Akira Toriyama lo ha vuelto a hacer. "Dragon Ball Super" ha logrado despertar el interés de miles de personas en todo el mundo en las últimas semanas gracias en parte a la tremenda mejoría en la calidad de animación, pero en especial por la introducción de una nueva transformación. Sí, aunque a estas alturas todavía no se sepa demasiado del Migatte no Gokui, es evidente que el anime ha recaído de nuevo en un truco que lleva empleando desde hace varias décadas. La introducción de los Dioses de la Destrucción primero, y el inicio de un torneo entre universos después, puso de relevancia la escalada de poder que está viviendo la serie, que hará complicada la viabilidad de futuras historias si los productores deciden no poner punto y final al proyecto en las próximas semanas.
Aunque es algo conocido por todos, nunca antes había estado tan a la orden del día la sobredimensión de fuerzas de los últimos episodios. El Super Saiyajin Blue ya desmitificó por sí mismo toda la leyenda que constituía la transformación original, desterrando para siempre la épica tras cada victoria sobre el enemigo del pasado. Las batallas entre Goku y Freezer sobre Namek, o la épica venganza de Gohan en Super Saiyajin 2 frente a Cell han quedado relegadas a un rincón de nuestros recuerdos y difícilmente encuentren lógica en la situación actual en la que está "Dragon Ball Super". Los niveles de poder han sobrepasado cualquier registro, y todo lo que no alcance ahora el nivel de un dios, no tiene cabida en las historias que estamos viendo últimamente. Esto podría resultar una simple obviedad, pero podría tener consecuencias muy graves para el futuro de la franquicia.
Al actual Torneo de Poder se le acaban las cartas, y todo parece apuntar a un desenlace para finales del mes de febrero o principios de marzo. Esto de base significaría el cierre definitivo al anime, y un descanso para sus creadores de cara al estreno de la nueva película programada para los meses de verano. Sin embargo es precisamente esta cinta recién anunciada la que ha despertado la esperanza de muchos por seguir viendo nuevos arcos de la serie en las próximas semanas. La idea de conocer los orígenes de los Saiyajin daría pie a un nuevo relato en torno al Ultra Instinto y lo que resulta ser una nueva forma de entender la energía y los combates. Goku es por el momento el único en poder alcanzar ese estado, aunque lo más probable es que Vegeta no tarde en igualarlo como ya ha hecho en otras ocasiones. Todo ello empujaría a "Dragon Ball Super" a presentarnos nuevos episodios en un callejón argumental sin salidas.
Resulta paradójico que en el momento que los protagonistas están descubriendo sus verdaderos poderes, a la serie se le estén acabando los recursos para seguir contando nuevas historias. La llegada del Universo 7 al Mundo de la Nada, lugar donde los Reyes del Todo han decidido organizar el Torneo de Poder, significaba casi de facto la imposibilidad de poder volver a ver nuevas aventuras en la Tierra. Más allá de episodios de relleno, los protagonistas no tendrían ninguna razón para preocuparse a la hora de defender sus hogares ante la posible amenaza de un enemigo exterior. El nivel de poder que ha alcanzado Goku, y que Vegeta no tardará en alcanzar, hace inviable que veamos arcos similares al de Buu o Cell próximamente, y aboga a los guionistas a tener que trasladar la ambientación a otros planetas o Universos. ¿Esto es realmente un problema?
A finales de la década de 1990, "Dragon Ball Z" ya se encontró con un problema similar tras dar por concluida la saga de Buu. El enemigo rosado había sido tan complicado de derrotar, que los creadores tuvieron que incluir cosas como el Super Saiyajin 3, la fusión de Vegeto, o el Estado Definitivo de Gohan. Toriyama era consciente del problema, y cansado de tantas transformaciones, terminaría abandonando el anime que él mismo había creado, instaurando un final que la propia Toei Animation se encargaría de profanar. "Dragon Ball GT" fue la solución al obstáculo que ahora "Dragon Ball Super" debe superar, y como todos ya sabemos, no terminó de funcionar para muchos fans. No obstante la situación actual de la serie no es exactamente igual a la que tenía por aquel entonces, y su salvación podría encontrarse en el concepto del multiverso.
Antes de que diese comienzo la competición de fuerzas entre los guerreros más poderosos de todos los Universos, "Dragon Ball Super" decidió abandonar momentáneamente a Goku y Vegeta, para apostar por una trama nada típica en la franquicia. El arco de Goku Black puso de manifiesto que también se puede hacer un anime interesante sin tener que introducir únicamente las batallas como leit motiv de la trama. Con una relación de personajes que iban más allá de las familiares, los guionistas supieron ver el potencial de los viajes en el tiempo para crear una realidad alternativa donde se entremezclaba una oscuridad inusitada, con la violencia más descarnada. Cómo olvidar la muerte final de Zamas Fusión partido en dos por la espada de un colerizado Trunks. Momentos como esos han quedado en el recuerdo por salirse de la tónica, y podrían constituir la respuesta al futuro.
Las posibilidades para próximos arcos son diversas, y la propia serie ya se ha encargado de ir dejando distintas puertas traseras en caso de necesitarlas. De entre ellas, la idea de adaptar de nuevo la trama de Uub, se antoja complicada por lo mencionado anteriormente, y la que en un principio cobraría todo el sentido sería la del viaje al planeta Vegeta del Universo 6. La relación que han entablado Vegeta y Cabba durante el Torneo de Poder, dejaba la promesa de un futuro encuentro en el hogar de los Saiyajin, sitio donde precisamente el príncipe y el propio Goku, podrían encontrar respuestas al Ultra Instinto. SI bien es cierto que esta transformación tiene más en común con los dioses que con los guerreros del planeta, este sería un buen punto de partida para narrar una nueva historia, más centrada en explicar el funcionamiento del lore de "Dragon Ball Super", que en expandir con más poderes el universo. Sería una luz al final del túnel que encajaría a la perfección con la película que está por venir, y que no necesitaría de un nuevo enemigo que derrotar.
La solución a un problema endémico todavía es posible, y que la serie no se termine convirtiendo en un festival de fuegos artificiales sin sentido alguno ahora solo depende de los creadores. El Ultra Instinto ha funcionado muy bien, pero es un recurso que podría acabar quemando definitivamente los frágiles pilares sobre los que se sostienen tres décadas de historias.
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