentidos, Piece of Cake Studios erige una pieza que resulta recomendable siempre y cuando se sea fanático de la infiltración; y es que, en el momento en que logramos sortear los obstáculos cooperativamente y registrar la mejor de las puntuaciones, es cuando nos damos cuenta del gran potencial que se encuentra frente a nosotros.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.