Aunque no lo parezca, mi relación con los videojuegos es mucho más conflictiva de lo que muestro hacia fuera. Muchas veces han supuesto para mí un refugio en etapas de mi vida en las que no estaba cómodo con la situación que me rodeaba. Pero hubo ocasiones en las que no supe distinguir cuándo los estaba usando para protegerme y cuándo para no afrontar experiencias dolorosas.
Esto último me ha llegado a obsesionar más de lo que me gustaría. Desde que caí en la cuenta de que los videojuegos han de ser un compañero de vida, pero nunca un sustituto de otras cosas, paso cada segundo que juego a uno cuestionándome por qué lo estoy haciendo.
Es por ello que Psychonauts 2 me cogió tan por sorpresa cuando Xbox me envió un código con el que escribir este análisis. Porque las preguntas en mi cabeza se empezaron a desvanecer y todas las neuronas de mi cerebro se coordinaron en torno a un objetivo común: disfrutar.
He estado pensando mucho en el por qué de esto último mientras iba avanzando en cada nivel de Psychonauts 2 y creo que tengo una respuesta clara: Double Fine ha conseguido trasladarme a una época en la que no había nada realmente importante. En la que tenía 8 años como mucho y, cuando no estaba agarrado al mando de mi PlayStation 1, estaba sentado al lado de mi madre observando con atención como ella jugaba su partida. En definitiva, en la que me limitaba a jugar y no me preguntaba todo el rato por qué o para qué lo estaba haciendo. Y, joder, ya iba siendo hora de volver a ese lugar.
El reloj se para por completo y retrocedo 19 años en el tiempo
No es casualidad que los juegos de plataformas en tres dimensiones pertenezcan a mi género favorito: crecí jugando únicamente a ellos. Desde cada aventura protagonizada por mi muy queridísimo Spyro hasta las veces que conseguía que mi primo mayor me dejase su Nintendo 64 durante unos minutos para flipar con Super Mario 64.
Psychonauts 2 podría definirse como una reivindicación de todo aquello. Ya no hablo de fórmulas jugables, ni de estilos a la hora de diseñar niveles, sino de las sensaciones que me ha transmitido al jugarlo. De la capacidad que tiene un juego para abstraernos de la realidad, por muy dura que sea, durante unos instantes y hacer que nuestro cerebro segregue la cantidad que necesita de dopamina.
Psychonauts 2 ha sido un homenaje a la idea de que los videojuegos pueden ser disfrutados sin la pretensión de buscarles dobles sentidos; sin la necesidad de tener que extraer algo productivo del mero acto de jugar. Y joder, cómo necesitaba sentirme así después de tanto tiempo.
La nueva aventura de Raz ha dado justo en el núcleo de mis preocupaciones para lograr que estas se disiparan durante los ratitos que he jugado a él cada noche desde que recibí la clave. Un remanso de paz en el día a día que se ha reflejado en cada sección de plataformeo que he recorrido con él, en cada enemigo que he tumbado con sus poderes telequinéticos y en cada coleccionable que me ha generado un TOC tremendo al pasar de largo frente a él por no saber cómo cogerlo.
Un sutil delirio más conectado con la realidad de lo que parece
Una de las primeras sorpresas que se me plantaron en la cara con respecto a cómo Psychonauts 2 da vida a lo que quiere contar ocurrió en la misma pantalla de inicio. Concretamente, con el siguiente mensaje:
He tenido la enorme suerte de toparme con un juego que, efectivamente, habla sobre la empatía y la recuperación justo en una etapa de mi vida en la que más empatía necesito tener conmigo mismo. Podría decir que Psychonauts 2 me ha pillado en un mal momento personal, pero en el punto perfecto para abrirme a unos personajes y una historia que respiran humanidad. Ahí estaba yo, comiéndome la cabeza con mil cosas a la vez que se desvanecían al ejecutar el juego dispuesto a escuchar cada mensaje que Raz y el resto de personajes tuvieran que lanzarme. Estaba dispuesto a escuchar, por una vez desde hace tiempo, algo que no estuviera solo dentro de mi cabeza.
Todos necesitamos algo así en ciertos momentos de nuestra vida: ya sea un amigo que nos pegue un sopapo en la cara y nos saque de fiesta para olvidarnos durante un rato de nuestras cosas, o un videojuego que te recuerde por qué te enamoraste tanto de ellos desde un primer momento.
Psychonauts 2 hace una representación de distintos problemas psicológicos a través del un delirio que solo podría salir de Double Fine. A través de un diseño artístico tanto de personajes como del mundo que recorren que contrasta lo surrealista con lo humano. Todo ello en un baile perfecto entre sentirnos identificados con muchas de las cosas que le ocurren a sus personajes mientras vamos, por ejemplo, saltando sobre dientes con alas en una sala donde la gravedad ha perdido completamente el sentido.
El resto de cosas que envuelven aquello que Psychonauts 2 plantea ya las he visto en otros muchos videojuegos: un sistema de subida de niveles de habilidades en el que progresamos recogiendo todo tipo de coleccionables, unos jefes finales divididos en las típicas tres fases y unas secciones de plataformeo en las que iremos combinando diferentes movimientos. Pero no creo que la intención de Psychonauts 2 sea la de demostrarnos que es un videojuego, sino la de gritar a los cuatro vientos: ''Eh, que soy un videojuego, pero tengo alma. Y tú también la tienes. Nunca es mal momento para que te des cuenta y empieces a ser más amable con ella''.
De todo se sale... hasta de uno mismo
Psychonauts 2 ha sido un parón en el camino que recorro desde hace unos meses con el que no esperaba toparme. Ha sido la representación hecha título de la mano amiga que me tendieron los videojuegos cuando empecé a jugarlos hace 24 años. La idea de que a veces es bueno abstraerse con algo que transmita humanidad cuando la que sientes dentro de ti no está del todo bien.
Double Fine ha vuelto a coronarse con un juego cuya alma es tan potente como peculiar. El estudio ha conseguido que una mente a veces tan acelerada como la mía, encuentre un lugar en el que parar los pies durante unas cuantas horas. Psychonauts 2 me ha llevado una vez más, a aquella cocina en la que me sentaba al lado de mi madre a ver como jugaba su partida. A cuando tenía ocho años y nada era particularmente complicado de gestionar. Benditos videojuegos... ojalá vuelva a sentiros en el futuro como Psychonauts 2 me ha hecho sentiros esta última semana.
Psychonauts 2 es una nueva lección de empatía por parte de Double Fine tanto a los videojuegos como a uno mismo. Si estás predispuesto a ello, la obra del estudio puede dejar a un lado su apariencia de videojuego clásico de plataformas en 3D para contectar contigo sin que te des cuenta a niveles muy personales. O, al menos, eso es lo que me ha pasado a mí jugándolo. Psychonauts 2 ha llegado como un soplo de aire justo en un momento de mi vida en el que necesitaba un respiro.
Estilo artístico
Jugabilidad
Historia
Duración
El genial contraste entre el diseño jugable clásico y unas ideas artísticas muy originales
La trama y la historia del juego poseen muchísimo carisma
El diseño de niveles cuenta con un profundo componente nostálgico en cuanto a diseño
Una personalidad que lo hace totalmente único frente a otros juegos del género
El sistema de habilidades de Raz y de subida de niveles no acaba siendo relevante para la experiencia global
Algunas partes del juego cuentan con un exceso de cinemáticas que cortan un poco el ritmo de la aventura
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.