Han pasado 20 años desde que mis padres tuvieran el maravilloso gesto de regalarme en Reyes el primer Dragon Ball: Budokai Tenkaichi con la mínima valoración de mirar la caja y pensar: ''ah sí, esta es la serie de dibujicos que tanto le gusta''. Unos 15 años desde que Dragon Ball: Raging Blast se convirtió en el primer videojuego que me compré de lanzamiento con ese dinero de la paga que fui guardando de forma instantánea en el cajón de mi mesilla de noche. Una semana desde que pude probar Dragon Ball: Sparking! ZERO y revivir todas esas etapas de mi vida en un lapso de 120 minutos.
Fueron muchas las emociones que se me atoraban en la garganta mientras lo jugaba por el hecho de salir disparadas desde mis tripas hacia arriba como un volcán escupiendo un amalgama incontrolable de recuerdos; de contener el hype con un grito ahogado al ver en pantalla la Kamehameha furiosa de Goku Super Saiyan contra Freezer en el planeta Namek; de que mi cuerpo soportara un ejercicio de rebobinado de años de mi vida para que mi cerebro constatase que aquella demo se podía resumir en un cómputo de once palabras: ''Dragon Ball: Sparking! ZERO es el juego que esperaba que fuera''.
Antes de pasar a contaros cuál fue mi experiencia subjetiva y personal con el juego, es necesario que me detenga antes en una lista de puntos que nos transmitió Bandai Namco en una breve presentación previa a la demo como tal. Principalmente, porque creo que me viene muy bien a la hora de resumir una serie de datos en los que no se ha hecho tanto hincapié (o no se sabían hasta ahora) sobre el juego. Desde cómo funcionará su modo campaña hasta otras novedades que estaréis esperando aquellos que jugaseis a algún título anterior de Budokai Tenkaichi.
La demo que pude probar estaba centrada únicamente en el modo versus contra la CPU, donde se nos daba a elegir entre un buen puñado de personajes (no a la lista completa) y escenarios para tener un primer contacto con los combates y sacar unas sensaciones iniciales sobre cómo se sienten. Y, el titular que se podría sacar después de las dos horas que pasé jugando es que Dragon Ball: Sparking! ZERO es ese Dragon Ball: Tenkaichi 4 que todos estábamos esperando.
Es una entrega tan fiel a las anteriores que, si jugaste a alguna de ellas, te desenvolverás a la perfección en sus peleas: los combos son muy similares, el mapeado del mando es el mismo, los sistemas que nos permiten utilizar habilidades especiales están clavados, la mecánica de carga de ki tiene usos y ritmos idénticos...
De hecho no pude parar de pensar en que la idea de que Dragon Ball: Sparking! ZERO sea tan similar en sus combate a sus predecesores no es malo en ningún sentido: no necesitamos que el juego sea otra cosa, necesitamos que sea un nuevo Tenkaichi, simple y llanamente. Y, si digo esto, es porque después de lo decepcionante que me parecieron los sistemas de combate de la saga Xenoverse o de Kakarot, estaba rezándole a Shenron para que las peleas de Sparking! ZERO fueran finalmente eso que llevaba años esperando.
Esto no quita que Bandai Namco haya querido introducir mejoras en su propuesta, sobre todo, a nivel visual; cosa que es inevitable con el progreso de la tecnología: Dragon Ball: Sparking! ZERO es uno de los juegos que mejor se ven y se han visto en toda la historia de Dragon Ball. Algo que no solo se debe a la calidad de sus texturas o al efecto de sus partículas, sino a que cada movimiento y situación de los combates se ha estilizado en una dirección artística que apunta a meterte dentro de una versión vitaminada y pulida del propio anime.
Hay cosas que no necesitan cambiar para ser perfectas; experiencias que tocaron techo hace décadas y cuyas virtudes residen, esencialmente, en saber qué es lo que el jugador quiere y espera de ellas. Dragon Ball: Sparking! ZERO es, en este mismo sentido, el juego con el que hemos estado soñando tanto tiempo.
Como dice el refrán de ''si algo no está roto, no lo arregles'', Dragon Ball: Sparking! ZERO es un juego que me hizo sentir cómo el lapso de tiempo de 20 años de mi vida se redujo significativamente a solo un puñado de horas: mientras estaba probando Dragon Ball: Sparking! ZERO, tenía la sensación de haberme teletransportado desde el año 2005 al mismo presente en un abrir y cerrar de ojos, casi como si mi yo de 11 años se hubiera metido a entrenar a la Sala del Tiempo de Kami-Sama.
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