The Legend of Zelda: Breath of the Wild marcó un antes y un después no solo en una franquicia que se reformuló con esta entrega para Wii U y Nintendo Switch. Es cierto que hasta ahora, la saga abrazaba la libertad en videojuegos como Wind Waker, Ocarina of Time o Majora Mask, pero nunca antes como vimos en este último: podías hacer lo que quisieras en un enorme mundo abierto en el que escalar, nadar y planear estaba al alcance de tu mano; con una mayor sensación de exploración que nunca, y con unas bestias que se convertían en las mazmorras principales con retorcidos puzzles que retorcerían tu cerebro.
Si bien The Legend of Zelda: Breath of the Wild 2 está anunciado, todavía queda mucho para ver en qué queda esta esperada secuela, por lo que de momento nos conformaremos con Hyrule Warriors: La era del Cataclismo, una precuela/spin-off que abraza el género 'musou' con un videojuego muy divertido, completo, y sobre todo, interesante, porque aporta mucho a la historia del título principal y nos deja con ganas de más para saber qué hace Nintendo con esta nueva línea temporal dentro de su marca mimada.
El género 'musou' funciona como una maquinaria de reloj suizo
Algunos os sentiréis un tanto decepcionados al saber que la precuela oficial de Breath of the Wild cambia de género y apuesta por el 'musou', pero estamos realmente ante un Zelda real en el que prima los combates en acción real, la exploración y los jefes finales. Quizás echaréis en falta las típicas mazmorras que descubrimos en las bestias voladoras (aquí estas criaturas adquieren un papel diferente), pero por todo lo demás, es cierto que este subgénero conocido como 'musou' encaja con el espíritu de la saga.
Lo primero, porque en la Era del Cataclismo hay mil y una batallas multitudinarias según se nos reveló en el propio Breath of the Wild, por lo que el trabajo de Koei Tecmo en este campo es magistral: parece que estemos situados en una película de El Señor de los Anillos al combatir con cientos de enemigos a la vez. Aunque hemos de decir que el apartado gráfico de este Hyrule Warriors complica un poco que tengamos la sensación de espectacularidad que hay en otros 'Warriors', algo de lo que hablaremos más tarde.
Por lo demás, no hay nada diferente en este título respecto a otros del género: tendremos mapas individuales en los que avanzar durante casi una hora, en los que tomar bases, campamentos o destruir líderes, hasta llegar al final de los mismos, en los que suele aparecer jefes finales algo complicados con diferentes tácticas, por lo que la estrategia será uno de los elementos a tener en cuenta. Lo positivo es que tanto los líderes como los jefes, al igual que en Breath of the Wild, suelen tener una especie de 'coraza' que debemos ir destruyendo a base de esquivar o rodar, y mediante técnicas especiales como una 'serie de golpes'.
Como buen 'musou' que se precie, hay misiones secundarias que se dividen en dos tipos: las batallas no obligatorias, que nos servirán para aumentar la experiencia de aquellos personajes que no están al mismo nivel que los principales, y las que yo llamo como 'recaderos', que consisten en reunir materiales de todo tipo no solo para ayudar a los habitantes de Hyrule repartidos por el mapa (la superficie del mismo será la pantalla de selección de todo el videojuego), también para desbloquear posadas y herreros en los que mejorar las armas y comprar objetos que nos ayudarán en batalla.
Solo os decimos que Hyrule Warriors: La era del Cataclismo es un título desafiante, que no difícil. No es un Dark Souls, pero su combate recuerda algo al de la saga de From Software debido a la necesidad de saber atacar y esquivar en el momento idóneo, sobre todo en los jefes finales. Por lo tanto, nos gusta que hayan decidido mantener la línea madura que se inició con The Legend of Zelda: Breath of the Wild, ya que eso quiere decir que Nintendo no busca 'causalizar' a su audiencia.
Las bestias voladoras se reimaginan con nuevas fórmulas
Punto y aparte merecen las bestias voladoras, que en lugar de ser mazmorras gigantes son una especie de nivel fuera de la mecánica 'musou' nos dejan algunas de las secuencias más importantes a nivel técnico del título. No queremos avanzar mucho más de ello para sorprenderos, porque como os decimos, nosotros sin saber nada, nos hemos llevado una gran sorpresa. Enorme trabajo el de Koei Tecmo y Nintendo a este respecto.
Una precuela a gran nivel argumental
En Breath of the Wild, tuvimos conocimiento de un gran cataclismo que tuvo lugar 100 años atrás y que habría situado al mundo de Hyrule en una época oscura y decadente. Este mundo sucumbió a la oscuridad, debido a que las fuerzas del mal modificaron el terreno para siempre, pero, ¿cómo se llegó a esta catástrofe de tales proporciones? ¿Quiénes fueron los que intentaron luchar contra un Ganon que conocimos en Breath of the Wild un siglo después?
Ahí aparece nuestro grupo de personajes: Link, Zelda, Impa o Daruk son tan solo algunos de los implicados en recorrer toda Hyrule en busca de respuestas después de que un artilugio misterioso llegue a manos de la Princesa. Todos, o casi todos ellos, son conocidos por los jugadores del título de Wii U y Nintendo Switch, y es que con esta precuela profundizaremos mucho más en sus personalidades, en sus relaciones; todo ello antes de que Link fuese encerrado durmiendo hasta que apareció en el Santuario de la Luz.
Aquí veremos a un Link diferente, que conocía a los antepasados de los personajes que aparecen en Breath of the Wild; sabremos qué les unía y cómo se ayudaron contra una amenaza global que terminó destruyendo todo. Y los 100 años de diferencia también se notarán, y de qué manera, en unos escenarios muchos más llenos de vida y con más construcciones que las que tenía un siglo después.
Visualmente, agridulce
El apartado artístico es idéntico al que vimos en The Legend of Zelda: Breath of the Wild; es decir, un dibujo cercano al 'cartoon', pero muy trabajado y luminoso. Los personajes nos recuerdan a aquel estilo, y todo está muy cohesionado con el videojuego principal. El problema llega cuando comparamos el aspecto técnico de ambas obras.
No es por desmerecer al equipo de Koei Tecmo, pero se nota la falta de Nintendo en este sentido, ya que si Breath of the Wild es un videojuego limpio, definido y en el que todo fluye, incluyendo en el modo portátil, La era del Cataclismo es una obra imperfecta, con una resolución baja que provoca que incluso las distancias cortas se vean borrosas. Con un 'framerate' que a veces baja por debajo de lo deseado, y con momentos en los que echamos en falta un mayor número de enemigos (y que estos no aparezcan de la nada), cuando en Fire Emblem Warriors el equipo ya demostró saber trabajar con Nintendo Switch. Quizás las prisas por tener un lanzamiento importante este 2020 atípico ha provocado que hayan descuidado sobre todo el modo portátil, ya que conectado al 'dock', Hyrule Warriors: La era del Cataclismo no se ve nada mal.
Una precuela a la altura que cualquier fan de Breath of the Wild tiene que disfrutar
Olvidándonos del descuidado aspecto técnico de la obra, Hyrule Warriors: La era del Cataclismo es un videojuego muy disfrutable que nos permite descubrir una época de la que poco sabíamos en The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Además, queda claro que el 'musou' y la saga Zelda se llevan muy bien, redefiniéndose la fórmula que ya vimos en Wii U y New Nintendo 3DS con una nueva entrega con mayor peso argumental para la franquicia, y con un sistema de juego más refinado. Estamos frente a un lanzamiento imprescindible.
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